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La Aldea de San Nicolás

La Aldea, sin Charco como en la severa sequía

Recordamos haber visto años en los que no se pudo celebrar la pesca de la lisa en La Aldea, por estar el humedal completamente seco

La Aldea, sin Charco como en la severa sequía

A propósito de la suspensión de las fiestas patronales de La Aldea en honor a San Nicolás de Tolentino por las extraordinarias circunstancias del Covid-19, muchos se preguntan si es la primera vez que ocurre en esta localidad. Y cierto es que nadie recuerda una anomalía festiva consecuencia de pandemias ni si quiera, que sepamos, se recoge en documentos escritos. Otra cosa es que determinados números festivos se hayan suspendido o modificado.

Haciendo trabajar a nuestra memoria recordamos haber visto años en los que no se pudo celebrar la pesca de la lisa en El Charco por estar el humedal completamente seco durante ciclos de pocas lluvias hasta 1969 en que se aseguró el evento dragando adecuadamente el espacio. Curiosamente un año antes, en 1968, la Parroquia suspendió la procesión del santo patrono por una falta de acuerdo entre párroco y comisión de fiestas en lo relativo a la celebración de las verbenas. Ahora, medio siglo después, el nuevo virus impide también a los aldeanos procesionar a San Nicolás de Tolentino en el día grande de sus fiestas patronales y al día siguiente, tirarse al Charco para llevar a cabo la singular pesca que caracteriza el festejo.

La fragilidad del humedal

Desde tiempos inmemoriales, quizás desde el siglo XVII o ya en el XVIII, cada 11 de septiembre, después del día principal de las fiestas patronales el pueblo en masa se iba a la costa para cerrar las fiestas. Una pesca colectiva en el humedal costero embarbascando las aguas con savias de cardones y tabaibas que con el tiempo se ha convertido en la génesis del singular número festivo que hoy conocemos.

Pero sin aguas no hay peces y eso ocurrió a lo largo de varios ciclos de sequía, sobre todo después de 1900-1915, aproximadamente, cuando comenzaron a generalizarse las perforaciones de pozos para extraer agua para los nuevos cultivos de tomateros. Con ello se sobreexplotó el acuífero y en los años sin lluvia el humedal costero cuando llegaba septiembre ya estaba seco. Estas circunstancias se agravaron después del ciclo depresivo de las guerras (1936-1946), con una sobreexplotación de las aguas subterráneas del valle a través de centenares de pozos dotados de molino de viento y/o de potentes motores para captar aguas con destino al regadío de los cultivos de tomateros que se habían expandido prácticamente por todo el municipio. Había fiesta sí?, pero sin Charco.

Hacia finales de los sesenta el proyecto del charco artificial se hizo realidad, por lo que la fiesta en el agua no ha vuelto a interrumpirse. Ahora en el 2020 el nuevo virus será quien frustrará igualmente la Fiesta del Charco e impedirá a los lugareños y forasteros disfrutar de la pesca de la lisa y del purificativo remojón, tal como ocurrió en múltiples ocasiones a consecuencia de los mencionados periodos de sequía que ha sufrido el municipio

El primer documento escrito sobre la Fiesta del Charco o Embarbascada es un mandato obispal de 1776 que determina con precisión que la misma ya estaba insertada dentro de las Fiestas Patronales de San Nicolás de Tolentino. A principios de los años treinta hay documentos gráficos de la Fiesta del Charco, gracias al fotógrafo Leopoldo Ojeda Medina, con una charca casi seca en el periodo 1933-34.

Si bien con anterioridad a la década de los cincuenta y sesenta, e incluso en siglos anteriores, el humedal del Charco solía secarse, impidiendo algún año el desarrollo del acto principal de esta fiesta, con la precitada sobreexplotación de las aguas del subsuelo acentuada después de 1946, la mayor crisis llegó con la sequía que afectó a la comarca entre 1956 y 1962. Sólo en algunos años de copiosas lluvias, con la ayuda del dragado, se pudo acondicionar un espacio para la pesca y la consiguiente fiesta, pero fotografías de 1963 a 1966 vuelven a reflejar el fracaso de la fiesta por la sequedad casi total del Charco.

Por qué el cura se negó a sacar el santo patrono

Indagaciones llevadas a cabo e incluso consultada la prensa de entonces, en artículos de opinión publicadas en Cartas al Director, tanto en La Provincia como en El Eco de Canarias, ponen de relieve la fuerte oposición con la que se encontró la Comisión de Fiestas con el párroco de entonces, a raíz de la poca efectividad de la táctica utilizada en años anteriores en los que solía tocar las campanas casi al amanecer cuando aún continuaba la verbena, para que acabase.

En el referido Día de San Nicolás de 1968, año en que para muchos aldeanos se les privó de la solemnidad de su Santo Patrono, no hubo ni septenaria ni repiques de campanas, limitándose el festejo religioso a un sencillo rosario en horas de la tarde. Los actos religiosos no se incluyeron en el programa de fiestas, porque según la Comisión de Fiestas el párroco se negó a recibirlos, circunstancia que el sacerdote desmintió públicamente.

Recordar que la razón parroquial, en los años del franquismo, estaba en el horario de los bailes y verbenas que se tenía que ajustar a lo establecido por el Obispado y su incumplimiento llegó a generar conflictos entre los párrocos y el poder político municipal. En esta localidad estaba en auge un conjunto de verbenas sucesivas durante las fiestas patronales que traspasaban horarios nocturnos preestablecidos. Más con la posición excesivamente conservadora del párroco que no calculaba que los tiempos cambiaban.

El párroco de La Aldea aludía su posicionamiento a que "en nuestra Diócesis existen unas normas vigentes por las que se supeditan las Fiestas Religiosas a la no celebración de bailes de los llamados "agarrados", desde el amanecer de la víspera hasta los ocho días siguientes a la Festividad del Santo cuya fiesta se celebre". Por su parte, el Ayuntamiento manifestaba el haber comunicado al Obispado el acuerdo de mantener la prohibición de celebrar bailes y verbenas entre las doce de la noche del día 9 y la misma hora del 10 de septiembre.

Otro año será

Con la seguridad de que los aldeanos y visitantes respetarán durante estos días de la fiestas patronales las medidas orientadas a la expansión del coronavirus, esperemos que la resistencia humana y los avances científicos ganen terreno al espacio conquistado por el imperio de la Covid-19, para que en el 2021 nos permita disfrutar no sólo del Charco y de la Festividad del patrono San Nicolás de Tolentino, sino también de la siempre deseada Bajada de la Rama.

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