L os distintos grupos que componen el pleno del Cabildo no están para compartir pejines, y ni siquiera los acuerdos de educación básica como una declaración de rechazo a la violencia que se ejerce contra las mujeres no sólo es motivo de desencuentro, sino de auténtica re-violencia, aunque verbal en este caso.

El PSOE prendió la mecha. Ya se había aprobado sin problemas una moción institucional en ese sentido. Pero sugirió otra en la que incluía una serie de medidas que, según el PP, no era el momento de tratarlas. Y fue el acabose. María Isabel Guerra, del PSOE, vio en esa negativa del PP-CCN "dar la espalda a muchísimas víctimas".

Juan Domínguez, del CCN, estigmatizado de por vida por irse de tapas y gobierno con el PP, y que para más inri había osado contestar que "no" a esa moción, recibía chuzos: "dígale a la calle desde Santa Ana a San Telmo", seguía Guerra dos octavas por encima del pentagrama haciendo honor al apellido, "cómo no apoya una moción que pone el acento a los más vulnerables". Domínguez insistía en que no era eso, y que para manifestaciones, él. No faltaba nunca y no tenía previsto hacerlo ayer, Día contra la Violencia de Género. Ahí fue cuando a la mecha le cayó el bidón de gasolina. Lo arrojó la consejera de Nueva Canarias Inés Jiménez, con un mixturado de 98 octanos y una pizca de keroseno para estimular la correcta combustión: "Usted", le espetó al hombre sin amianto ninguno, "hace como los maltratadores, que luego va a pedir perdón por no manifestarse contra la violencia".

El que comía galleta se atragantó y el que bebía agua se añusgó. Los móviles perdieron su cobertura y el presidente quedó como un retrato del Greco. Pidió tiempo. Tras el alto los grupos entraron con la cachimba de la paz y todos le dieron sus caladas, menos Inés Jiménez, que con boca chica musitó algo sobre "consenso" pero que no se atinó a disculpar.