Me fie de la palabra del señor Segura, que entonces era delegado del Gobierno. Dijo en prensa que entre 2007 y 2008 se pagarían las indemnizaciones por la expropiación de Ojos de Garza y que en 2010 ya no existiría este barrio. Así que pedí una hipoteca y me compré un dúplex en Ingenio. Ahora veo que de aquello no hay nada, que no tengo el dinero que debería tener, que corro el riesgo de quedarme sin casa y que, encima, tasan mi vivienda muy por debajo de su valor real". Manuel Santana González tiene 65 años y una amargura interna muy grande. Fue uno de los afectados por la expansión del Aeropuerto más precavidos al buscarse pronto un nuevo hogar "porque no quería la reubicación en lugares situados al interior, sino una casita cerca de la playa al ser asmático", pero lo cierto es que la desidia de las administraciones le ha sumido en un grave problema y en una deuda que no puede zanjar.

"El banco me dejó unos 240.000 euros, llevo varios años pagando carencia, cerca de mil euros al mes, pero ya ha llegado un momento en el que no puedo más. Tanto es así que he tenido que poner a la venta el dúplex de El Burrero con 18.000 euros por debajo de lo que me costó al formalizar la opción de compra en 2006".

Si no paga, Manuel, que debería estar pensando ya en la jubilación y no le queda otra que seguir dando vueltas por el Sur con su taxi, corre el riesgo de que la entidad financiera se quede con el inmueble donde él y su esposa Isabel depositaron sus sueños de futuro. "No somos los únicos que ahora se ven entre la espada y la pared", matiza.

En Ojos de Garza posee una buena casa y varios locales que miden 360 metros cuadrados, pero sabe que, con los cálculos y las tasaciones que maneja AENA, podrían llegar a intentarle abonar "una porquería" por una espaciosa morada que construyó hace más de 30 años con la ayuda de sus convecinos.

A todo ello añade el agravante que supone el ser el titular de una propiedad "que para los bancos no tiene ningún valor" a pesar sobre ella un proyecto de ampliación del recinto aeroportuario. "Mi pecado fue adelantarme a la hora de comprar y esta gente, que tiene la sartén por el mango, tampoco contempla el valor sentimental que para uno tiene el haber hecho tu vida en este lugar".