Nos lo tropezamos con bastante frecuencia en un sector concreto de la playa de Las Canteras, aquel próximo a la iglesia del Cristo, sentado junto a una mesa de los varios cafés-restaurantes de la zona a donde acude casi todas las mañanas a tomarse un cortado largo. Y también, de vez en cuando, charlamos y evocamos tiempos pasados de la ciudad y de la isla. Gelu Barbu se nos presenta en cada momento con la actitud de un hombre que parece vivir en paz el que presumimos es el voluntario descanso de un gran artista cuya mirada se pierde constantemente en el horizonte del cercano mar que baña la arena del entorno.

Y nos atrevemos a decir que se trata de un casi voluntario descanso a su activa y ajetreada actividad artística que desarrolló durante tantísimos años porque en realidad no se ha retirado del mundo de la danza en el que está inmerso desde su juventud. Gelu Barbu sigue dando clases unas horas por las tardes porque para él sería imposible, pese a la edad, dejar una actividad que fue la razón de su existencia: la danza. Parece envidiable la dignidad con que hace transcurrir su cotidiana vida, porque aunque presumimos a qué dedica su tiempo en casa -¿música, lectura, evocación, recuerdos...?-, en sus diarias apariciones mañaneras de Las Canteras se nos presenta como el hombre feliz consigo mismo cuya conversación pausada transmite recuerdos e incluso enseñanzas.

Gelu Barbu, nacido hace 78 años en la localidad rumana de Lugoj, parece destinado ahora y siempre a formar parte de los hombres ilustres de la ciudad y de la isla a la que llegó a principios de la década de los años sesenta del pasado siglo por recomendación de los médicos europeos para curarse de una grave lesión de espalda que le aconsejaron un clima cálido, eligiendo Gran Canaria no por casualidad, según nos suele contar de vez en cuando. Aquí estaba residenciado, regentando una peluquería, un amigo noruego que le comunicó no dudara ni un momento en venir a las islas e incluso los primeros meses se alojó en su casa. La buena sintonía de su salud con el clima de esta isla y las perspectivas laborales le llevaron a establecerse definitivamente en Gran Canaria.

Fue tal la mejoría lograda que a partir de aquel momento ya no dudó en quedarse aquí para siempre, después de haber sido primer bailarín de ballet de las principales compañías europeas y de actuar en sus principales teatros: Bucarest, Leningrado, Oslo, Munich, y otros de Suiza, Francia y Portugal. A partir de aquel momento fue introduciéndose en el mundo cultural, pero sobre todo artístico de nuestra ciudad hasta convertirse en uno más, de forma que sus raíces profundizaron para ser un referente en el mundo de la danza.

Fue así como, ya establecido definitivamente, fundó aquella inolvidable Escuela de ballet por la que pasaron jóvenes de uno y otro sexo que, entusiasmados por la valía del maestro, descubrieron una nueva vocación. Más tarde pone en marcha un ambicioso proyecto que luego se convierte en realidad: la compañía "Ballet de Las Palmas" que llevaba su nombre del que salieron la mayoría de los profesores y bailarines canarios más destacados desde entonces hasta nuestros días, de los que recordamos al inolvidable Lorenzo Godoy, por decir alguno. Compañía que escenificó grandes proyectos con coreografías creadas por el propio Gelu, relación que se haría interminable para tan corto espacio. Desde entonces y hasta hoy las raíces de la vinculación del bailarín con la ciudad fueron tan profundas que no hubo otro remedio que nombrarle en 1994 Hijo Adoptivo de Las Palmas gracias a la iniciativa de Juan Rodríguez Doreste, recordado alcalde a quien Gelu Barbu agradece igualmente sus gestiones para el otorgamiento de la nacionalidad española que el bailarín lleva, recalca continuamente, con extraordinario orgullo.

Y ahora, Gelu Barbu se pasea por Las Canteras y goza de aquel paisaje del que él mismo forma parte porque está residenciado por aquellos contornos. Y cada mediodía, casi a diario, se sienta frente al mar con su café cortado largo viendo pasar la vida con placidez en un casi anticipado retiro que no le priva de reunir, cada tarde, a los actuales alumnos a los que transmite su saber y entender, que es mucho, sobre la danza clásica de la que un día fue un destacado maestro europeo.