Se celebró el sábado en Guía la reapertura del que fue en otros tiempos teatro-cine Hespérides, centro que a partir de 1930 se convirtió en foco de inquietudes culturales, principalmente porque su escenario cobijó actividades teatrales de todo tipo y cinematográficas, y que se ha convertido ahora, merced al entusiasmo de aquel Ayuntamiento con la colaboración del Cabildo en el que en adelante será considerado, sin perder su anterior seña de identidad, como Auditorio Ciudad de Guía.

Fue construido en 1932 por Blas Saavedra, figura que destaca por sus inquietudes no sólo políticas, porque llegó a ser concejal y otras veces alcalde titular de aquel municipio a principios del siglo XX, sino por sus inquietudes intelectuales. Fue un hombre que cultivó la cultura para sí y empeñado siempre en desarrollarla en beneficio de sus paisanos en todo momento. Incluso se atrevió a publicar un periódico en aquel pueblo, de efímera existencia, en 1911 con la cabecera titulada La Patria.

Sus inquietudes le llevaron en 1930 a hacer realidad la construcción de un teatro-cine, contagiado sin duda del desarrollo que experimentaba en aquel momento la cultura y la industria cinematográfica porque entre 1920 y 1935 habían abierto en Las Palmas 13 nuevos cines con proyectos de Fernando de la Escosura, Eduardo Laforet, Miguel Martín y poco más tarde José Luis Jiménez y Antonio Cardona Aragón, algunos de cuyos proyectos no se construyeron y quedaron en el papel. Contagiado de esa actividad, 1932 solicita la licencia con planos del arquitecto Fernando De la Escosura Oliva (hijo del que era en 1930 director general del Timbre y Rentas Públicas) del edificio que ocuparía una superficie de 544 metros con una sala para 630 espectadores: 440 en el patio de butaca y el resto de 190 en la zona que en el proyecto se llama anfiteatro.

El edificio se destinaría a la escenificación de obras teatrales o veladas artístico-musicales, pero la principal función sería la de una sala de cine a cuyo efecto instaló el más moderno equipo de sonido. ¿Por qué se decidió entre los cuatro o cinco arquitectos que trabajaban en Las Palmas -la mayoría canarios- a escoger a un joven acababa de llegar de la Península?. Lo ignoramos porque no viven quienes podrían responder, como tampoco adivinamos la razón por la que le puso por nombre "Hespérides".

De la Escosura se había especializado en el diseño de este tipo edificios y, al efecto, ya había proyectado otros dos cines en Las Palmas que nunca se construyeron: los que debían llamarse "España", en Las Canteras, y el "Monumental" en la de Guanarteme, aunque también proyectó en 1939 reformas del que era aquel año a Hotel Negresco, después Hotel Cairasco, parte del cual fue Monte de Piedad y en la actualidad sede del Cicca.

El cine de Guía se concluyó en 1934 porque el martes 6 de noviembre de aquel año Diario de las Palmas inserta una nota dando cuenta de que "el sábado será la inauguración en Guía del nuevo teatro denominado Hespérides, de cuyas condiciones de amplitud y acústica tenemos las memores referencias. Por la noche, en que quedará inaugurada la temporada cinematográfica se ofrecerá al público una gran película". Dos meses antes de la inauguración oficial, ocurrida el sábado 10 de septiembre de 1934, ya estaba terminado, pues en la tarde del sábado 29 de aquel mismo mes y el domingo siguiente actuó el que era en su tiempo famoso ilusionista y prestidigitador conocido como Mr. Poper.

El inicio oficial de la temporada de cine se produjo en enero de 1935 porque conocemos la primera cinta, que aparece en los asientos contables de una libreta que llevaba su propietario, se titula "El hombre que se reía del amor" dirigida por Benito Perojo en 1932 y protagonizada por María Fernanda Ladrón de Guevara y Rafael Rivelles, entre otros. A partir de su inauguración se convirtió en el centro y foco de toda actividad teatral, artística, literaria e incluso para espectáculos de variedades y bailes, en un periodo que se prolongó cerca de 50 años, el tiempo que va desde 1934 hasta 1980 en que se produce su cierre definitivo. Fallecido don Blas, este cine continuó con su actividad a cargo de sus hijos-herederos hasta que en 1976 aquellos decidieron formalizar la venta del edificio hasta el cierre definitivo a mediados de los años ochenta del pasado siglo, a partir del cual se producen sucesivos encuentros entre los propietarios y el ayuntamiento que presidía Fernando Bañolas para, al fin, a principios de 2002 firmarse la compra-venta y en 2004 la corporación consensúa con el Cabildo un plan de inversiones. En 2006 el Cabildo financia la adjudicación del proyecto de terminación de la segunda fase y en 2009 se licita el mobiliario, principalmente la colocación de 350 butacas distribuidas entre el patio principal y el anfiteatro recién restaurado. Esta es, muy en síntesis, la historia del teatro-cine de Guía cuya construcción se produce a principios de la década de los años treinta del pasado siglo.

Concluimos repitiendo lo que ya advertimos en las palabras pronunciadas el pasado sábado: nos referimos a la ingratitud de aquel pueblo con un personaje tan singular y respetado como fue don Blas, a quien se le debe la realidad del espléndido teatro construido con inusual amplitud impropia de aquellos tiempos y de las localidades del interior de la isla como era Guía entonces. Por ello repetimos la sugerencia al Ayuntamiento de Guía de que el estrecho y corto callejón que va desde la calle González Martín a la del Marqués del Muni, y que casi en su totalidad corresponde al frontis de este teatro-cine lleve lo antes posible el rótulo de Pasaje Blas Saavedra Medina, para honrar su memoria y agradecerle su generosa iniciativa.