Desde diciembre no paran de venir tanto extranjeros como canarios". Algo se mueve en Tejeda, según Yurena Sosa, en la entrada del museo Abraham Cárdenes, de Tejeda, uno de los tres puntos culturales que atesora un pueblo cada vez más acicalado. A media mañana ya habían entrado a visitar la obra del escultor tejedense 25 personas, según su registro. Fuera, en la entrada al casco, el ruido a serrucho para montar una hilera de medio centenar de puestos anunciaba que llega la fiesta del almendro. Antonio Rodríguez, Francisco Martín y José Medina Sarmiento, trabajadores del Ayuntamiento, llevaban pegando tachas y enredando verguillas desde las siete de la mañana, mientras barruntaban una mejoría de las temperaturas. "Antier y ayer" -por el martes y el miércoles-, "fueron los días más fríos: ahora se está mejor". Mejor, según el trío, eran los escasos siete grados con los que se amaneció ayer el día pero que, ni de lejos, espantó a nadie.

Como a las Chicas de Las Canteras, que llegaban a bordo de una guagua que cuando aterrizó en la cumbre impulsó gran jaleo en la localidad espantando a los mirlos que hasta ese momento meditaban en unos almendros a toda flor y en unos naranjos envilmados de naranjas del tamaño de pelotas.

El pasaje entró a tropel en la dulcería Nublo, escasos segundos antes de que Juanita -"sin apellidos"- explicara a la visita cómo era esto del almendro en la primera mitad del siglo XX: "Cada mato era como una persona. Sabíamos si daba el fruto dulce o amargo, el primero para repostería y el otro para aceite..." No había terminado de decir ceite que detrás de Juanita se llega un olor almendrado procedente del horno, ahora abierto, que maneja Carmelo Suárez. En una mesa se abría un espectáculo en formato Charlie y La Fábrica de Chocolate de Tim Burton, donde humeaban el bienmesabe, el mazapán, los piñones, el garrapiñado, las galletas y los huesitos. 4.000 kilos de fruto a punto de fiesta elaborados por diez personas, según su propietario, José Antonio Quintana. ¿Y si el fin de semana se pone malo? "Se vende igual. A Tejeda no para de venir la gente".