La Provincia - Diario de Las Palmas

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Ingenio

De la música popular al “pop rock” y “folk”

El panorama musical en Ingenio en la segunda mitad del siglo XX, desde el final de la Guerra Civil, era bastante escaso hasta que lo dinamizó José Suárez Martín

Los Cochineros.

Campos del Sur

El panorama musical aficionado en Ingenio recién terminada la Guerra Civil en cuanto a protagonistas (solistas, grupos, instrumental…) era bastante escaso. Fue el recordado maestro, amante de la música, José Suárez Martín, el encargado de dinamizarlo creando la rondalla infantil Campos del Sur, cuyos componentes en una gran parte llegarían a nutrir la rondalla de Coros y Danzas de la Sección Femenina. Uno de sus componentes fue el niño Blas Sánchez Hernández, como cantante y primera bandurria, que con el paso del tiempo se convertiría en un afamado concertista, compositor e investigador musical.

Hizo la rondalla su presentación oficial el 2 de febrero de 1946, ante la Corporación Municipal, amenizando la exposición de artesanía local con ocasión de las fiestas patronales de Nuestra Señora de Candelaria; actuando en Las Palmas en la Navidad de ese año. Durante años se prodigaron sus actuaciones en las fiestas patronales y las de San Pedro y San Pablo en Ingenio, Teatro Pérez Galdós, festejos de San Isidro y Nuestra Señora del Buen Suceso en Carrizal; amenizando también las excursiones en la playa de Vista Alegre como colofón a las fiestas. A finales de 1947 amenizan la colocación de la primera piedra en la ermita de San Antonio de La Pasadilla y los festejos de ese barrio durante varios años, así como participar en un acto en el cine Avellaneda, inauguración de un dispensario público en la Plaza de Ingenio (1948), lo mismo que en Telde y Sardina del Sur. En su participación en el concurso de rondallas celebrado en Teror en 1951 obtuvieron el segundo premio. Su actividad continuó hasta avanzada la década de 1950.

Panorama general

Legendaria fue la banda de música que se creó en Ingenio en las postrimerías del siglo XIX y que estuvo vigente hasta años anteriores a la Guerra Civil. El intento de su recuperación no tiene feliz término, en cuyo proyecto por el año 1955, Manolo Sánchez y veinte jóvenes expresan ante las autoridades sus deseos de dedicar sus horas libres al estudio de la música por si la banda se creara algún día. Especial reconocimiento merecen algunas “parrandas” con un número muy limitado de componentes, siendo especialmente recordados en la mitad de la década pasada personajes populares como Paco “El Ciego” a la guitarra y Antonio sobre su carrito de minusválido con la flauta, que a pesar de sus limitaciones recorrían el pueblo con sus actuaciones.

También de manera particular algunas “cantadoras” de Los Molinillos amenizando las “comedias” en los primeros años de la década de 1950 en el cine Moderno. Especialmente recordado fue “Santiago el de Mariana”, que causaba admiración con su voz de tenor interpretando tangos de Carlos Gardel; también otros cantantes aficionados locales que aprovechaban la estancia de los “firrimindinguis” en la localidad para demostrar sus cualidades vocales. Cabe destacar a mediados de 1950 la voz y personalidad de Mita Barrios con una recordada actuación en los salones de la sociedad La Juventud. Merecen especial mención Pepe Guedes y Tele, que de manera espontánea causaban admiración con su repertorio de música popular, ambos vecinos del barrio del Sequero. Más tardío fueron Los Rumberos con Federico al frente con su flauta, instrumentos de cuerda y percusión que a través de sus actuaciones de forma particular, en eventos y locales irradiaban alegría por doquier. Con posterioridad, Federico y Carmelo Sánchez, cada uno con estilo bien diferenciado, fueron componentes de una popular parranda conocida por Rompecuerdas.

Causaba especial admiración el sonido de las orquestas y sus vocalistas que amenizaban los bailes domingueros en la Sociedad “La Juventud” en el Puente, cuyo sonido se escuchaba por los lugares cercanos, mientras se desarrollaba “el paseo” en sus inmediaciones, siendo especialmente recordada la Orquesta Falcón de Telde.

No podemos olvidar aquellos “parranderos” de los viejos tiempos como Narciso “el de Paquesito” con su violín (poseía una colección de instrumentos de aire y cuerda) y “Juan Polinario” a la bandurria que con alegría y desparpajo tocaban y cantaban en su cafetín y al que se debe la continuación de los “Ranchos de Ánimas” que habían desaparecido. Era costumbre de los “chiquillos”, después de los juegos tradicionales “al sol puesto”, sentarse juntos a cantar canciones tradicionales, destacando la voz de algún solista como “Dieguito”. Las “chiquillas” en general cantaban y a la vez danzaban en los innumerables juegos infantiles.

En Carrizal se recuerdan las actuaciones de una tuna y sus vestimentas con Juan Viera, Paco Pérez y otros, con el desparpajo y la alegría que este tipo de formaciones transmiten, y posteriormente una parranda que fue muy popular con Pepe Monzón, Fernando Padrón, Pepín Ramírez y Agustín Galván que interpretaban una variada gama de canciones populares.

La música moderna

A principios de la década de 1960 se produce una explosión de modernidad y transformación en las costumbres, indumentaria y manera de entender la vida de parte de los jóvenes a la cual no eran ajenas las nuevas tendencias musicales que se imponían desde fuera, especialmente de Gran Bretaña, Francia, Italia y Estados Unidos con grupos electrónicos, sonidos estridentes y nuevas formas musicales, especialmente el rock and roll, imitado por algunos conjuntos electrónicos españoles (Sírex, Relámpagos, Brincos…), cuyo sonido y la forma de cantar y bailar escandalizaban a una sociedad altamente influida por un conservadurismo a ultranza propiciado por la iglesia católica y el régimen político imperante en la época.

Si bien el rock se impuso desde el primer momento a la hora de escucharlo, no así en los bailes en sociedades y verbenas, donde, al principio hubo cierta reticencia, siendo preferentes los bailes “agarrados” de siempre aunque sí se impuso en las diferentes salas de fiesta que empezaron a proliferar, donde los conjuntos electrónicos iban sustituyendo a las clásicas orquestas de viento. Esta bocanada de aire fresco coincidente con cierto avance social y económico y la incipiente liberalización en el campo de las artes y el pensamiento va a conformar lo que se vino a llamar “Felices Sesenta” o “Década prodigiosa”. La tendencia nos vino de Inglaterra, siendo un importante modelo la música instrumental electrónica de Los Shadows y los revolucionarios Beatles con sus melenas. Esta música “moderna” y sus bailes se va imponiendo entre los jóvenes a través de los “guateques”, a los que aquí se le daba el nombre de “reuniones”, donde grupos de jóvenes con cierta afinidad dentro de su barrio se organizaban casi de forma clandestina para organizar veladas bailables, aprovechando la casa de algún padre o madre sin perjuicios, o bien habitaciones desocupadas las tardes de los domingos, con música de un pik-up.

Allí aquellos jóvenes con mejores recursos económicos solían aportar el último disco de 45 revoluciones del conjunto o solista de moda, alegrando el momento la sangría que los mismos jóvenes preparaban. En estas reuniones se impuso el baile “separado” como el “twist” de pasos más sencillos que el rock y posteriormente el “madison” y la “yenka”.

Los Cochineros

La música popular canaria se manifestaba de forma espontánea o en festejos y bailes y era interpretada de forma individual o por un colectivo muy reducido de voces e instrumentos de cuerda (guitarra, laúd, bandurria y timple). Fue a finales de la década de 1960 cuando un grupo de amigos deciden fundar Los Cochineros en honor a la tradicional profesión de la comercialización de cochinos tan arraigada en Ingenio. A través de los ensayos realizados en un local al que llamaron “chiquero”, el grupo se conforma con veteranos: Juan, Jacinto y Basilio González; Manolo, Diego y Rafael Sánchez; Francisco Espino, Juan Castro, Pepe Romero, Juan Espino y jóvenes como Jacinto Bravo, Antonio González, Enrique, Nicasio, Vicente, Juan Monzón y otros.

Después de editar un primer sencillo lanzaron un LP en 1977 con sus canciones más representativas compuestas por el maestro Blas Sánchez con letras del propio Blas, Manolo, Diego, Jacinto y Antonio González con alusiones a personajes y situaciones de la localidad que alcanzaron gran popularidad, especialmente “Semos los cochineros” y “Cho José” que se ha convertido en una especie de himno obligado en reuniones y jaranas con la estrofa recitada del que fuera reconocido poeta local Juanico Juez.

Audaces, Júpiter, Dragon Fly

La manifestación de nuevas tendencias musicales a través de grupos locales llega a Ingenio avanzada la década. Fue en 1967 cuando se funda el conjunto de música electrónica Los Audaces, siendo los pioneros en el sureste. De la guitarra solista se encargó Jacinto Bravo de Laguna por sus conocimientos y destreza en instrumentos de cuerda tradicionales; Carmelo Monzón, contrabajo y solista; Antonio Acosta Castro, acompañamiento, y Gonzalo Ojeda, batería.

El grupo hizo su presentación al público con motivo de los carnavales de 1968 en los salones del médico Juan Cabrera en El Ejido, actuaciones que se prolongaron durante catorce días. Pasado un tiempo deja la batería Gonzalo Ojeda siendo sustituido por Manolo Rodríguez Romero, incorporándose también Manolo Monzón con el bajo. El grupo empezó a gozar de una aureola popular, especialmente entre los jóvenes, tanto por la calidad de las voces e instrumental, amplio y variado repertorio, así como por la personalidad de sus componentes, muy conocidos y populares.

A partir de ese momento sus actuaciones se fueron incrementando, amenizando bailes en distintos lugares, prioritariamente en Ingenio, Sociedades de Agüimes, Carrizal, Telde, Vecindario y Las Palmas, así como verbenas en las plazas de distintos pueblos, para formalizar luego contratos de largas temporadas con diferentes establecimientos turísticos. A mediados de 1969, el grupo se disolvió y nació Clan XXI, incorporándose al grupo Francisco Espino y Juan Castro como solistas, al igual que Nicasio Sánchez. Con el paso del tiempo Ingenio ya contaba con dos grupos electrónicos: por una parte Clan XXI ya existente y otro de nueva creación bajo la denominación de Júpiter.

Audaces

Sus componentes fueron: Jacinto Bravo, Pepe Cerpa (batería), Manolo Monzón, Fernando Jorge y de vocalista Paco Espino. Más tarde desaparece Clan XXI, tras un aparatoso accidente del batería Manolo Rodríguez y después de un año desapareció Júpiter. De los distintos componentes de ambos grupos nació una nueva formación, Dragon Fly, la cual cosechó numerosos éxitos Las actuaciones de estos grupos fueron extremadamente alegres contando con una numerosa legión de admiradores, que de forma incondicional los seguían en su periplo artístico, siempre con carácter de aficionados, ya que todos vivían de sus trabajos. Por motivo del servicio militar, laboral y otras obligaciones queda Ingenio sin representación de grupos de música electrónica avanzados los 70.

Transcurridos veinte años rememorando todos aquellos episodios del pasado, los primeros componentes con la colaboración de Manolo Monzón y Paco Díaz - su padre, Francisco Espino, sacristán en la Iglesia de Nuestra Señora de Candelaria, tocaba el armonio y se encargaba de los cantos litúrgicos con su peculiar latín- volvieron a recuperar el nombre inicial de Los Audaces en un concierto, utilizando equipos electrónicos mucho más sofisticados y aprovechando las fiestas de San Pedro de 1997, logrando llenar la Plaza de la Candelaria con un público entusiasmado que bailaba y coreaba los éxitos de antaño.

Dos meses después repitieron actuación en la Plaza del Burrero, con gran éxito, conjuntamente con Alaska y Fangoria, quedando como anécdota la felicitación y el comentario que una vez terminada la actuación Alaska hizo al veterano grupo sobre que “eran profetas en su tierra”. Con posterioridad realizarían esporádicas actuaciones con cierto aire “retro”. De todos sus componentes ya no están con nosotros Paco Díaz González (conocido por Espino), Fernando Jorge, Juan Castro, Paco Espino Alemán y Nicasio Sánchez Cabrera.

Témpano

El grupo nace en la mitad de la década de 1970 y es consecuencia de la afición que un grupo de estudiantes ingenienses siente por la música sudamericana y las llamadas canciones “protesta” y de autor que por aquellos momentos marcaban la transición política, teniendo en cuenta que a la vez estos jóvenes eran partícipes de movimientos asociativos y culturales que de forma un tanto marginal se desarrollaban en la localidad con ideas innovadores en el campo social y político ya que en buena medida muchos de los que fueron sus componentes simpatizaban con una incipiente izquierda contestataria. Su afición por este tipo de música y una cierta habilidad con la guitarra hace que de manera espontánea manifiesten su afición a través de los “tenderetes” o reuniones de amigos que solían organizar por Guayadeque, Tufia y otros lugares. La afinidad de estos jóvenes venía dada por una amistad en el pueblo desde la niñez y que una buena parte eran estudiantes de Magisterio, entre ellos: Armando Hernández Matos, Francisco Hernández Artiles (Pancho el de Fano), Juan Ramón Hernández Valerón (el de Maestro Alejo), Rafael Estupiñán Hernández (el de Pepita), Vicente Rodríguez Romero, Francisco Espino (Quico), Manuel Hernández Valerón (Manolo) y Jesús Romero (Suso), habiendo contado el grupo también con las voces femeninas de Amada Hernández Matos y Concepción Ramírez Quintana. Estas manifestaciones informales poco a poco fueron cuajando en una determinada forma de entender la música que toma cuerpo durante la estancia de alguno de ellos en Tamadaba en el verano de 1976, en un campamento o cursillo, que tenían que realizar los estudiantes de Magisterio. Al tenerse conocimiento de sus actividades musicales fueron requeridos para amenizar la velada con la que finalizaba el campamento donde interpretaron canciones con letras del romancero gitano de Federico García Lorca. Las frías noches del pinar fue el motivo que dio origen a que el grupo tomara el nombre de “Témpano”. Fue Armando, el alma mater del grupo, manifestado por sus conocimientos musicales que transmitió al resto de sus compañeros en instrumentos y voces, así como su inspiración para componer y perfeccionismo en la búsqueda de la pureza musical y un estilo propio que los identificara, unido a su meticulosidad en el orden para que todo saliera bien. A lo largo de una treintena de años el grupo contó con otras incorporaciones y se fue renovando, llegando a contar con hasta doce componentes. Destaca especialmente en su repertorio composiciones que musicalizan poemas de Francisco Tarajano, Lorca, Machado, Pedro Guerra o Pedro Lezcano e Isabel Medina y dedicación a acontecimientos y personajes como “Sima Jinámar” o “Corredera”. Sus trabajos discográficos acreditan su exitosa trayectoria: “Creció la mar” (1984), “La tierra de Alvargonzález” de carácter músico-teatral (1985-86), “Romance de la Guardia Civil Española (1986), “Sembrando historia (1989), “El Ingenio le dio el nombre” (1995), en el que se homenajea a su pueblo. Témpano ha compartido escenario con prestigiosos grupos como: Los Panchos, Mestisay, Taller Canario, Sangre de Cóndor, Taburiente, Sabandeños…

El Grupo ha perdurado en el tiempo, siempre bajo la dirección de Armando Hernández, a cuya inspiración se debe el actual himno del Festival Internacional de Folclore Villa de Ingenio.

Témpano

Acuario V

Fue por el verano de 1970 cuando un grupo de jóvenes carrizaleros con edades comprendidas entre los quince y diez y ocho años decidieron fundar un grupo de música folk, compuesto por Francisco Sánchez y Leonardo (guitarra), Juan Ojeda (bajo), Viera (órgano), y Paco, Gena, Yoya y Rosa (voces). En poco tiempo alcanzan gran popularidad y fue por septiembre de ese año cuando logran el primer premio en el Festival de la canción del sudeste celebrado en la plaza de San Miguel de Valsequillo, con un sustancioso premio de 5.000 pesetas, cantidad considerable para la época, en competencia con quince grupos y solistas de la Isla. Con un nuevo premio, sus actuaciones se prodigaron por el propio Carrizal, Vecindario, Castillo, Carrizal Tenteniguada, Sardina.

Acuario V.

Palo Sangre

A principios de la década de 1990 nace este grupo de cuerda, percusión y voces actuando en distintos locales con la presencia de Carmelo Sánchez, que ya destacaba a título individual por sus conocimientos musicales e interpretativos en el campo de la música tradicional canaria, parrandero al viejo estilo, musicólogo y rescatador de temas olvidados, fino instrumentista, poniendo su sello personal entre el rigor y el humor con sus acertados comentarios entre pieza y pieza; todo un referente musical y literario para Ingenio. Le acompañaban: Andrés, Manolo Caballero y Juan a los que se unió Agustina Martín que ya había actuado como solista en agrupaciones de la localidad. Su significativo nombre de Palo Sangre se eligió en una actuación en Guayadeque de donde es característica esta planta de nuestra flora. Su música se componía principalmente de aires sudamericanos como el son y la guaracha y otros, fusionados con el folk y pop que dieron a este grupo gran popularidad, con la consiguiente edición de algunos trabajos.

Agrupaciones folclóricas con rondalla y cuerpo de baile

Coros y Danzas, fundado en 1949 con su larga trayectoria ha marcado un hito importante en el devenir musical de Ingenio. Posteriormente se fundaron: Los Artesanos, en el casco de Ingenio, Guayadeque, en Carrizal y Tacoremi en Las Majoreras, que merecen un capítulo monográfico que no nos permite esta apretada crónica, al igual que la rondalla Los Salineros, así como la banda de música Sociedad Musical Villa de Ingenio.

Rondalla Campos del Sur. En la fila superior (4º i.), su fundador, el maestro J. Suárez.

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