La laurisilva canaria, un bosque manantial que capta el agua de la niebla en los momentos de humedad para ofrecerla en las épocas de sequía, se enfrenta a graves problemas como el cambio climático, los incendios forestales, la proliferación de especies asilvestradas porque suponen un fuerte impacto para las especies vegetales protegidas como el tajinaste azul y otras.

Así lo manifestó el director conservador del Parque Nacional de Garajonay, Ángel Fernández, que a su vez presentó las principales estrategias para la protección de la laurisilva canaria, que suponía miles de hectáreas de bosque en Canarias reducido drásticamente por las sucesivas explotaciones históricas de sus recursos, en el cierre de Noviembre Forestal, un mes que todos los años el Cabildo dedica a debatir sobre su medio natural y que este año ha tenido una celebración particular online y ha concluido con un Día del Árbol igualmente especial.

En su ponencia, Fernández también expuso algunas estrategias llevadas a cabo como las actuaciones de restauración emprendidas en áreas de bosques degradados, el enriquecimiento de estas zonas con especies escasas o de difícil propagación, la devolución de la laurisilva a terrenos en los que había sido reemplazada por especies foráneas, además de establecer en zonas de matorral programas de repoblación con especial hincapié en zonas estratégicas como las de captación de aguas, aparte de programas de control de los herbívoros que están arrasando con vegetación amenazada.

Por su parte, el profesor de la Universidad Politécnica de Valencia Antonio del Campo incidió en la importancia de los procesos hidrológicos en los bosques como una herramienta para mitigar los efectos del cambio climático a través de la gestión forestal, así como en la necesidad de entender el funcionamiento de estos procesos para incorporarlos a los tratamiento selvícolas, como claras de masa forestal para la recarga de los acuíferos.

La Diocalandra frumenti mata a las palmeras en 7 años

La coordinadora del departamento de Educación Ambiental del Jardín Canario, Isabel Santana, aportó por su parte los resultados de la prospección realizada en los palmerales de Lanzarote, Fuerteventura, Tenerife, La Gomera, El Hierro y La Palma para verificar el estado de afección del escarabajo Diocalandra frumenti, una especie asiática de tan solo 5 milímetros detectada por primera vez en 1998 en un palmeral de Maspalomas que puede matar una palmera entre 7 y 10 años.

Se prospectaron 6.694 palmeras, y los resultados revelaron que las islas más afectadas son Lanzarote y Fuerteventura, con un 50 por ciento de afección en sus palmerales, seguidas de Tenerife que alcanza el 35 por ciento, La Palma con un 5,7 por ciento, y La Gomera con un 5 por ciento, mientras que en El Hierro no se detectó la presencia de esta plaga. En Gran Canaria afecta a palmeras urbanas y de jardinería, así como a palmerales de Arguineguín, Arteara, el Aserradero y Ayagaures, entre otros.

Ante esta situación, Santana destacó la necesaria coordinación entre las distintas administraciones, así como la puesta en marcha de medidas de contención de esta plaga, como la creación de una comisión de seguimiento, invertir en investigación y biología, el control del manejo de las podas y de los residuos, además de la vigilancia contínua de los palmerales.

El valor de los pueblos forestales

Por su parte, la ingeniera forestal Marta Corella ahondó en el valor de los pueblos forestales que por antonomasia han donado, y lo siguen haciendo, servicios ecosistémicos en beneficio de toda la sociedad, fijan carbono, filtran el agua de calidad que consumen en las ciudades, etc, por lo que profundizó en la importancia de conocer la simbiosis entre los pueblos y el bosque, incluido el destacado papel de la mujer en el medio rural.

Corella considera posible la coexistencia entre la conservación y la intervención en el medio natural, ya que ahora más que nunca la naturaleza necesita la ayuda de una buena gestión forestal ordenada que respete el entorno para hacer frente al cambio climático.

Más de medio siglo del Día del Árbol

El primer Día del Árbol se celebró en 1969 impulsado por el Grupo Montañero Gran Canaria, este fin de semana la edición 52 este mismo grupo quiso mantener viva la ilusión que nació hace más de medio siglo con una convocatoria sencilla frente a la masiva de otros años, pero lo suficiente para mantener la llama viva.

Veintiún socios en representación de los veintiún municipios de Gran Canaria fueron los encargados de plantar árboles en ladera de la antigua presa de Martinón, en el barrio del Zardo.

Este extraordinario lugar se encuentra en un paraje del municipio de Las Palmas de Gran Canaria que, junto con otros próximos como San José del Álamo, la montaña de San Gregorio, la zona de la presa del Pintor, el Lomo del Palomar, La Meseta, los Altos de Siete Puertas o más al sur la presa de la Umbría, constituye un medio singular en el que poco a poco está regenerándose de forma natural y mediante repoblaciones una interesante masa de bosque termófilo, ecosistema que se encuentra en amenaza de supervivencia. Destaca en este impulso la sabina, que estuvo a punto de desaparecer, y hoy gracias a estas acciones, la situación ha sido revertida.