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Meteorología | La agricultura tras las últimas lluvias

“El agua siempre beneficia”

Cuatro agricultores de algunos de los barrios emblemáticos de Arucas describen cómo les han afectado las recientes precipitaciones en sus respectivos terrenos

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El agua caída con filomena beneficia al campo aruquense José Carlos Guerra

“Todo el agua que cae siempre beneficia”. Así de claro se expresaba el agricultor Santiago Cabrera, de 78 años de edad, propietario de una finca en el barrio Los Portales, en Arucas, con un terreno de unas dimensiones de 10.000 metros cuadrados y que es conocido en el pueblo como la finca de los Cabrera. Su caso no es muy diferentes a la de otros ganaderos, agricultores, o a la de los hombres que se ganan la vida con la tierra de sus alrededores, ya que las precipitaciones caídas los últimos días han sido un maná para el municipio norteño creando un ambiente de humedad óptimo para los diferentes cultivos y regando una amplia extensión de cultivos para que favoreciera el desarrollo de la tierra.

Este terreno, situado a un lado de una de las carreteras locales de la zona en cuya entrada hay un cartel que avisa “sólo para vecinos” tiene una larga historia digna de destacar ya que empezó a comienzos del siglo pasado como un auténtico vergel que sustentaba todo un negocio boyante del que vivían bastantes personas y que ha ido menguando hasta quedarse únicamente como sustento de la alimentación familiar.

“Lo heredé de mis padres y llevo más de 40 años aquí”, afirma el propietario. “Tengo naranjeros, limoneros, nísperos, higueras, olivos que no dan nada, un peral, una manzanera”, añade. “También hay una zona de cuatro mil eucaliptos y árboles frutales”. Una finca que pertenecía a su abuelo y que este dejó como herencia a ocho hermanos para que se plantara de todo y del que ahora él se ha quedado como único responsable ya que sus primos se han marchado y han perdido interés por este negocio. Por lo tanto, lo que saca de la tierra desde hace años es para él y sus tres hijos.

“Los tres tanques de mi fincas están llenos a rebosar”, afirma Santiago Cabrera

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En estos momentos, los tres tanques de agua que posee la finca están llenos y rebosados, por lo que el agua corre continuamente a modo de acequia para los barrios colindantes y se está perdiendo un patrimonio de agua que, en sus primeros tramos, pasa por delante de sus pertenencias, baja por el valle y suministra a la finca del vecino. “El estanque está rebosando”, afirma Cabrera. “A lo que hay que añadir un accidente de aguas en el barranco que reventó este año tras mucho tiempo sin salir. Nos ha cogió desprevenido y el agua que estamos perdiendo lo están aprovechando otras fincas”.

Se da la circunstancia también que las precipitaciones reventaron una de las alcantarillas más cercanas a su propiedad llenando todo su terreno de aguas fecales que el propio dueño tuvo que arreglar ante el desentendimiento del Ayuntamiento. “Fue tanta el agua que entró, y tanta la porquería que tuvimos que limpiar, que no nos quedó más remedio que hacer un desembolso de 1.500 euros que juntamos los vecinos para poder echar tierra y pararlo”. Este agricultor fue también ganadero durante un tiempo, compaginando las labores de la tierra con la crianza de cabras y cochinos, “pero ahora sólo me quedan seis gallinas ya que no puedo encargarme de tanta responsabilidad como en el pasado por la edad”, añade.

La agricultura ha sido desde siempre la principal riqueza económica de Arucas, destacando hoy día las amplias vegas de cultivo de plátanos. Pero en este municipio se elabora el ron miel, procedente de la caña de azúcar. Desde el siglo XV, el principal cultivo de la zona de Arucas fue la caña de azúca y una de las características principales de lo que hoy es Arucas es su fábrica de ron.

Pasando los barrios de Santidad, Los Portales, Visvique o Los Castillos, en Arucas no hay lugar más emblemático que la finca en donde se recoge la caña de azúcar con la que se realiza el famoso y emblemático ron. Y, precisamente, Sergio Tadeo, de 42 años, es el encargado de estos terrenos desde hace nueve. “El agua siempre viene bien, y más en estos momentos que llevábamos tres años con pocas lluvias y año tras año se iba notando la sequía”, asegura.

El responsable de esta zona de cultivo se encuentra con otros operarios del Ayuntamiento haciendo combos de materia orgánica para la caña que se encarga de cuidar de forma minuciosa en un terreno de tres hectáreas, unos 30.000 metros cuadrados, y en un lugar en el que, cuando es la época de zafra, trabajan como quince personas”. El agua es la sangre de la tierra”, señala. “Es verdad que ahora es un poco barro pero es lo que toca ya que el agua nunca viene mal siempre que llegue razonadamente. Evita un par de semanas de riego que suponen un ahorro en trabajo, gastos de luz y gastos de gasoil, por lo que viene bien desde el aspecto económico”.

“La lluvia ha sido un incentivo también para la economía”, aclara Pedro González

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Parte de la producción de cañas de azúcar se sitúan en esta zona y otra parte está en Pozo Izquierdo, donde hay mucha más cantidad. “De aquí se saca el agua ardiente que es donde después se hace la mezcla de ron y se distribuye a las Islas Canarias, Península y zonas del extranjero. Este año la recogida será entre abril y mayo”.

Sergio Marrero Quintana, de 79 años, tiene una finca ya en la zona en Bañaderos que llama mucho la atención porque surge como unafisonomía bastante coqueta desde la carretera principal. “La lluvia es siempre una bendición”, señala. “Y más en una zona de Canarias en donde este bien tan apreciado escasea bastante y que hace que el trabajo agrícola se encarezca”. En estos momentos Marrero se centra en trabajos de minifundios,

“Lo mío es un negocio familiar, en el que trabajo pedazo a pedazo con productos solo para la casa, como verduras, aguacates, papas, plátano,s y en papaya ha sido asombroso lo que me ha dado”. Marrero trabaja en este negocio familiar de mil quinientos metros cuadrados, mientras se prepara para hacer el riego por goteo para plantar papas que permite la utilización óptima del agua y el abono.

Esta sensación de observar una vegetación fresca y sana se podía comprobar por otros barrios del municipio como Cardones, Juan XIII, Santidad, Trapiche, Trasmontaña, Tinocas, El Puertillo, la zona de Visvique junto a sus núcleos de población conocidos como Barreto, Santa Flora, La Solana, Virgen del Pino y el propio Visvique. Dejando a un lado el Parque Natural o el Jardín de la Condesa, con más de 2.500 especies de flora tropical y subtropical. Arucas es eminetemente agrícola y vivió el auge de la demanda de cochinilla en el siglo XIX.

Más cerca de la costa, por la zona de San Andrés también tiene un pequeño terreno Pedro González, de 58 años, lleno de plataneras. “La agricultura es muy importante en Arucas”, afirma.

“De hecho aquí tenemos una escuela de Capacitación Agrícola y varias empresas que trabajan en la agricultura ecológica que luego distribuyen por el resto de la Isla”., añade a continuación. Por eso mismo “la llegada de la lluvia no sólo ha ayudado a que los terrenos se mantengan vivo y las cosechas no se echen a perder”, añade. “También tiene un componente importante que ha servido para salvar negocios, impedir la pérdida de puestos de trabajo”, subraya, “porque se ha producido una economía muy importante que gira alrededor de los productos de la tierra que se demanda en todo el Archipiélago”

Tras escuchar a estos trabajadores de la tierra una cosa parece clara y es que hay ciudades, municipios, pueblos o incluso núcleos de poblaciones cuya fisonomía cambia radicalmente tras la llegada del agua y Arucas puede, sin duda, considerarse casi como un caso paradigmático en este sentido.

En el centro de ambas páginas, el agricultor Santiago Cabrera, situado junto a uno de sus tres tanques de agua rebosando señala la situación de la finca del propietario vecino a donde va a parar el agua. Sobre estas líneas, el también agricultor Sergio Marrero mientras realiza el riego por gotero. Y la izquierda, una panorámica del municipio de Arucas desde las plantaciones de caña de azúcar de Ron Arehucas. |

Fenómenos inesperados


El paso de la borrasca Filomena dejó un resultado desigual en los diferentes municipios de las Islas. En algunos casos hubo destrozos e incidencias de consideración. Pero en el municipio norteño no habría que destacar nada en este sentido. Sin embargo, la borrasca deja tras de sí una curiosa y poco frecuente escena en el barrio principal, donde durante la jornada del sábado cayó una fuerte lluvia de granizo en pleno centro del casco. Así lo recuerda Juan Pérez, vecino de la ciudad. “Fue algo que nadie esperaba y que a muchos sorprendió positivamente”, señala. “La lluvia vino acompañado de fuertes rachas de viento y una bajada de la temperatura insospechada”. Por unos momentos “parecía un paisaje más propio de Canadá que de Canarias”. | A. G. S.

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