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ANÁLISIS

Los artífices del Templo Ecuménico de Maspalomas

Este jueves se cumplieron 50 años desde que el El Templo Ecuménico ‘El Salvador’, de San Bartolomé

de Tirajana, fuera bendecido en una jornada en que el Ecumenismo celebraba una jornada histórica

Logo del 50 aniversario del Templo Ecuménico. | | LP/DLP

El Templo Ecuménico ‘El Salvador’ fue bendecido en la tarde del jueves 21 de enero de 1971, en una jornada en que el Ecumenismo celebraba una jornada histórica en Maspalomas. Se reunían a tal efecto el Obispo de la Diócesis de Canarias, Monseñor José Antonio Infantes Florido, el VIII Conde de la Vega Grande, don Alejandro del Castillo y del Castillo, y sus hijos don Alejandro y Don Pedro. Presidió el acto el Cardenal Johannes Willebrands (Presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos y gran promotor del diálogo ecuménico) y les acompañaban el párroco de Maspalomas, don Manuel Montesdeoca Hernández, el arquitecto Manuel de la Peña Suárez, y los artistas José Abad y Juan Antonio Giraldo, artífices de la verja de hierro y de las vidrieras del templo, respectivamente, así como los pastores de las iglesias anglicana, luterana, sueca, finlandesa y alemana.

Este 21 de enero de 2021 -también jueves-, y convocados por el Rector del Templo don Eloy A. Santiago Santiago, con un respeto riguroso a las normas establecidas por el Covid, se reúnen también el Obispo de la Diócesis de Canarias, Monseñor don José Mazuelos, el presidente del Cabildo Insular don Antonio Morales, el primer Teniente alcalde del Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, don Samuel Henríquez; los inminentes Condes de la Vega Grande de Guadalupe, don Alejandro del Castillo y Benítez de Lugo y doña Alejandra de Vera Calonje, antiguos rectores del Templo, Pastores de distintas iglesias cristianas y un reducido grupo de invitados, hasta completar el aforo permitido, entre ellos, el Premio Canarias de las Bellas Artes, don José Dámaso Trujillo -Pepe Dámaso-.

Logo del 50 aniversario del Templo Ecuménico.

Todo ello a fin de conmemorar, de manera testimonial y simbólica, el 50 aniversario de la Inauguración del Templo Ecuménico ‘El Salvador’; y, al mismo tiempo, para tributar homenaje póstumo al que fuera su impulsor y mecenas del Templo, don Alejandro del Castillo y Bravo de Laguna -IX Conde de la Vega Grande de Guadalupe:

La motivación primera para edificar un templo en Playa del Inglés se debía al “boom” turístico de mitad de la década de los años sesenta y que a don Alejandro del Castillo y Bravo de Laguna, le resultaba caótica la masiva asistencia de fieles a la Iglesia de San Fernando de Maspalomas, que los fines de semana desbordaba el templo y se extendían por la plaza anexa.

Compartió la idea con el entonces obispo de la Diócesis de Canarias, Monseñor Infantes Florido, y éste aprovechó para poner de manifiesto la necesidad de crear un centro de carácter ecuménico y, por ende, internacional -como la zona turística donde se implantaba-.

La motivación primera para edificar un templo en Playa del Inglés se debía al “boom” turístico de mitad de los sesenta y que a don Alejandro del Castillo le parecía caótica la masiva asistencia de fieles a la Iglesia de San Fernando

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Resultó fácil que se aunaran los criterios entre ambos: el Condado de la Vega Grande aporta el terreno y asume el coste de la construcción, asigna el diseño y ejecución de la obra al arquitecto del proyecto Maspalomas Costa Canaria, Manuel de la Peña Suárez, que será asistido por el aparejador, Ulises Medina Hernández, ofreciéndolo una vez concluido a la Diócesis de Canarias.

En el transcurso de estos 50 años, el Templo Ecuménico ha cumplido la función de ser el centro donde las confesiones cristianas de Europa han celebrado sus cultos, se han unido en oración, han puesto en común sus inquietudes y han trabajado por la Unidad Cristiana.

Pero estos 50 años también han dejado en el Templo Ecuménico una fuerte mella que afecta hasta la mismísima estructura y, mejor mañana que pasado, necesita que todos hagamos por él lo que esté de nuestra mano.

El mundo empresarial del sur grancanario y las instituciones -local, insular y regional- deberían actuar como debe ser y estar a la altura de las circunstancias. Es más, la urbanización Playa del Inglés, toda ella, necesita como agua de mayo que el entorno del Templo Ecuménico recupere y vuelva a tener el esplendor perdido.

Alejandro del Castillo.

En lo personal y, con nombres y apellidos, ya existe suficiente constancia de la aportación impagable que deja en el Templo Ecuménico el arquitecto Manuel de la Peña Suárez, el aparejador Ulises Medina y los artistas que lo engrandecen: Juan Antonio Giraldo y José Abad.

Monseñor Infantes Florido

Toca hablar de sus verdaderos artífices. En primer lugar el Excmo. y Rvdmo. Monseñor José Antonio Infantes Florido, obispo de Canarias (de 1967 a 1978), considerado como el pionero del Movimiento Ecuménico en España.

Monseñor Infantes Florido hizo su entrada en la Diócesis de Canarias el 21 de octubre de 1967, en medio de “un clima de apoteosis y entusiasmo popular”. Su episcopado se iba a desarrollar en unos años trascendentales para la Iglesia y para España, entre el Concilio Vaticano II y la Transición política española.

Se doctoró en Derecho Canónico en Roma y en Derecho Civil en Sevilla, y como escritor publicó dos tesis sobre ambos derechos. Además realizó estudios de investigación de historia de la Iglesia en el siglo XVIII, principalmente acerca del Obispo Tavira.

Siempre se mostró cercano, dialogante y solidario. Su mediación fue eficaz en algunos conflictos, como en el caso de la empresa de transportes de pasajeros que se solucionó con la creación de la Cooperativa Salcai o afrontando la problemática social de los Aparceros del sur de Gran Canaria.

La conjunción de ideas entre Monseñor Infantes Florido y Don Alejandro del Castillo y Bravo de Laguna en cuanto a la construcción de una Iglesia en Maspalomas, y la propuesta por el Obispo en que ésta fuese de carácter Ecuménico hizo que, a partir de ahí, fuera reconocido como pionero del Movimiento Ecuménico en España, llegando incluso a rendírsele homenaje con la condecoración por el Patriarca Atenágoras, con la Cruz de oro del Monte Athos.

No es de extrañar que el nombre de ‘El Salvador’ para el Templo Ecuménico de Maspalomas esté influenciado por su estancia como párroco en la Iglesia sevillana del mismo nombre, donde fue consagrado Obispo el 21 de septiembre de 1967.

Y, por supuesto, la participación del Excmo. Sr. don Alejandro del Castillo y Bravo de Laguna (de 1928 a 2020), IX Conde de la Vega Grande de Guadalupe.

Alejandro del Castillo

Hablamos de aquel niño que quería ser misionero en Japón y terminó por crear el emporio turístico más importante de España, de relevancia mundial. Alejandro del Castillo tuvo a lo largo de su vida tantas condecoraciones, homenajes y reconocimientos, tantos premios y medallas de oro que no va a ser posible enumerarlos. Pero eso sí, el IX Conde de la Vega Grande de Guadalupe va a ser recordado para la historia, de la manera que él mismo decía que deseaba: “Era buena persona”.

Tenía su conciencia tan tranquila que llegó a manifestar: “Estoy preparado para la muerte y si me dicen ahora que muero mañana, pues ni me importaría”. Y continuaba: “Prefiero vivir con mi conciencia tranquila a tener cuatro duros más”. Se entregaba de lleno a colaborar en toda clase de obras sociales y de manera especial e influenciado por su esposa, la Sra. María del Carmen Benítez de Lugo y Massieu, en la protección y desarrollo integral de la infancia y la adolescencia.

Gran humanista y mecenas de la cultura, tuvo la visión que habría de convertir Gran Canaria en destino turístico privilegiado de toda Europa; por lo que la historia de lo que es hoy Canarias la empezó a escribir Alejandro del Castillo, junto a su familia, hace ya sesenta años.

De entre sus principales iniciativas: la creación del Templo Ecuménico. Entre la propuesta de don Alejandro y la aceptación por el Obispo, hubo una conjunción de ideas que concluyeron con la construcción de un Templo Ecuménico que costeó el mismo, que diera cobertura a los cultos de las diversas confesiones cristianas de Europa, atendiendo tanto a los feligreses residentes como los que disfrutan de una estancia vacacional en la isla, concretamente en Maspalomas.

Era don Alejandro un amante de la pintura -acuarelista, promotor de arte, enamorado de la lírica, aficionado al golf y a la hípica, ganador de rallies; todo ello sin dejar de ser un gran emprendedor y hombre de empresa.

Como él mismo solía decir, hizo todo el bien que pudo.

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