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Mogán

Los cambios de Mogán en 40 años

Un libro y un documental reúnen vivencias y testimonios de 39 vecinos y vecinas, y fotografías para mostrar cómo se vivía antes | El desarrollo no sólo fue por el turismo

Tres jóvenes que trabajaban en un almacén de tomates del pueblo moganero, imagen cedida del libro ‘La memoria de un pueblo. Mogán 1980-2020’ | | LP / DLP

El municipio de Mogán ha cambiado mucho en los últimos 40 años y con un desarrollo que no se esperaba antes alcanzar. El libro y el documental ‘La memoria de un pueblo. Mogán 1980-2020’, publicado y grabado por Bilenio Actividad Cultural, recoge los testimonios y vivencias de 39 vecinos que representan los barrios principales. Incluye una serie de fotografías durante dicho periodo. La Concejalía de Participación Ciudadana apostó por hacer y conservar estos trabajos para concienciar cómo era y es Mogán. Queda claro que no fue sólo el turismo el que causó el cambio, sino también la implicación vecinal.

“¿De estudiar? Yo cuando salí del colegio no sabía ni poner mi nombre porque me sacaron y dejé de estudiar. Primero para cuidar a mis hermanos que eran más pequeños. Aprendí [a leer y escribir] después, que ya era una mujer, que me interesé y que hubo clases por la noche.” Estas son las palabras de Concepción Suárez Afonso, vecina de Veneguera, en el municipio de Mogán, en relación a su infancia, a la falta de asistencia al colegio y a la necesidad de trabajar a partir de los once años en el empaquetado de tomates en un almacén de Mogán.

“Lo pasé muy mal también en aquella época porque no había ni qué comer en ese tiempo y por eso estaba yo trabajando, por lo poco que ganaba mi padre”, afirma Suárez Afonso sobre una situación que no sólo se produjo en Mogán en el siglo XX, sino en otros muchos rincones de la Isla.

“La gente era antes más humilde y ahora es más egoísta”, apunta Alejandro Cabrera

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Estas declaraciones invitan a valorar y a reflexionar sobre el cambio tan trascendental que ha tenido el municipio de Mogán, como también empujan los testimonios de las otros 38 vecinos y vecinas que fueron recogidos en el libro y en documental titulados ‘La memoria de un pueblo. Mogán 1980-2020’, publicado por Bilenio Actividad Cultural. Todo ello es el resultado de la iniciativa de la Concejalía de Participación Ciudadana, la cual contó con una subvención de 13.300 euros por parte del Cabildo de Gran Canaria.

En la portada del libro se incluyen fotos de los 39 vecinos participantes, y cada uno de ellos representa a los barrios principales del municipio: Veneguera, Mogán casco, playa de Mogán, Motor Grande, Arguineguín, El Horno, Barranquillo Andrés y Soria.

Los cambios de Mogán en 40 años | LP/DLP

Además, se incluyen fotografías de cómo eran antes los distintos lugares y cómo eran las actividades. Todos los entrevistados ya eran mayores de edad en 1980, para conseguir la imagen más completa posible respecto al desarrollo de Mogán en estos últimos 40 años. Se entrevistó, entre otros, a profesores, parteros, médicos, pescadores, párrocos, políticos de ese periodo y trabajadores de los sectores del turismo y el agrícola.

En el libro y en el documental, se recogen vivencias, anécdotas y reflexiones de todas estas personas que fueron entrevistadas el pasado mes de noviembre, y se centró en los temas de la pesca, agricultura, ganadería, turismo, política, educación, medicina, religión y fiestas populares.

“Las Filipinas y Soria sólo tenían un camino para las bestias”, manifiesta Pino Lorenzo

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Pi no Lorenzo Correa cuenta cómo era su barrio: “Antes Las Filipinas, igual que Soria, era un muerto porque había un camino real para bestias y malísimo por el que teníamos que salir antes para poder ganar la comida. Antes se juntaba pinocha ¿y sabe donde iba yo con 12 años? A la Presa del Mulato, a aquel barranco y traía dos manadas de pinocha, por todos esos riscos para adelante a llegar a Cortadores. Y nos levantábamos a la una de la mañana o a las dos para poder llegar allá arriba. Allí estuve yo tres años pero fija con todos mis hermanos.”

Verónica García Melgar, de Bilenio Actividad Cultural, coordinadora del proyecto, explica que “surgió como libro y documental porque no se podía hacer un encuentro presencial con todos los vecinos por motivo del Covid-19 y en cumplimiento de las medidas y normas sanitarias”.

Otra declaración, respecto a su formación, es la de Anastasia Mari Paz Llarena Sarmiento, que reside en Arguineguín: “Fui maestra con el sacrificio de mis padres y de mis hermanos. Porque en aquellos tiempos se podía muy poco. Era una cosa especial el hecho de ir un niño a la escuela porque teníamos que desplazarnos a Las Palmas de Gran Canaria. Yo fui a Telde.”

Los cambios de Mogán en 40 años

En relación a por qué esta publicación y el documental se centran en los últimos 40 años [1980-2020], Verónica García argumenta: “porque en esas cuatro décadas se produce el mayor crecimiento económico, social y educativo de Mogán. No hay que olvidar que antes se trataba de un municipio aislado y que contaba con grandes carencias educativas y sanitarias, y la falta de vías de comunicación”. “El turismo fue uno de los principales motores de esos grandes cambios”, agrega.

Asimismo, aclara que no sólo fue el turismo lo que provocó los grandes cambios, “sino también la acción de los vecinos, la implicación vecinal. Así lo podemos interpretar por los avances y cambios ocurridos en lo relacionado con el patrimonio, la recuperación de las fiestas populares y el molino de viento”.

La primera plaza de Arguineguín la hicieron los propios vecinos con cemento

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“Un ejemplo de la implicación vecinal fue la primera plaza que tiene Arguineguín, Pino Seco. La hicieron los vecinos con sus manos, después de que la Fábrica de Cemento les regalara el material”, puntualiza García Melgar.

Pedro Betancor León, de Playa de Mogán, habla sobre los medios de transporte: “Recuerdo recogerme por una falúa que se llamaba ‘El Mogán’ desde el puerto de Agaete para ir a Mogán y había que poner una capota delante para ir protegido del viento”.

Los cambios de Mogán en 40 años

“Y estabas así casi cuatro horas para ir de Agaete a Mogán, pasando la punta de La Aldea que eso es una cosa bastante agitada, un mar bastante agitado”, concreta.

Sobre los fines de estos dos trabajos, la coordinadora de Bilenio señala que son “potenciar el aumento de las relaciones sociales y mejorar la integración de todos los vecinos y todos los barrios”.

En esta recopilación de vivencias y experiencias no faltan valoraciones de cómo eran las relaciones entre las personas, como la de Juana García Afonso, conocida como Caya, de Veneguera: “Yo le voy a decir la verdad, aunque mucha gente no, pero yo casi que prefiero más la vida que teníamos antes, aunque trabajábamos bastante pero después parece que la gente teníamos otra cosa, teníamos más contacto unos con otros. Ahora parece que la gente no va sino a lo suyo nada más.”

Pedro Betancor recuerda que se iba en falúa a Agaete desde Mogán en cuatro horas

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María Reyes Marrero Álamo, de Barranquillo Andrés, resalta: “La vida antes era totalmente diferente. Era otra vida, la convivencia, nos juntábamos aquí en la plaza, yo qué sé, caminabas, era totalmente diferente. Ahora cada uno en su casa y encima con esta pandemia pues más. Las fiestas eran distintas, eran más familiar, ahora viene más gente de afuera.”

“La gente antes era más humilde y se compenetraban mejor unos con otros. Hoy hay un poquito más de egoísmo, un no me fío de ti o intento engañarte”, dice Alejandro Cabrera Déniz, llamado Ignacio, de playa de Mogán.

Los cambios de Mogán en 40 años

Silverio Martín Sánchez, del casco, expresa que “añoro mucho que hace cuarenta años había una amistad totalmente diferente a la de hoy, en la que cada uno va a lo suyo. Nos prestábamos las cosas, el motor, sacho y el pico, que era lo que había. El que tenía una máquina también ayudaba a los compañeros de la finca”.

De otro lado, respecto a los otros implicados en este trabajo publicado y al grabado, Juan Carlos Saavedra hizo las entrevistas, el guión del documental y los textos del libro. Un equipo de Bilenio hizo las grabaciones y montaje de la edición, y otro de la maquetación, diseño y la cartelería.

Desde la Concejalía de Participación Ciudadana se consideran estos dos trabajos como “un material imprescindible para conservar un periodo de la historia del municipio y que se pueda consultar por las generaciones futuras y presentes”. Este libro, del que se editaron cien ejemplares, estará disponible en las bibliotecas municipales, y en las asociaciones culturales y vecinales. Las grabaciones están en el Archivo municipal. La edil Consuelo Díaz destaca que “este proyecto se ha convertido en una oportunidad preciosa para conocer cómo ha evolucionado nuestro municipio y para ser conscientes de cómo personas anónimas se esfuerzan cada día para crear una sociedad mejor”.

La alcaldesa de Mogán, Onalia Bueno, quien es la autora del prólogo del libro, agradeció “a todas las personas que participaron y han contribuido en el desarrollo del municipio en los últimos cuarenta años”.

El municipio de Mogán ha cambiado de forma radical en los últimos 40 años, al tiempo que ha perdido o transformado su pasado agrícola, pesquero y tradicional. En las fotos, de arriba a abajo, una imagen de cómo era Puerto Rico, en el año 1968; cuatro hombres junto a una barca en la playa de Arguineguín; dos participantes en un Belén viviente en Veneguera; y los cultivos en lo que era la playa de Mogán. |

Un antes y un después en poco tiempo


El libro y el documental ‘La memoria de un pueblo. Mogán 1980-2020’ suponen un viaje a un pasado que parece muy lejano y para algunos poco creíble al considerar cómo se vive ahora y con qué desarrollo. Entre los testimonios de los 39 vecinos que participaron en el proyecto, Josefa Alonso Hernández, de playa de Mogán, recuerda que “el único varón que tengo se dedicó a la pesca poco tiempo, después fue al cuartel y cuando regresó se puso a trabajar en los barcos de turismo”. El abandono de los sectores tradicionales, como la ganadería, se acentuó en ese periodo. Silverio Martín Sánchez, de Mogán casco, señala que “fue total. Fijese que en Mogán no hay ni una vaca. Corderos no sé si hay algunos. Antes teníamos cabras para consumir leche y para hacer los quesos. Contábamos con unas gallinas, conejos y un cochino correspondiente en cada familia. Todos los años matábamos un cochino y con eso se hacían los potajes que añoro.” En los últimos cuarenta años, Mogán logró recuperar también un testigo único de su pasado indígena, el yacimiento arqueológico de Cañada de los Gatos. “Íbamos a jugar a aquel barranco al escondite. Al menos que se mantenga lo cultural”, apunta Francisco Afonso Bueno, de playa de Mogán. | M. Á. M.

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