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Actriz

María Garralón: “La obra ‘Háblame’ es puro teatro, es entrañable y tiene ternura”

La actriz María Garralón, durante una reciente función de la obra ‘Háblame’. | |

María Garralón (Madrid, 1953) trabaja como actriz desde 1974. Este oficio le ha dado más alegrías que penas. Aplaude que Agüimes y Teror apuesten por un teatro seguro. Esta vez interpreta a una abuela en la obra ‘Háblame’, junto a Raquel Infante y Víctor Palmero, y dirigidos por Juan Pedro Campoy. La función de hoy viernes será a las 19.30 horas en el Teatro Auditorio de Agüimes y la de mañana sábado a las 19.00 horas en Auditorio de Teror.

¿Qué puede aportar el teatro en este tiempo en el que aumentan la ansiedad, la depresión y el cansancio por esta pandemia de Covid-19?

El teatro cultiva el alma y con él, como siempre, podemos distraernos, convertirnos en otras personas, ver los problemas que tienen los demás y los propios.

¿Cómo valora la apuesta por el teatro que hacen Agüimes y Teror, con tantas medidas de seguridad y sanitarias, como reducir el aforo y separar las butacas por grupos?

No son los únicos que lo hacen, ya que en la Península hay muchos, como también existen muchos que no celebran los espectáculos. A mí me parece que es valiente. Primero, es saber que lo puedes hacer bien, que no va a haber ningún riesgo para los espectadores y que todo el mundo va a estar a gusto. Tampoco se trata de que la gente vaya con miedo. Si las cosas se pueden realizar bien, es un gesto valiente. Y lo hacen bien.

Con este reparto y todo el equipo de la obra Háblame, es un lujo que se interprete en estos teatros de Agüimes y Teror.

El lujo es para nosotros, tal como están las cosas. Es una delicia estar en Gran Canaria. Estamos encantados, es una felicidad total. Es una pena que no podamos ir a más sitios. Supongo que es también que no todo el mundo tiene la opción de abrir los teatros.

¿Cómo ha sido la acogida de los espectadores de la obra Háblame durante esta gira?

Aquí estáis muy bien respecto al coronavirus, pero en la Península ha sido un poco terrible. No se pudo hacer nada durante el confinamiento. Sin embargo, antes de que empezara esta pandemia y después de la primera ola pues estamos notando ese cariño y como una admiración mutua entre los espectadores y nosotros. Ellos agradecen que nosotros seamos tan valientes y nosotros agradecemos lógicamente que ellos vayan al teatro. La obra tiene mucha ternura y no es agresiva. Te rompe un poco el corazón a veces, pero no por dureza sino por ternura. Es puro teatro, una función de hablar y escuchar. El público sale muy contento. Les mostramos cómo es de dura a veces la vida y que no sabemos por dónde llevarla y lo fácil que debería de ser, pero el público sale contento y con una sonrisa.

¿Cómo es el papel de la abuela Adela que usted interpreta?

Es un personaje que me ha costado un poco al principio, no porque no tenga edad de ser abuela, sino porque me venía un poco grande. Es una mujer con principio de Alzheimer y con una misión en la vida. Tiene una hija, viuda, y un nieto, y la vida no les va bien. No se entienden. Es una familia muy desestructurada por los problemas que han tenido en la vida. Adela ha decidido que no se quiere irse mientras no deje todo bien arreglado. Todo se lo cuenta a su marido, que está muerto desde hace veinte años, y con quien fue feliz. Habla con la hija, con el nieto. Toda su obsesión es que hablen. Hay que hablar porque así se arreglan las cosas que no pueden quedar dentro. Con el paso del tiempo, si no has dicho determinadas cosas te arrepientes. Hasta que ella no consigue todo eso, pues no quiere dejarlos solos porque quiere que su hija y su nieto sean también felices, como lo fue ella con su marido. Es entrañable. Tiene momentos duritos, aunque también tiene humor

De su extensa carrera como actriz, ya 47 años, ¿cuáles fueron para usted las obras de teatro que ha interpretado que tengan un significado o recuerdo más especial?

Como me ha gustado tanto este oficio, realmente no hay una obra especial. Hubo obras más importantes y otras menos importantes, depende. Hay una que me encantó mucho interpretar el personaje que fue en La pechuga de la sardina, Lauro Olmo. Fue un papel desgarrador y maravilloso. Tengo ese personaje metido en el corazón porque me gustó mucho. Lo demás que interpreté también. De casi todos te puedo contar momentos estupendos, dentro de lo que es. Me refiero que un papel significas ensayos, en los que se sufre, la creación de ese personales, y también las giras, las cuales puede ser igualmente duras.

¿Qué le falta para sentirse más satisfecha u orgullosa de su carrera profesional, trabajar con determinado director o interpretar un papel concreto?

No me falta nada. Lo mucho o lo poco, ya está hecho. He realizado cosas muy bonitas en mi carrera. He tenido personajes maravillosos. Que podía haber trabajado más, pues sí. Que pueden surgir cosas que me pueden llenar de ilusión, pues ojalá. He trabajado siempre con compañeros maravillosos. Este oficio me ha dado muchísimas alegrías.

¿Y le ha dado alguna pena?

Pues claro. Hay momentos en los que no hay trabajo, en los que tienes familia. Yo he sido muy cabezota para esas cosas y siempre he querido seguir adelante. Hay momentos en los que te dices “ya no puedo más, esto lo dejo”- Hubo temporadas duras en las que tuve dos hijos entre medias. Si lo pongo en una balanza, esta profesión me ha dado más alegrías que penas. Prevalece lo que he disfrutado en televisión, como en el teatro.

"Este oficio me ha dado durante casi 50 años más alegrías que penas, y también momentos duros”

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Está rodando capítulos de la cuarta temporada de la serie Estoy vivo. ¿Es así?

Ya hemos terminado de rodar. No sé cuándo se emitirá. Tuve mucha suerte porque me llamaron para hacer un personaje y se fue ampliando su intervención. Estoy encantada. La televisión me divierte mucho. Dentro de lo poco que se puede trabajar y permite la pandemia, pues vino muy bien. Lo he pasado genial, con actores y un equipo maravillosos, gente estupenda. Todo con mucho cuidado. Muy contenta de hacerlo.

¿Qué papel interpreta,’?

Es divertido. La serie es tan especial. Somos tres mujeres de cierta edad. Lo primero que van a ver los espectadores es que somos unas atracadoras. Esa es la presentación, luego da todo muchas vueltas. Los personajes son maravillosos. Mis compañeras, Malena Gutiérrez y Mila Espiga, y yo, éramos un trío magnífico.

¿Cómo se siente al ser tan querida y tan recordada como Julia, su papel en la serie Verano azul de TVE, que se emitió por primera vez entre los años 1981 y 1982, cuando ha dado vida a tantos personajes en una veintena de series televisivas?

Lo tengo muy asumido. Ha sido una suerte en la vida haber hecho ese personaje que me ha dado tanto cariño. Estoy muy agradecida por haberlo hecho. Es verdad que a estas alturas, cuarenta años después, muchos me llamen Julia. Es verdad, hay que ser agradecido en la vida. Ese papel me ha dado tantas cosas buenas que lo entiendo. No me cansa.

¿Le da pena que la recuerden más por ese papel que por otros muchos que interpretó?

No, no significa para mí un problema . Si Verano azul hubiera sido una serie más, pero obviamente no lo fue. A mucha gente le marcó. Cada vez que la reponen, que se hace de vez en cuando, sigue teniendo audiencia. También fue especial y querido el personaje de María Encarnación de los Romerales, en Farmacia de guardia. En función de lo que me cantan por la calle grupos de personas animadas, sé qué edad tienen. Estos son de Verano azul, tienen tantos; o son de Farmacia de guardia, de esta generación; o de Compañeros, de tal edad. Es muy bonito y me divierte. A qué actor no le gusta que se recuerde algunos de sus personajes, creo que a todos. Verano azul, de Antonio Mercero, fue una serie muy especial y nuestra, en un tiempo que se emitía sólo series estadounidenses. Llegó a los corazones.

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