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Tres segundos para detectar hachís

El Grupo Operativo y de Apoyo y los agentes caninos de la Policía Local inician los controles para detectar drogas, a las personas sin hogar y mantener el orden público

Controles caninos y desalojo de indigentes en San Bartolomé de Tirajana

Controles caninos y desalojo de indigentes en San Bartolomé de Tirajana Juan Castro

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Controles caninos y desalojo de indigentes en San Bartolomé de Tirajana Rubén Torres

Peka es un hacha para detectar la droga. Tan solo le hacen falta tres segundos para olfatear, localizar y luego marcar la presencia de las sustancias estupefacientes que se encuentran escondidas entre la ropa de un ciudadano al que los agentes dan el alto en un control policial rutinario. En apenas tres segundos, esta perra policía fue capaz ayer de detectar la lengua de hachís que el individuo llevaba oculta en el interior de su calcetín para consumo propio y al que los agentes interpusieron una sanción administrativa. Y por supuesto obtuvo su premio como recompensa: unos minutos de juego con la pelota que le ofrece su propietario, instructor y guía, el agente José Alberto Santana Socorro, cada vez que logra su objetivo y poco a poco consigue ir sacando de la circulación unos gramos de droga.

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Control policial de los GOIA caninos en San Bartolomé Juan Castro

Esta perra, mezcla de perro de agua, tiene dos años y de ellos atesora un año y medio de formación que le ha valido para formar parte del Grupo Operativo y Apoyo Canino (G.O.A.C.) que la Policía Local de San Bartolomé de Tirajana incorporó, por primera vez en el municipio, hace apenas 15 días. Este cuerpo canino forma parte del Grupo Operativo y Apoyo (G.O.A) que el municipio ha recuperado recientemente y que conforman seis agentes, José Alberto, Eduardo, José Antonio, Yeray y José Fernando, comandados por el policía Francisco Morales.

Junto a Apolo, otro de los miembros de esta unidad canina, Peka participó ayer en uno de los controles de tráfico que el nuevo G.O.A. ha comenzado a realizar en las calles del municipio y que forman parte de un conjunto de actuaciones que incluyen el control de las personas sin hogar, de la prostitución o la venta ambulante ilegal. Esta perra, explica su instructor, todavía está en período de socialización para adaptarse a sus nuevas tareas, pero pese a ello no se le escapa una y en apenas unos pocos segundos deja a los consumidores de sustancias al descubierto. Y sus habilidades van más allá. “Peka está entrenada para detectar hasta seis tipos de sustancias”, señala su guía, el agente José Alberto Santana Socorro, “además de hachís, también reconoce marihuana, cocaína, heroína, LSD y cristal”. José Alberto y su compañero Yeray Cabrera son los dos únicos agentes del cuerpo con formación en adiestramiento de perros para labores policiales.

Al filo de las 10.00 de la mañana, los agentes del G.O.A. establecieron el primer control de la jornada en la confluencia entre la arteria comercial de la Avenida de Gáldar y la Avenida de Tirajana. Y una vez estaban todos en sus puestos se activó la maquinaria y los agentes siguieron el protocolo a rajatabla: uno de los policías hizo el filtro de vehículos para observar qué conductor podía ser sospechoso de portar sustancias y una vez detectado lo condujeron hasta una zona segura limitada con conos. Ante las sospechas de que podía ocultar algún tipo de drogas, los agentes apartaron al conductor hasta una zona alejada de la vía y oculta respecto al resto de viandantes para interrogarle y pedirle que mostrase todo lo que llevaba encima. Se le aparta, explicaron los miembros de este operativo, para no dañar su imagen en la medida de lo posible.

Ante la negativa de este ciudadano y la creciente inquietud de la perra policía Peka, el agente ordenó al animal que rastrease al hombre y en ese proceso encontró la lengua de hachís en apenas tres segundos. Dada la poca cantidad y que no llevaba elevadas sumas de dinero fraccionado encima, la policía dedujo que era para consumo propio, le interpuso una sanción administrativa y le confiscó la droga, que luego envía a laboratorio para su análisis.

Con este control, y con otro realizado la semana pasada en el centro comercial de Meloneras, los agentes caninos Peka y Apolo han empezado a desarrollar el que será su trabajo durante al menos los próximos seis años, ya que su edad laboral en la Policía Local de San Bartolomé de Tirajana se prolongará hasta que alcanzan los ocho años.

Desalojo

Peka, Apolo y el resto de agentes caninos no solo participarán en estos operativos sino que también se emplearán a fondo en la divulgación que la Policía Local llevará a cabo en los centros educativos sobre la tenencia responsable de animales o la ordenanza municipal de perros peligrosos, entre otros asuntos.

Además de las labores de control sobre el tráfico de sustancias estupefacientes, el Grupo Operativo y Apoyo de la Policía Local de San Bartolomé de Tirajana desarrolló ayer otros operativos que se enmarcan dentro de su ámbito de competencias, como es el control de las personas sin hogar.

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Desalojo de los indigentes del parque de San Fernando Juan Castro

A las 09.00 horas de la mañana, el G.O.A. se personó en el recinto del escenario del parque de San Fernando, ubicado junto a la iglesia del barrio, en un operativo dirigido por el subcomisario Arquímedes Martel Quintana, para desalojar a un grupo de cuatro personas indigentes que desde hacía más de seis meses dormían entre las tablas del escenario. Estas personas eran migrantes de origen magrebí que se habían marchado o habían sido expulsados de los complejos turísticos de acogida, según explicó la policía. Aunque se desalojó a cuatro, en este espacio llegaron a contabilizarse hasta una veintena de personas. Fueron desalojadas después de que los vecinos se hubieran quejado en reiteradas ocasiones por el ruido que generan a altas horas de la madrugada a raíz de distintas peleas y por los malos olores que se han generado en la zona. Y es que de detrás del escenario los servicios de limpieza sacaron colchones, muebles de todo tipo, ropa y grandes cantidades de basura.

Explican los agentes que hasta hace unos meses en este espacio dormían personas procedentes del norte de Europa con problemas con el alcohol que no generaban problemas, pero la llegada de africanos desplazó a los anteriores ocupas del escenario.

Las personas que ocupaban la zona trasera del escenario accedieron después de forzar e incluso romper parte del vallado del recinto, una estructura que los operarios del Ayuntamiento repusieron nuevamente para evitar que vuelvan a entrar. Si sucediese, el Consistorio no descarta desmontar el espacio temporalmente.

Mientras estos problemas se resuelven poco a poco, la activación del G.O.A y los agentes coloca a la Policía Local al frente de la resolución de incidencias del día a día y, sobre todo, con su presencia por las calles y los barrios, provocan en el imaginario colectivo una mayor sensación de seguridad.

1.500 euros por circular sin seguro

Después de que Peka y Apolo participasen en el operativo de detección de drogas realizado ayer por la mañana en la Avenida de Gáldar, el Grupo Operativo y de Apoyo continuó con inspecciones durante toda la jornada. En ese mismo cruce, en la confluencia con Avenida de Tirajana, los agentes dieron el alto a un vehículo cuyo conductor llevaba circulando sin seguro de automóvil desde 2018, hace ya tres años. Tras levantar el acta, el cuerpo interpuso al propietario del vehículo una sanción que alcanzó los 1.500 euros. Tras esta intervención, el G.O.A. se desplazó del lugar y puso en marcha otro operativo de detección de drogas en la Avenida Alejandro del Castillo de San Fernando. En esta ocasión no encontraron a ningún conductor que portase sustancias estupefacientes, pero localizaron a otro que iba bajo los efectos del alcohol y fármacos. Se trató de un ciudadano de origen británico que requirió de la presencia de una ambulancia para ser trasladado a un centro sanitario. La Policía Local inmovilizó el vehículo y está a la espera de los resultados del informe médico para establecer la correspondiente sanción económica. Por último, el cuerpo volvió al parque de San Fernando para desalojar a un grupo de personas que, tras solicitar comida a la ONG Caipsho, se negó a salir del parque, que debía cerrarse.

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