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Santa María de Guía

Las casas de los ‘matados’

Guía guarda uno de los dos alojamientos de antaño para cortejos fúnebres que se conservan

Las casas de los ‘matados’

La Carta Etnográfica de Gran Canaria recoge algunos inmuebles singulares. Entre ellos, la casa de los muertos o de los ‘matados’, que permitían el descanso de los portadores en el siglo XVIII al XX en su andar a los juzgados y cementerios. Entre ellos está el de Lomo Betancor, en Guía. Pero no es el único.

La Carta Etnográfica del Cabildo reconoce la existencia de dos casas de los muertos en Gran Canaria. Una está localizada en San Lorenzo, en Las Palmas de Gran Canaria. Y una segunda, en el pago de Lomo Betancor, en las medianías de Guía. A ellos se suman los llamados descansaderos y otros espacios que acogían los cortejos fúnebre para que las personas que llevaban a hombros las cajas pudieran respirar en su largo trayecto a pie desde los pueblos del interior a los cementerios y juzgados.

El listado que elabora la Fundación para la Etnografía y el Desarrollo de la Artesanía Canaria (Fedac), cuyas funciones se centran en el estudio, la recuperación y el desarrollo de los elementos culturales autóctonos, recoge 41 fichas de descansaderos de muertos, cruces e iconos capitalinos, entre los que se incluyen también los llamados calvarios. Y se localizan en municipios como Agüimes, Artenara, La Aldea, San Bartolomé de Tirajana, Tejeda, Valleseco, Agaete, Gáldar, Valsequillo, Telde, Las Palmas de Gran Canaria, Santa Lucía de Tirajana y en Guía, en sus distintas expresiones y estados de conservación.

En el último de estos municipios permanece en pie, aunque en un estado calamitoso, una de las dos únicas casa de muertos o casa de ‘los matados’, como ha sido definida por algún vecino que vivió aquellos tiempos, en los que la falta de medios de transporte y carreteras obligaban a realizar un esfuerzo especial.

La hierba se ha comido el acceso y el entorno de la casa-cueva situada en Lomo Betancor. Apenas es divisable desde la estrecha carretera rural, ahora en obras por unos trabajos municipales para la renovación de la red de saneamiento. Sin embargo, el lugar tuvo antaño un enorme protagonismo en las costumbres de la población grancanaria del siglo XIX.

La casa de muertos de San Lorenzo, en la capital, es la segunda que se conserva en la Isla

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Se le conoce como la casa de ‘los matados’. Y, aunque con un sonido parecido, no tiene nada que ver con el sentido actual que se le da, ya que en los tiempos modernos está ligado a la gente cercana a la mala vida y la delincuencia. En el caso de las costumbres y tradiciones de Gran Canaria tiene su razón de ser en aspectos funerarios. En este caso, según datos de la Fedac, tiene su origen en el siglo XIX. “Este descansadero de muertos se ubica en la traza del camino de la rama que baja desde Vergara a Santa María de Guía, camino antiguo que unía la Cumbre con Guía. Según hemos podido recopilar a través de la información oral de los mayores de la zona, en esta cueva descansaban los muertos que venían de la Cumbre para ser llevados al juzgado de Santa María de Guía y ser sometidos a la autopsia por el médico forense”.

El relato etnográfico recoge que, haciendo mención a las manifestaciones del vecino don Martín González Jiménez, de 79 años (en el momento del estudio), “en esa cueva descansaban los ‘matados’ que venían de Tejeda, Artenara y otras zonas de las cumbres que tenían que ser sometidos a autopsia. Los cuerpos venían en camillas o parihuelas, según le contaba su madre”.

La casa cueva tiene unos 80 metros cuadrados, según el informe oficial, y muestra distintas alteraciones sobre la vivienda original. Los técnicos hablan de que tiene un elevado valor científico y una fragilidad alta, por sus alteraciones naturales y por la mano del hombre.

Según el relato recabado por este periódico en boca de un vecino próximo, en estos momentos se encuentra en venta, si bien en el lugar no aparecen reseñas.

El inmueble localizado a 592 metros sobre el nivel del mar está lleno de maleza por las continuas lluvias de los últimos meses, con algunas de las puertas de los distintos habitáculos rotas y con signos de que hace tiempo que no tiene vida.

Casa cueva

El inventario de Patrimonio Etnográfico del Cabildo de Gran Canaria recupera parte de las tradiciones que se vivían en ese lugar, con el fin de que se mantengan vivas con el paso del tiempo. “Según la referencia oral recopilada en el barrio de las Tres Cruces, los muertos descansaban en una cueva en el Lomo de Betancor. Por las indicaciones dadas por los vecinos, se corresponde con una casa cueva tradicional distribuida en torno a patio central junto al camino tradicional de la rama, bajando desde Tres Cruces hasta Lomo Betancor. No se pudo acceder al interior de la casa cueva ni hablar con el propietario, por lo que se pudo apreciar desde el exterior. Se compone de un patio central, dos cuevas entrando a la derecha, una cueva a la izquierda y dos cuevas en el fondo o testero”.

No es un Bien de Interés Etnográfico, pero tiene una calificación del suelo rústico de Protección Paisajística y nivel de protección 7, según los técnicos. Por esto solo se permite la restauración con un grado de protección integral.

Los expertos sugieren un “seguimiento del estado de conservación, la instalación de un hito o panel informativo que aporte datos de su uso como descansadero de muertos y el papel de los mismos en la historia más reciente de Gran Canaria”.

Camino real de San Felipe.

La Fundación Etnográfica reseña que la casa-cueva cuenta con acequias labradas en la toba, tanto en la zona de la techumbre como en la salida de la casa, que han servido de desaguaderos de los torrentes de lluvia en esa zona en pendiente, según informó en su momento un vecino de la zona, Juan Felipe González. Y, al parecer, esta vivienda que se construyó horadando el risco “es la más antigua de la zona”.

Fue sede de la Corporación local, pero si llegaba un féretro los cargos se reunían en la plaza

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En Guía también existen otros ejemplos de esta arquitectura ligada al ámbito funerario, como descansadero de muertos. Este es el caso de una cueva centenaria que se ha rehabilitado gracias a los trabajos de acondicionamiento del sendero que unía antaño la costa de San Felipe (en el linde con Moya) y el pueblo, junto al puente y los túneles de Silva. En ese lugar también se depositaban los féretros, ya que se trataba de una cuesta muy empinada para ir de la costa hacia la iglesia y el cementerio de Guía.

En el conjunto de cuevas prehispánicas del lugar destaca precisamente la llamada cueva de las Ánimas, con su cruz grabada en la roca del exterior.

La Carta Etnográfica recoge también una segunda casa de los muertos, también de propiedad privada. Se localiza en la trasera de la iglesia San Lorenzo, en Las Palmas de Gran Canaria. Y originalmente el acceso se realizaba por el camino real que llegaba al pueblo desde Tamaraceite.

Las casas de los muertos de San Lorenzo.

Es más grande que la de Guía, ya que cuenta con 120 metros cuadrados, y se levantó en el siglo XVIII, encontrándose también según la documentación oficial en estado de abandono. Solo está permitida la restauración, y tiene un grado de protección integral.

La Fundación Etnográfica habla de su alta fragilidad, y de que ofrece un valor científico alto. El suelo está clasificado como urbano, y su nivel de protección es 8.

El informe de la Fedac habla de su “deplorable estado de conservación, presentando parte de la techumbre a dos aguas derruida. Corre el riesgo de ser demolida para la realización de nuevos inmuebles”, incluye.

Esta casa de los muertos “es nombrada ya desde el siglo XVII. En ella se velaba a los difuntos, y disponía de un ataúd para que los vecinos llevaran a sus difuntos a la iglesia y al camposanto. Los vecinos de los diferentes pagos y barrios llegaban a San Lorenzo y velaban a sus parientes en esta casa, que se estuvo utilizando hasta el siglo XX”.

Los expertos recomiendan insertar el inmueble en las posibles rutas culturales que se realicen en San Lorenzo, así como colocar un panel informativo explicando su relevancia dentro de la historia del municipio.

Este edificio fue sede de las primeras Corporaciones del municipio de San Lorenzo. Se conocían como ‘Cuerpo o Cabildos”, y eran las reuniones de los siglos XVII y XVIII en las que estaban el alcalde real o el constitucional, entre otros representantes públicos. Y cuando llegaba un difunto, las reuniones se trasladaban a la plaza.

Las cajas compartidas


El historiador de Guía, Julián Melián, señala que en el municipio hay muchos ejemplos de este tipo de espacios para velar a los muertos y como espacio de reposo de los cortejos fúnebres. Y detalla el caso de las cuevas de las ánimas, donde se guardaban las cajas y que eran compartidas por los vecinos cuando se producía un finado, ya que la situación económica de los siglos pasados no permitía tener una propia como ahora. Todo hasta que los carpinteros locales de Guía empezaron a hacer de forma artesanal los ataúdes, y se pudo generalizar su compra, señala el historiador. Las casas de muertos se empleaban sobe todo cuando no eran fallecimientos naturales, y requerían un análisis forense y judicial. | J. B.

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