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Los ecohuertos brotan en El Burrero

Aitor Ruano alquila parcelas y enseña a cultivar | La demanda se dispara durante la pandemia

Los ecohuertos brotan en El Burrero | ANDRÉS CRUZ

“Mi principal objetivo es enseñar, que la gente aprenda a cultivar, a valorar los productos locales que tenemos y que podemos llevar a nuestra mesa, que son frescos y de calidad”. Así se explica Aitor Ruano Uriarte, de 51 años, nacido en la capital grancanaria y que lleva 40 años como agricultor, y que apostó por el huerto ecológico que se alquila en una finca familiar de El Burrero, en Ingenio, de tres hectáreas de superficie. Una de las condiciones es que no se usen productos químicos, ni pesticidas, ni insecticidas, sino aquellos que son naturales, de elaboración propia o adquiridos.

Aitor Ruano lleva este proyecto singular en la finca familiar, que tiene tres hectáreas de superficie (30.000 metros cuadrados) y que se encuentra al principio de la recta de la bajada a El Burrero desde el Carrizal. Gran parte de la finca la tiene dividida en huertos que alquila a los interesados para planten. “Mi trabajo es realmente asesorar a la gente que tiene cada cercado alquilado, desde el inicio de la preparación de la zona, hasta los pasos siguientes. Pretendo que estén a gusto”.

“Podemos decir que ahora estamos en un boom porque se han alquilado unos 30 huertos durante estos dos últimos meses, y durante esta pandemia del Coronavirus. Ahora sí puedo vivir de esto, pero los primeros cuatro años de los siete que estoy con la finca fueron muy duros. Siempre estoy invirtiendo para ir mejorando”, recuerda el agricultor.

Cuando comenzó, le apoyaron sus tres hermanos, Ricardo, Isabel y Tomás, así como su madre, Felisa Uriarte que sigue dedicada a su huerto, y su padre, Tomás Ruano, ya fallecido. Gran parte de su actividad como agricultor estaba centrada en suministrar los productos para la venta a Mercalaspalmas. “Tuve una finca en La Milagrosa [en Las Palmas de Gran Canaria] con 80 ovejas pelibuey, pero llegué a un punto que opté por cambiar de proyecto y me vine a El Burrero”, comenta.

Los ecohuertos brotan en El Burrero

La división y nominación

Al ser tan grande la finca con sus invernaderos y sus huertos, la divide en cuatro zonas, cada una con un nombre familiar: villa abajo; villa arriba; villa atrás; y villa atrásatrás o requeatrás. En la actualidad son unas 65 personas individuales, parejas, tríos o grupos de cinco, que alquilaron los huertos, los cuales tienen las medidas de 50, 80 y 100 metros cuadrados. Todos pagan una tasa fija en función a la superficie de suelo elegido, otra variable según el agua utilizada y otra cantidad fija por el servicio de las abejas. Hay una colmena y se utilizan las abejas para la polinización de las flores. También se fomenta la presencia de la mariposa Monarca, la cual echa a la mariposa Blanca, que es dañina para determinadas plantas.

Entre los usuarios de estas parcelas hay muchos que son de Ingenio, como de otros lugares de la Isla y de la Península. También hay ciudadanos de varias nacionalidades, como la polaca, venezolana, argentina, colombiana e israelí, entre otras.

Además de los huertos, hay al menos un invernadero destinado a las clases de tres planes de empleo, relacionados con la agricultura y la jardinería que se realizan en la finca. También se imparten cursos a discapacitados y a adultos sobre agricultura ecológica y biodinámica, y actividades para niños. Al menos dos huertos, uno de ellos con plataneras, son de uso solidario. Sus productos son destinados a distintas ONGs y para personas necesitadas.

“Tenemos muchas ideas y proyectos, como poner en marcha una charca para plantar arroz o berro. Hace falta dinero y tiempo. Poco a poco va saliendo”, afirma Ruano Uriarte, que lleva solo esta finca, aunque también suele contratar a una profesora para impartir los cursos o a algún operario para unas tareas concretas. “Otra cosa son los robos que sufrimos por parte de esos individuos que rompen las vallas por las noches y entran. Antes se llevaban más herramientas. Ya tomé mis medidas y vigilamos”, agrega.

Los ecohuertos brotan en El Burrero

Entre los arrendadores de huertos, hay historias curiosas. Una de ellas es la de Francisco Campos Pérez, de 27 años, y su madre Toñi Pérez, de 47 años, de Carrizal. “Esta huerta y cultivar es la pasión de mi hijo”, asegura Toñi, quien forma parte de la plantilla de una fábrica de congelados de la zona industrial de Arinaga, pero se encuentra en Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), ya que los principales clientes de la compañía son los hoteles, muchos de ellos cerrados.

“Venir aquí significa para mí despejarme de las cuatro paredes de casa y despejar mi mente. Me entretengo mucho y aprendo”, explica Francisco Campos, en relación qué es para él el acudir al huerto. Este joven, que tiene una pequeña discapacidad, fue alumno de Aitor Ruano en un curso y hace cuatro años decidió seguir por su cuenta con esta actividad en su propio huerto en villa abajo. Entre lo que actualmente tiene plantado en el huerto Francisco Campos, están las zanahorias, lechugas, fresas, calabazas, tomates y rábanos, entre otros. “En lo que llevamos de este año, las papas no nos han salido”, apunta la madre de Francisco.

“Yo sólo vengo para echar una mano a mi hijo. Al principio no me gustaba nada eso de la agricultura y de cultivar, pero ahora sí. Es una forma de crear, además de estar con una misma y de encontrar la paz”, señala Toñi Pérez.

Gran parte de los que tienen alquilados los huertos, y son más veteranos, se conocen y se asesoran entre ellos. A uno a los que más se le pregunta es a Agustín Viera González, de 86 años y vecino de Carrizal. Lleva dos años y tiene dos parcelas, también en villa abajo. Va todos los días. Al decirle que otros inquilinos dicen que “él tiene sabiduría”, Agustín Viera se ríe. “Será por la vejez”, responde un hombre que no aparenta su edad. “Hay que cuidarse y dejar los vicios. De los aloes vera que tengo plantados saco jarabe y gel, que son muy buenos para el cuerpo y para la piel”, comenta.

Los ecohuertos brotan en El Burrero

Viera González tiene mucho millo plantado en un huerto. “El millo está limpio, no tiene bichos. Yo preparo un insecticida natural con la planta llamada calentón o hediendo, y añadiendo las plantas malva y ortigas”, afirma orgulloso. En la otra huerta tiene plataneras, papayos, habichuelas, papas, coles y papayas.

En la zona de huertos llamada villa arriba tiene el suyo Olga Oedingen, de 47 años, y natural de la ciudad polaca de Poznan, que está al oeste del país. Lleva veinte años viviendo en Gran Canaria y reside en Vecindario, en el término municipal de Santa Lucía de Tirajana.

Olga Oedingen trabajó en la hostelería, pero hace dos años y medio decidió dar vida a su iniciativa: alquiló una parcela de 50 metros cuadrados, donde montó un cuarto con malla, con sus baldas y herramientas. En ellas tiene colocadas las bandejas con brotes. “También es llamado microvegetal. Es para comer o para decorar el plato, no para cocinar”, señala Olga Oedingen, quien ha participado en varias Ferias del Sureste y otros eventos. En sus bandejas de brotes se observa que tiene: de dos tipos de rábanos; de girasol; de rúcula; amaranto; guisantes; de tres tipos de mostaza; y de albahacas.

“Entre los clientes están los hoteles, como varios chefs, restaurantes y particulares. Ahora, con el Covid-19, los hoteles están cerrados y lo noto mucho”, declara Oedingen, que en relación a la cantidad de bandejas de brotes que consigue vender, pues indica que “la cantidad depende de la temporada. Esta pandemia me ha hecho bastante daño. Antes conseguía vender cien bandejas a la semana y ahora unas 50 a la semana”.

Esta ciudadana polaca notaba que, cuando comenzó con este cultivo, “muchos no sabían sobre los brotes, pero ahora sí. No son para plantar, como pensaban algunos. Saben más aquellos canarios que han viajado o han vivido fuera, en el continente europeo. En muchos países se consume mucho y se demanda los brotes para acompañar las ensaladas. Aquí se está empezando”.

“Entre nosotros, en esta finca, hay una buena onda, nos ayudamos y asesoramos. Hay que enseñar a los niños para que aprendan a respetar a la naturaleza y a las plantas”, concluye.

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Huertos familiares ecológicos en Ingenio Andrés Cruz

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