La Consejería de Educación, Universidades, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias ha resuelto distinguir con el Premio Viera y Clavijo de Educación al profesor de Secundaria y cronista oficial de San Bartolomé de Tirajana, Carmelo Pérez Rodríguez, fallecido de forma repentina el pasado 12 de septiembre.

El claustro de profesores y en general toda la comunidad educativa del IES Santa Lucía, en Vecindario, promotores y defensores de la iniciativa, ha recibido con gran alegría y mucha satisfacción esta distinción institucional que valora y resalta la labor profesional docente de uno de sus miembros.

“Estamos encantados y muy contentos. La noticia de este reconocimiento para Carmelo ha generado hasta lágrimas dentro del centro. Su marcha inesperada nos dejó a todos, a profesores, alumnos y también padres y madres, un vacío enorme, muy grande. Era una persona increíble. Era un educador de categoría, con un don de gente especial. Se le echa de menos todos los días”, afirman desde la dirección y vicedirección del instituto y también los profesores que instruyeron el expediente honorífico.

El investigador, teólogo y trabajador social Carmelo Pérez Rodríguez (El Tablero de Maspalomas, 1961-2020) fue profesor del IES Santa Lucía durante treinta y dos años, desde 1988 a 2020, y antes ejerció como tal en los IES Alonso Quesada y Schamann, en la capital grancanaria.

En la propuesta de su reconocimiento honorífico aprobada por el claustro de profesores y ratificada por el consejo escolar del IES Santa Lucía, donde ejerció el cargo de vicedirector de 1991 a 1997, se destaca su participación activa en el departamento de Orientación y su “implicación exquisita” como tutor y en su labor de seguimiento del alumnado, así como sus “novedosas” propuestas para trabajar con los estudiantes a nivel grupal ajustadas en cada momento a las necesidades del grupo/clase.

“Era un educador de categoría, se le echa de menos a diario”, afirman sus compañeros

“Carmelo tenía un radar especial para saber cuándo los estudiantes tenía dificultades y encontraba las herramientas justas para lograr que tanto las familias como los alumnos encontraran por sí mismos el camino que les llevara a buen puerto. Su implicación con sus tutorandos siempre partía de la presencia total y en cualquier momento, el respeto por la persona y sus circunstancias, y porque la búsqueda de la solución siempre partiera del propio individuo. Con respecto a las familias, ponía especial interés en que estas entendiesen a sus hijos y los acompañasen en su trayectoria académica y personal de crecimiento”, recoge el expediente.

Los compañeros de Pérez Rodríguez resaltan su “relevante papel para el centro” como creador de los grupos de mediación y potenciador de la figura de los mediadores de aula, y su defensa y fomento de la escucha participativa y del diálogo para que el alumnado aprendiera a resolver sus diferencias de forma democrática. Ese espíritu le llevó a coordinar y consensuar la elaboración del Plan de Convivencia del Instituto y la elaboración de las normas de organización y funcionamiento, y a la creación de la figura del “observador de la convivencia”, dotándolo de funcionalidad y credibilidad.

“Carmelo detectaba como nadie el sufrimiento o malestar en las personas. Tenía una frase que siempre recordamos: En esta persona hay mucho sufrimiento, y su comportamiento está mostrándolo. Los alumnos y alumnas lo buscaban cuando se sentían mal, perdidos o angustiados, daba igual que fueran de su tutoría o no, que les diera clase este curso o no, sabían que podían contar con él siempre. Participó en muchas sesiones con alumnado y familias con dificultades: casos de intentos de suicidio, de muertes, de despedidas, de no encontrar sentido a la vida, de no tener ilusión por estudiar o por nada en general, de malestar sin saber por qué, de búsqueda de su lugar en el mundo… Era un erudito que siempre encontraba el instrumento ideal para hacer que el alumnado se descubriese así mismo y por sí mismo”, afirman desde el centro.

En la memoria remitida a la Consejería de Educación se destaca que con la llegada de Carmelo Pérez al IES Santa Lucía en el año 1988 comienza a mejorar la identificación y arraigo del alumnado, y de toda la comunidad educativa, con el entorno y su riqueza cultural y etnográfica, dando continuidad a la labor que éste ya venía desarrollando en la comarca de Las Tirajanas.

En su ejercicio como vicedirector del instituto, Pérez Rodríguez asumió la responsabilidad de la organización de las actividades culturales, complementarias y extraescolares, que impulsaron la apertura al entorno del instituto, y de toda la comunidad escolar. “Durante los años que desempeñó ese cargo directivo la tolerancia y el diálogo fueron el sello de la vida del centro. Su función directiva fue siempre encaminada a crear un ambiente de trabajo donde primase la palabra, y en este sentido llenó siempre, con la suya, cualquier situación de desencuentro o de tensión. Su reflexión pausada, su calma, fue un seguro de convivencia en el Centro. Hablar de Carmelo Pérez como vicedirector del IES Santa Lucía es la constatación de una vida personal y profesional presidida por la coherencia, pues fue esa la norma que aplicó a cuantos proyectos y actividades puso en marcha como responsable de las actividades culturales del Centro, aunque su labor fue mucho más allá”, afirman sus compañeros.

Carmelo Pérez logró, con una llamada, que Vicente Ferrer visitase el instituto

Las numerosas actividades que organizó tuvieron su máxima expresión en las semanas culturales con exposiciones y ponentes que ponían a todo el Instituto en movimiento generando ilusión a raudales. “Un día logró traer al IES Santa Lucía a Vicente Ferrer y todo el mundo quedó impactado, por la personalidad del invitado pero también con la sencillez con la que explicó cómo consiguió su presencia en un modesto instituto del sureste. Cuando los compañeros del equipo directivo le preguntaron qué hilos había movido dijo: “me puse en contacto con él, lo invité, me dijo que sí, y aquí está”, recuerdan.

Junto al reconocimiento de Carmelo Pérez, a título póstumo, la comisión evaluadora de las propuestas de concesión del Premio Viera y Clavijo de 2020 también ha decidido otorgar este galardón a la dedicación ejemplar docente de María Nieves Alcalá Velasco, Julia Alvarado Facón, Ana María Gil Díaz y Jesús Ángel Muñoz Montesdeoca, y la labor de colaboración en la promoción educativa de Miguel Afonso Cabrera y Carlos Sierra Sosa. Asimismo se otorga este distintivo a los IES Blas Cabrera Felipe, Eusebio Barreto Lorenzo y Teobaldo Power por sus proyectos interdisciplinares de contenidos canarios, innovación y buenas prácticas. La resolución oficial se publicó este jueves en el Boletín Oficial de Canarias.