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El Polígono de Arinaga sufre la peor caída de ingresos por el parón turístico

Las empresas soportan descensos de facturación que van desde el 70% al 40% en el año del Covid - La patronal sospecha que la ocupación hotelera será aún muy lenta

Vista de las naves empresariales del Polígono Industrial de Arinaga, en el municipio de Agüimes. | | JUAN CASTRO

En el Polígono de Arinaga no recuerdan haber vivido una situación tan dramática como la de este último año de la pandemia. Ni en la crisis de la construcción vieron caer de forma tan alarmante la facturación. La despensa, o el gran economato que suministra productos de alimentación, bebidas, helados, mobiliario, y servicios a todo el sector turístico y hostelero de la Isla, soporta unas caídas de los ingresos que van desde un 70% a un 40%.

La esperanza de las 650 empresas asentadas en esta zona de Agüimes, en la que se concentra el mayor espacio industrial del Archipiélago, la tienen puesta en el momento en que empiecen a entrar turistas, un flujo que sospechan va a ser lento por lo que estas industrias dan por hecho que tardarán en recuperar la actividad que se cortó cuando el Covid paralizó el mundo.

“Esta es una empresa que durante más de 50 años no ha parado de crecer, y de golpe llega esto”, señala Sergio Arencibia, presidente del grupo Emicela, compañía líder en la distribución alimentaria para hostelería. Los datos que aporta son muy reveladores. Hasta un 70% ha caído la facturación en el último año en esta empresa familiar, lo que ha desembocado que unos 180 trabajadores se hayan visto afectados por un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (Erte).

Con experiencia en el devenir de los mercados internacionales, ya que operan en cinco continentes, y confiado en los avances de la expansión en mercados turísticos como el de la Península, Cabo Verde, República Dominicana, Riviera Maya o las Islas Maldivas, asegura que la situación provocada por la pandemia está suponiendo un varapalo muy fuerte.

Recuperación

Arencibia no quiere alarmar, pero da por hecho que la recuperación va a ser lenta. Advierte que el problema es que “el turismo no va a llegar en manada”. Pone un símil, y dice que va a ocurrir como en los caladeros del Pacífico cuando sufrieron los efectos del Niño, que tardaron seis años en recuperarse. En cuanto a la realidad que vive la hostelería en Canarias, expone que primero fue el cierre, y ahora, con una ocupación mínima, apenas hay consumo, y así ningún negocio va a renovar los cubiertos, los colchones, los muebles o las hamacas.

El descalabro económico es tal que asegura que ni siquiera es comparable con la crisis de 2008, en que cerca de un 40% de empresas de esta zona industrial vinculadas con la construcción “se fueron al garete”. Destaca, por último, que uno de los problemas que tiene Canarias en este momento de crisis sanitaria y económica, con 200 hoteles cerrados, es el perfil del turista extranjero, pues el 70% son personas mayores de 60 años, que son los que viajarán menos ante el temor al Covid-19.

Pero no todos los industriales quieren revelar cómo está afectando esta crisis a sus empresas, pues comentan que a veces “no es fácil contar la realidad”.

En Reydimobel, empresa de mobiliario para la hostelería y la restauración, tampoco en los 30 años que llevan operando en Gran Canaria habían hecho frente a un panorama similar. Alejandro Santos, gerente de este grupo, asegura que en 2020 el descenso de las ventas fue del 43% respecto a lo facturado el año anterior. El tirón del turismo de villas y de las terrazas en la restauración le han ayudado a mantener la actividad.

Aunque las previsiones hablan de un cambio de tendencia a partir del verano en la ocupación hotelera , se muestra cauto porque lo mismo pensó en la temporada de invierno. Por eso no ve un horizonte claro, porque “no hay nada cierto a lo que te puedas agarrar”, lo que le obliga a ir día a día. Lo que si remarca es que están intentando “aguantar para seguir en el mercado”.

Otro de los negocios de Arinaga que han visto paralizar su actividad por el cierre hotelero es Lavandería Mogán. “La crisis de la construcción fue complicada pero nosotros no la notamos”, declara el gerente, Alejandro Hernández. En estos treinta años de experiencia tampoco habían tenido que sortear nada parecido. Todavía el cierre del 90% de los hoteles hace que sea complicado imprimir el mismo ritmo de actividad en este negocio de lavado de la lencería de los hoteles. Con trabajadores en Erte, este empresario confía en que a partir del verano empiece a remontar la ocupación.

Cambio de cliente para seguir


En La Cava de Piñero han cambiado de clientes de forma temporal. Ante un descenso del 60% en las ventas optaron por dedicarse al consumidor habitual en vez de a las grandes empresas. Raquel Piñero, gerente de este negocio de distribución de vinos, con 25 años en el mercado, explica que pensando en cómo salir adelante deciden abrir una vinoteca en la misma nave desde donde salen los pedidos para los hoteles y restaurantes. La experiencia ha resultado un éxito, si bien aclara que con la venta al público no alcanzan los niveles de facturación que tenían con la hostelería. Hasta catas para empresas, y cursos de formación son otras de las opciones por las que han apostado. Pero dice Raquel Piñero que “es un arranca y frena”, porque con los niveles de alerta sanitarios por el Covid no pueden hacer mucho, aunque van adaptándose. También en la empresa Corsua, especializada en jardinería, lo han tenido claro, y con los hoteles cerrados la opción ha sido apostar más por el consumidor habitual, que ya formaba parte del negocio. Cornelio Suárez, propietario de la empresa, comenta que al no estar enfocados sólo al turismo la caída tan sólo ha sido del 5%. Además, señala que van tirando por las reformas y obras nuevas. | M. P. P.

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