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Teror | Casa de los Alvarado (3ª parte)

La restauración del Centro de Interpretación de Teror

El inmueble fue vendido en primer lugar para poder realizar la ampliación de la plaza del Pino | Los trabajos de rehabilitación no pudieron iniciarse hasta el 2006

La restauración del Centro de Interpretación de Teror

El 30 de septiembre de 1968 fallecía “la ilustrísima señora doña María Del Pino Alvarado Suárez (Terciaria Franciscana)”, viuda desde veinte años antes del notario Salvador García Pérez, y con ella desaparecía el último lazo que había unido a los Alvarado con la casa, vendida al Ayuntamiento cinco años antes. Había sido vendida por distintas razones, aunque la que se argumentó públicamente fue la de su derribo para ampliar la Plaza del Pino. La declaración del conjunto histórico de la Villa en 1979 y la imposibilidad legal de expulsar a los inquilinos y arrendatarios hacía inviable cualquier actuación municipal en la misma. Había que negociar o esperar a que las circunstancias fueran variando.

Distintas situaciones como el cambio laboral -jubilación- o familiar -fallecimiento- de los últimos propietarios de la preciosa tienda que ocupaba los cuartos que daban para la calle principal hicieron que, en la década de 1990, el comercio que había sido de Dolores Acosta López y Agustín Rosario Ortega dejara de ser inconveniente. Era esta una tienda típica de los pueblos de Canarias que había llegado desde los suegros de doña Dolores, donde el desnivel desde la calle se salvaba bajando unos escalones para encontrarse con la maravilla de quesos de la tierra, fritas, verduras, etcétera, que los dueños atendían desde detrás del mostrador. Una verdadera delicia.

Así pudieron iniciarse las obras, que consistieron en un inicial acondicionamiento del local del comercio para destinarlo en aquellos momentos tan escasos de espacios para el consistorio terorense, a ubicar las oficinas municipales de Recaudación.

Pero una subvención de diez millones de pesetas llegada a comienzos de 1996 desde el Fondo Europeo de Desarrollo Regional de la Comunidad Económica Europea (FEDER) permitió actuar en el deterioro y humedades de las torres del edificio del Ayuntamiento ubicado en la calle Padre Cueto y en la casa de la Plaza donde también se actuó en la deteriorada cubierta y en las paredes del edificio, cuyo revoque fue eliminado y sustituido en una labor de reparación del deterioro del edificio que ya sumaba casi 120 años por entonces. Después le tocó el turno al Bar América.

Tras la jubilación unos años antes de Suso Ojeda el americano, Pedro Castellano y Miguel Suárez heredaron barra y correcta hechura de las vueltas y atención al público y con ello la continuación de la tradición, de la que ellos se enorgullecían y de las que cuando el tema se sacaba te señalaban la pared donde normativamente aparecía el documento que acreditaba que el bar estaba “clasificado en tercera categoría, según oficio de la Dirección General de Trabajo de fecha 28 de enero de 1957”.

Cerró a finales de mayo de 2002. La negativa del Ayuntamiento a renovar el arrendamiento cuando se procediera a la jubilación de Miguel Suárez y su posible traspaso acabaron con la historia del Americano y dieron posibilidad al Ayuntamiento para comenzar a actuar. Pero antes de que se procediera a dar pasos en este sentido; un hecho triste, luctuoso para la Villa de Teror, alteró los iniciales proyectos circunscritos solamente al Bar América.

Soledad Cabrera Socorro, viuda de Eduardo Vallejo desde 1974, fallecía el 24 de noviembre de 2003; tan solo cuatro meses más tarde que el Ayuntamiento aprobara el Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Conjunto Histórico el 10 de julio de aquel año y que debía ser el documento que marcara las pautas de rehabilitación y obras dentro del mismo.

La restauración del Centro de Interpretación de Teror

El Consistorio dejó en prueba de respeto y consideración hacia los Vallejo Cabrera el tiempo necesario para dejar libre de su mobiliario y enseres familiares la casa que muchos terorenses habían visto durante toda su vida ocupada por ellos.

Los huesos enterrados

Tras unos meses comenzó a elaborarse un plan de rehabilitación total de la edificación que ya era de pleno dominio municipal, a excepción de la mercería de María Luisa Peña que por su poca superficie y ubicación no afectaba en nada a los proyectos que se pudieran ir realizando en el resto de la casa.

Y así, los trabajos de restauración y rehabilitación de la vieja casona pudieron dar inicio en diciembre de 2006, con la subvención de 22.000 euros que aportaba del Cabildo de Gran Canaria a través del Plan de Actuación en la Comarca Rumbo Norte, dirigidos a adecuar la planta baja como oficina de información turística, de artesanía y patrimonio. Además, la obra recibiría una subvención de 15.370 euros del Gobierno de Canarias a través del Plan de Desarrollo de áreas rurales en las medianías de la Dirección General de Estructuras Agrarias para la planta superior.

Pero comenzando el año 2007 un nuevo percance -está vez de índole un tanto cómica- volvió a paralizar las obras a inicios de ese año. El 27 de febrero, trabajando en el suelo del Bar América se descubrió un semisótano (aquel de las infantiles diversiones de los hijos de Sebastián y Luisa) donde, enterrados en el mismo se descubrieron varios fragmentos de hueso.

Yo mismo declaré que los enterramientos de los sucesivos templos del Pino no llegaban tan allá, pero el tema, además de paralizar todo hasta los preceptivos informes forenses, sirvió de razón para mil comentarios en todos los rincones de Teror, acrecentados por la presencia de la Guardia Civil, Policía Local, la concejala de Patrimonio y el forense.

El Instituto Anatómico Forense emitió su dictamen el tres de marzo. Los restos de huesos encontrados eran de Bos Taurus, ganado vacuno de cuando en sus primeros años los Alvarado renunciaron al sótano y el Americano en los calurosos veranos terorenses y preparaban al frescor del sótano la carne que se consumiría por cientos de kilos en las Fiestas del Pino.

Superado el percance, continuó la obra que vació totalmente de elementos interiores la construcción dejando sólo las paredes maestras y concretas actuaciones en carpintería, cantería y varios elementos del patio, puertas, ventanas, antepechos, etc.

Y así quedó durante una década en la que, sobre todo la planta baja ha sido utilizada, por ejemplo como almacén municipal, utillaje teatral y de adorno de calles y taller de teñido para las alfombras del Corpus y el Sagrado Corazón de Jesús.

Se cierra la paquetería

Pendientes de proyectos y subvenciones quedó la obra. La mercería había pasado de Miguel Peña a su yerno, el recordado Fernando López Domínguez y tras su fallecimiento el 30 de septiembre de 2003, la cogería su viuda María Luisa Peña Pérez que se jubiló y finalmente cerró en enero de 2015.

Esta paquetería/mercería, lamentablemente desaparecida, fue abierta por los padres de María Luisa en 1944 en otra ubicación y luego trasladada allí y su importancia se destaca al estar recogida en la Carta Etnográfica de Gran Canaria por parte del Cabildo Insular.

Con toda esta historia me encontré para profundizar en su estudio a inicios de 2017 cuando la Dirección General de Infraestructura Turística que encabezaba Héctor Suárez Morales y la de Patrimonio Histórico que llevaba Miguel Ángel Clavijo Redondo aceptaron mi proyecto Teror, Villa de los Museos en el que propuse al Gobierno la consecución de varias obras encaminadas al futuro turístico del pueblo y entre las que se daba prioridad desde un primer momento a la Casa Alvarado.

A raíz de ello se tuvieron varias reuniones, la primera de las cuales tuvo lugar el 13 de febrero de 2017 entre el alcalde, yo mismo y al arquitecto encargado por el gobierno de la obra y exdecano del Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias, Juan Torres Alemán.

La Consejería de Turismo cerraría a fines de aquel mismo año con el Ministerio de Turismo un acuerdo para varias actuaciones en el ámbito turístico de Canarias, entre las que estaba la casa de Teror.

El alcalde Gonzalo Rosario; el director general de Infraestructura Turística Fernando Miñarro y la concejala de Turismo Laura Quintana, dieron el pasado mes de noviembre el pistoletazo de salida a esta fase final de la obra que con una valoración de 721.724,05 euros y un plazo de ejecución de nueve meses significará que el inmueble adquirido hace casi seis décadas se integre ya plenamente en la planificación del futuro turístico y cultural de la Villa de Teror.

Y los Alvarado no sólo en el recuerdo sino plenamente ilusionados con este proyecto que ven como una parte también de la historia de su familia.

Una familia que tras el fallecimiento de Sebastián y Luisa; luego el fallecimiento de los hijos entre 1930 (Sor Inés) y 1974 (Luisa Alvarado); pero sobre todo a partir del arrendamiento total de la casa en 1947 y venta en 1963 sienten Teror de una manera diferente.

Porque aunque ya no tengan casa aquí, sienten Teror como suyo y mucho más ahora que la casa de sus ancestros empieza a encaminarse hacia su total rehabilitación; y los enlaces que la descendencia ha tenido en el último siglo han hecho que apellidos como Kyri, Van Isschot Torró, Suárez Valido, Rodríguez Delgado, Cantón González, Oliver Castilla, León Villaverde, Sánchez Rodríguez; Díaz-Agero; de Luna Margenat, Quesada Maciá; Gil Suárez; etcétera, han extendido la sangre del indiano por todos los campos de la vida social, empresarial, cultural y deportiva de Canarias.

Decir como anécdota en este sentido que la familia se significó siempre destacadamente en el mundo de la natación canaria, o que personas como Eugenio Kyri García que el 23 de agosto de 1959 fuera el primero que representando al Real Club Victoria hiciera a nado la travesía entre la zona costera del del Mercado de Las Palmas al Real Club Náutico; Salvador Sánchez Borito y su permanente labor de difusión y defensa de nuestra lucha canaria o más recientemente los hermanos Javier y Óscar Alvarado Rodríguez en el mundo del baloncesto canario son descendientes del indiano que con su mujer construyeron su casa en la Plaza de Teror.

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