En un pueblo pequeño como Artenara, cuando una ráfaga del inexorable viento gélido entra por la puerta de La Atalaya y en pocos meses, entre sus invisibles alas, se lleva a tres vecinos de la inmediata calle principal, el lugar se vuelve sensiblemente más desolado. La muerte de Armando Curbelo, la de Roberto Reyes y, ahora, en esta última semana, la de José Antonio García González, a los 93 años, ha dejado nuestra calle sin tres personajes que se hacían presentes en los acontecimientos festivos de la localidad y, sobre todo, en la temporada veraniega.

José García nació en Las Lagunetas, en enero de 1928, por las circunstancia de destino docente de su madre. Sin embargo, desde su infancia estuvo vinculado a Artenara, donde pasaba largas temporadas, primero en la casa familiar del tío presbítero don Francisco González Vega, y luego en su propio domicilio, en la calle que atraviesa la Solanita, desde la Plaza hasta La Atalaya. Era hijo del matrimonio formado por don Manuel García, empresario de la construcción, y de doña Lucía González Vega, maestra que ejerció en varios lugares del interior de Gran Canaria. Estando ejerciendo en Fontanales, en la Cueva del Poleo, nació Manuel, que, tras estudiar en Valladolid, luego sería en nuestra ciudad afamado médico especialista en corazón y pulmón. El matrimonio procreó otras dos hijas, Lucía y María.

Pepe García estudió el bachillerato en el colegio Corazón de María donde fue compañero de Alfredo Kraus quien llegó a ser la figura universal que todos reconocemos. Desde muy jóvenes, Pepe y Alfredo asisten a las clases de canto que imparte doña María Suárez Fiol. Después de terminar el bachiller, se traslada a Cádiz a estudiar Medicina que finaliza en el año 1955. En esta ciudad recibe la visita de Alfredo que lo fue a buscar para trasladarse a Italia a estudiar Canto. Pepe no era tan aventurero y se queda en Cádiz hasta finalizar la carrera.

Al regreso a Gran Canaria, entabla relaciones con Rosalía Díaz Bertrana, perteneciente a una arraigada familia de Artenara, con quien se casa en 1957 en la parroquia de San Agustín de Las Palmas. En estos años, inician su historia de vida juntos, hasta el año 2017, en que fallece Rosalía.

En unas duras oposiciones a Médico Titular, obtiene el número uno de su promoción e inicia su carrera profesional que se desarrolla en diversos destinos: San Bartolomé de Tirajana, en Tejeda, en el barrio capitalino de Tamaraceite, terminando en el ambulatorio de Olof Palme.

Su vínculo con Artenara abarca toda su vida. En este pueblo, la familia pasa las temporadas veraniegas. Colabora en las fiestas patronales, habiendo pronunciado el pregón de La Cuevita además de formar parte del coro en los solemnes actos religiosos. Su interpretación del Himno a la Virgen de la Cuevita, como solista y voz de barítono, era francamente llamativa. Expresamos nuestro pesar a sus hijos, Lucy, Elena y Manolo, así como a José Miguel Rodríguez, a Iciar Elízaga, nietos y demás familia.

José Antonio Luján Henríquez

Cronista de Artenara