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Obituario

Cuando un amigo se va. 'In Memoriam' Rafael Rodríguez

El ingeniero técnico agrícola realizó una gran aportación a la fitopatología y a la experimentación en Canarias | Fue presidente del Colegio de Ingenieros Técnicos Agrícolas

Rafael Rodríguez Rodríguez

Hoy me he enterado de la muerte de mi gran amigo y maestro Rafael Rodríguez Rodríguez y he sentido la necesidad de escribir este artículo, para de alguna manera agradecer su gran aportación a la fitopatología y a la experimentación de nuestro Archipiélago.

Conocí a Rafael por los años 70, cuando dirigía el Laboratorio de Fitopatología de la Granja Experimental del Cabildo de Gran Canaria ubicada en aquel entonces en San Cristóbal, donde hoy en día se encuentra el Hospital Insular y el Materno Infantil. En aquel tiempo fuimos becados por el Cabildo un número de Ingenieros Técnicos e Ingenieros, para encargarnos de los distintos Departamentos como Horticultura, Fruticultura, Floricultura y Cultivos Tropicales.

Pues bien, toda aquella camada de técnicos bebimos de las sapiencia de Rafael desde un principio, siendo nuestro maestro y asesor en todo lo relacionado con la Fito y la Experimentación, perdurando hasta después de su jubilación.

Por diversas causas, a los pocos años Rafael fue contratado por la Caja Insular y comenzó a trabajar con otro ilustre personaje como es Gonzalo Pérez Melián, en el Centro denominado Los Moriscos, siendo en aquellos tiempos un referente en fitopatología e hidroponía, pasando su hermano Juan Manuel a ocupar su plaza en la Granja Agrícola Experimental. Fue además por ese tiempo cuando el tándem de Rafael, Gonzalo y Francisco Reyes ( Director de la G.A.E ) ideó crear un Centro de Investigación de Gran Canaria, fusionando ambos centros para poder elevar el nivel de investigación, dado que existía una gran rivalidad potenciada por el insularismo de ATI. Cuántas tardes y noches nos reunimos para crear los estatutos, pero todo fue inútil dado que, al cabo de poco tiempo, Los Moriscos se cerró por causas socio-económicas.

En lo experimental, Rafael hizo que fuéramos puntillosos, en el desarrollo y proceso de cada experiencia y creó, según mi criterio, una escuela muy difícil de superar. Nos enseñó que una experiencia bien llevada servía, para determinar con la mayor exactitud posible, si una semilla, producto, labor o tratamiento, era más eficaz que otro y en qué grado, siempre comparada con un testigo. Lo increíble de Rafael es que nunca nos abandonó, colaborando siempre con nosotros y realizando experiencias sobre nematicidas de importancia mundial, publicadas en revistas técnicas de prestigio. Compartí y colaboré con él en Congresos, Simposios y Charlas. Nunca olvidaré mis primeras conferencias en Fuerteventura, donde nos quedábamos en un Hostal y compartíamos habitación, y ya finalizadas las conferencias paseábamos por el muelle de Puerto del Rosario a la luz de la luna, contándonos nuestras inquietudes, la mayor parte las mías.

En cuanto a publicaciones, creó la revista XOBA, de las más importantes que recuerdo en Canarias, así como la revista Granja, que la sustituyó. Son famosas las monografías sobre el tomate, el pepino, el plátano, el aguacate, el mango. Colaboré con él en el libro El cultivo moderno del tomate, que llegó a tener tres ediciones, vendido en todo el mundo.

No he pretendido enumerar su currículum sino dar unas pinceladas de lo que a mí me ha unido más a él. Recibió, junto a su hermano Juan Manuel, el premio de Investigación “Viera y Clavijo”, en su modalidad de ciencias, en la década de los ochenta del pasado siglo. Como fitopatólogo de a pie, pocas veces fallaba en los diagnósticos, dando siempre una respuesta o un tratamiento adecuado. Tenía un “ojo clínico” increíble.

Como persona siempre fue encantador, comprensivo con los que éramos distintos, y siempre sintió por mí un afecto especial. Parrandero, le gustaba cantar folías, isas, malagueñas y tocar la guitarra.

En lo familiar, fue un buen marido y un buen padre, siendo su debilidad su hija. Sufrió mucho las muertes de dos de sus hijos, así como de su primera mujer Loly. Se casó en segundas nupcias con Carmen con la que vivió felizmente sus últimos años.

Por todo lo anterior expuesto, creo que nunca se valorará en su justa medida, su aportación como ingeniero técnico agrícola de cuyo Colegio fue presidente muchos años. Creo, sinceramente, que a un hombre como este, Canarias le debe, además de los homenajes que se le dieron en su día, algo especial, aunque ya sea a título póstumo.

Qué suerte haberte conocido.

Qué suerte haberte tenido de amigo.

Qué suerte de haber estado contigo de parranda.

Qué suerte que hayas sido mi maestro.

Nunca dejaré de agradecértelo.

Qué buen amigo se ha ido y que maestro hemos perdido, cuánto te echaremos de menos...

Tu amigo y compañero José María Tabares Rodríguez.

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