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Tribunales

El lituano acusado del violento robo y secuestro de Bolaños niega los hechos

Siugzda Daivaras no reconoce su participación y se acoge a su derecho de no confesar | El fiscal pide una condena de 11 años y seis meses de cárcel

El lituano acusado del violento robo y secuestro de Bolaños niega los hechos | EFE

El lituano acusado de secuestrar y robar con violencia al empresario José Bolaños, a su esposa e hijo en mayo de 2002 dentro de su vivienda en la Avenida de Canarias en Vecindario ha negado los hechos ayer ante el Tribunal -pese a haber confesado su participación en el suceso en marzo de 2012, nueve años después de ocurridos- y además, se acogió a su derecho a no declarar ante el fiscal y la acusación particular, por lo que sólo respondió a dos preguntas de su abogado.

Francisco Bolaños, este jueves durante el jucio. Efe

Ayer se celebró el juicio en contra de Siugzda Daivaras, natural de Lituania, en la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Las Palmas acusado por el Ministerio Público de tres delitos de detención ilegal en concurso medial con robo con violencia tras casi 19 años después de que ocurrieran los hechos. La vista inició con la petición de su letrado de que se declarasen nulas las actuaciones ya que entiende que el procedimiento «está viciado desde un principio» y que los agentes que recibieron al acusado en 2012 cuando acudió a comisaría voluntariamente cometieron una infracción al tomarle una declaración sin su abogado. Aunque estos manifestaron que fue el lituano quien comenzó a dar nombres y detalles sin que le preguntasen por lo que le pidieron que dejara de hablar mientras le asignaban un abogado de oficio.

Ana Marrero, este jueves en el juicio en contra del lituano presuntamente involucrado en los hechos. Efe

Asimismo, el letrado reiteró en que ya prescribieron los delitos de lesiones -que la Fiscalía imputaba en un principio- y robo con violencia. Destacó que el único vínculo que se tiene en contra de su cliente es su propia confesión de la cual ahora se arrepiente y es que lo único que dijo Daivaras ante el juez fue: «no me reconozco en los hechos» . Ante esto el representante del ministerio público, Mario Hernanz, sostuvo que la confesión del lituano fue «espontánea» y que «otra cosa es que después, tras ser asistido, haya cambiado su versión». Por lo que añadió que los agentes de la Policía Nacional «en ningún caso cometieron una infracción». En cuanto a la prescripción de los delitos, la acusación pública insistió en que no se han prescrito porque el lituano confesó justo antes de que se cumpliesen los diez años que dictamina la ley para los delitos que se le imputan.

José Bolaños a su salida del hospital C. Quesada

El empresario José Bolaños de 87 años no pudo acudir a prestar declaración ya que se presenta problemas de salud por lo que el Tribunal ejecutó la reproducción de sus declaraciones en el Juzgado de Instrucción número 8 de San Bartolomé de Tirajana en las que manifestó que los delincuentes hablaban marroquí entre ellos y que le dijeron que su hijo y su mujer «iban a morir». Mientras que la mujer e hijo del propietario de una cadena de supermercados relataron ante el juez que sus captores hablaban un idioma extranjero entre ellos pero que como iban cubiertos con capuchas no podían identificar quiénes eran.

Acento árabe

Francisco Bolaños, hijo del empresario, contó ante el magistrado Emilio Moya que los asaltantes tenían un acento «como árabe» pero no supo identificarlo así como tampoco el color de piel ni sus caras. De esta manera y, ante la pregunta de la defensa, destacó que no podía asegurar que el lituano fuese quien les secuestró aquella madrugada.

Relató que tenía 17 años aquel 9 de mayo de 2002 cuando se encontraba en casa viendo televisión en la habitación de sus progenitores junto a su madre y que en el momento en el que ella salió a la cocina a buscar agua, vio a uno de los implicados vestido con un mono azul «como de taller» que intentó someterle tras propinarle un golpe en la cabeza con una barra por lo que estando ensangrentado comenzó a forcejear con el asaltante hasta que perdió el conocimiento. Para cuando se despertó ya estaba atado de manos y pies con cinta de embalar y su madre a su lado dentro del baño en donde permanecieron sobre una hora.

Ana Marrero solo pensaba en que sus otros siete hijos «se encontrarían con tres cadáveres»

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La víctima que estaba en shock escuchó a su padre llegar y ser atacado por los delincuentes y poco después lo buscaron a él para llevarlo a la habitación donde tenían a su progenitor al que pudo «medio ver» porque tenía los ojos tapados con cinta de embalar.

«Mi padre estaba en estado de shock igual que yo ya que también era un poco laborioso abrir la caja fuerte y mi padre casi no entendía lo que ellos le decían», recordó. Asimismo, narró que intentó mediar con ellos y les pidió que le dejasen llamar a su hermano que tenía la combinación de la bóveda pero no fue posible, por el contrario, los agresores tomaron una bolsa y se la pusieron en la cabeza junto con cinta de embalar por casi un minuto a la vez que amenazaban a su padre con matarle hasta que finalmente este accedió y se la quitaron tras rogarle que lo hicieran «porque estaba dejando de respirar».

Una vez que se fueron, se liberó de las ataduras y se salió por la ventana del baño que daba al balcón de otras habitaciones pese a estar recién operado de la rodilla, llamó al 112 y después a su hermana que vivía cerca, esta última, al llegar vio a su padre ensangrentado sobre la cama y a su madre con tantos golpes que pensó que «estaba muerta».

Francisco y su madre Ana Marrero coincidieron en que los asaltantes eran altos y corpulentos. «Esa noche solo pensaba en que mis otros siete hijos se encontrarían con tres cadáveres en el tanatorio», lamentó.

Los asaltantes les dieron una paliza y pedían el botín a cambio de la vida de Francisco Bolaños

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La mujer declaró que estaba tomando agua en la cocina cuando alguien la cogió e intentó taparle la boca y ella respondió con un mordisco y forcejeando pero como trató de repeler el ataque con fuerza recibió tres golpes que recuerde, uno en la cabeza, otro en la espalda y el último en la costilla con mayor brutalidad. Al neutralizarla la llevaron al baño y la lanzaron contra el piso donde permaneció inerte para hacerles creer que estaba inconsciente. «Escuché a mi hijo llamándome, a él lo atacaron en el pasillo y lo trajeron al baño conmigo», relató, además al pasar un tiempo manifestó que sintió golpes en el pasillo y a su marido decir «¡no me maten, no me maten que tengo ocho hijos!». «A él lo quemaron y le hicieron cosas yo rezaba porque los escuchaba que agarraban cuchillos de la cocina y pensé que nos matarían a los tres», indicó entre sollozos.

Tortura

Los medios de comunicación en aquel entonces calificaron los hechos como robo con tortura debido a la brutal paliza que le propinaron a estos tres miembros de la familia. Los rostros moreteados y ensangrentados de las víctimas impactaron a los vecinos de la zona, conocidos de los agredidos y a los grancanarios ya que no solo los golpearon, maniataron, robaron y amordazaron; sino que se colaron a la vivienda sin forzar ninguna puerta.

El fiscal ha insistido en que se le condene a 11 años y seis meses de prisión sin la atenuante de confesión que requirió en un principio ya que el lituano en el juicio negó los hechos y pese a que su relato es lo único que le incrimina. Mientras que la defensa pidió que en caso de condena se consideren las atenuantes de dilaciones indebidas y confesión El juicio quedó visto para sentencia.

«Dos españoles involucrados»

El agente de la Policía Nacional al que el lituano reconoció su participación en los hechos manifestó que Daivaras dio el nombre de otras personas presuntamente involucradas entre ellos dos españoles «del entorno de la seguridad privada de Anfi del Mar y del centro comercial Águila Roja» los cuales supuestamente fueron los que, a cambio de 25.000 euros cada uno, dieron la información a los otros cuatro lituanos quienes «se vinieron a dar el golpe». Debido a que había transcurrido mucho tiempo y a la gravedad de los hechos confesados, el policía creyó que el acusado tendría algún problema psicológico. Cuando pudo «dirimir» que no tenía enfermedad alguna le pidió que dejase de hablar, consultó con superiores llamaron a un abogado para que le asistiera. «Después lo vi temeroso, no sé si porque nos había revelado detalles de hombres de aquí y del dinero». «Le pregunte si tenia miedo, si le perseguía alguien o estaba tomado mediación y respondía que estaba arrepentido», agrego el agente a la vez que indicó que nunca lo forzó a confesar. | M. S.

Cronología

9 de mayo de 2002

  • Sobre las 9.30 horas del 9 de mayo de 2002 unos tres asaltantes ingresaron a la vivienda del empresario José Bolaños con monos azules, pasamontañas y guantes para hacerse con medio millón de euros que tenía en una caja fuerte. Para ello les dieron una brutal paliza tanto a él como a su mujer e hijo al que también intentaron asfixiar para conseguir la combinación de la bóveda. Una vez con el botín, los agresores se marcharon no sin antes dejar a las víctimas amarradas, golpeadas y encerradas dentro de la vivienda.

10 de mayo de 2002

  • El dueño de la cadena de supermercados, su esposa e hijo recibieron el alta al mediodía con evidentes heridas en sus rostros tras ser atendidos desde la madrugada de ese día producto de las lesiones que presentaron.

20 de enero de 2003

  • La investigación se paralizó el 20 de enero de 2003 y es que se acordó el sobreseimiento provisional de las actuaciones al no conseguir indicios que les llevaran a encontrar a los culpables.

14 de marzo de 2012

  • Tras casi diez años de los hechos, el lituano Siugzda Daivaras se presentó en la comisaría de la Policía Nacional en San Bartolomé de Tirajana donde confesó de manera espontánea los hechos. En ese entonces reconoció que su trabajo era esperar fuera de la vivienda y vigilar la zona dentro de su coche mientras ocurría el robo que en sede judicial manifestó que «no sería violento». A partir de ahí se reabrió el caso que lo llevó a sentarse ayer en el banquillo.

06 de mayo de 2021

  • Tras casi 19 años de aquella pesadilla, se celebró ayer el juicio en contra de la única persona a la que se le han podido imputar estos hechos y que la Fiscalía cree que participaron otras cuatro a los que nunca se les pudo identificar. Ahora habrá que esperar a que el magistrado dicte sentencia.

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