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Agüimes

La iglesia con cimientos de ‘Panchito’

El vecino Francisco Guedes, de 90 años, revive la construcción de San José Obrero, en el Cruce de Arinaga, que comenzó en 1960 para reemplazar a una ermita

Francisco Guedes López, ‘Panchito’, el pasado miércoles delante de la iglesia de San José Obrero, en la avenida de Ansite, en el Cruce de Arinaga. | | ANDRÉS CRUZ

La iglesia de San José Obrero, que se encuentra en el Cruce de Arinaga, en el municipio grancanario de Agüimes, fue bendecida por el vicario de la Diócesis Canariensis, de la provincia de Las Palmas, Juan Marrero, el día 1 de mayo de 1.964, junto a las autoridades civiles y militares. Fue todo un gran acontecimiento. Algunos medios de comunicación ya la llamaban la Catedral del Sur.

En ese momento, la iglesia contaba con tres naves, 33 metros de largo y 13 de alto. Años después se amplió y se construyeron las dos torres que hay en la actualidad.

Antes de esa jornada tan especial para todos al tener el nuevo templo de religioso, hubo durante los años anteriores mucha voluntad, ilusión y trabajo por parte de todos los vecinos, comerciantes, empresarios del Sureste, como de toda la Isla, como también por parte del sacerdote dinámico Ángel Suárez Suárez. Los terrenos fueron cedidos por la empresa Juliano Bonny, además de agua durante su construcción.

Las obras estaban dirigidas desde un principio por los maestros mayores Juan Torres, de la comunidad de F. Quintana, y Vicente González, de la empresa Hijos de Diego Betancor.

Numerosas empresas de toda la Isla prestaron a sus trabajadores , camiones o maquinaria, como Mister Pilcher, Pino Melián, Juliano Bonny, Hijos de Diego Betancor, Hermanos Calderín, Hermanos Quevedo, Cooperativa Cardoso y Señores Verdugo Acedo, entre otras muchas. Varios empresarios o particulares entregaban madera. El contratista de pozos Antonio Sosa Verde prestó su tractor compresor para abrir las zanjas para los cimientos

El primer párroco, Ángel Suárez Suárez, hizo público que «Antonio Benítez Galindo, de Telde, viene prestando una colaboración continuada, facilitando compresores, obreros para trabajos diversos y me ha ofrecido pagar el costo de dos o tres columnas».

Asimismo, muchos vecinos daban a conocer sus donaciones en metálico a través de la prensa o de la radio, mientras que otros preferían el anonimato. Varios cines, como Cine Moderno, de Ingenio, o el Cine Agüimes daban las recaudaciones de algunas de sus funciones o cedían el local, el personal o la luz.

Otros ejemplos: Miguel Ramírez Enríquez, de los hornos de cal de Carrizal, en la villa de Ingenio, donó cinco metros cúbicos de cal y el transporte. Francisco López Sánchez, presidente de la cooperativa de cal de Arinaga, ofreció toda la cal que se necesitara para las obras. Carmelo González cedió gratuitamente la película El hijo del hombre para proyectar en dos funciones.

A partir de ese momento ya no tenían que ir a la iglesia de San Sebastián en el casco de Agüimes. La ermita quedó muy pequeña.

La Arinaga de ese tiempo, como gran parte de muchos rincones de Agüimes y de la comarca Sureste, tienen poco que ver a cómo son hoy en día, ya que en los años 50 y 60 del siglo XX habían pocas casas y diseminados entre los terrenos áridos y cultivados de tomates, y con algunos almacenes, naves de empaquetado y cuarterías. Eso sí, el viento era también un protagonista, como ahora. En 1960, ya se veían, como en años anteriores, varias familias que pasaban el verano en la playa de Arinaga, donde apenas habían casas y muy pocos comercios, pero las temperaturas eran más agradables que en el interior de la villa o de la Isla.

Implicación de todos

Agustín Santana Caballero, actual edil de Agüimes de Participación Ciudadana, Barrios, Dinamización Social y Servicios Básicos, vecino del Cruce de Arinaga, asegura que «mucha gente participaba de forma fija o puntual en las obras, al ser un acontecimiento, como me contó mi padre que lo vivió. Incluso, toda la pollería echaba una mano en cualquier cosa».

Los padres del edil son Gaspar Santana, de Telde, y María de los Ángeles Caballero, de Ingenio, quienes se casaron Nuestra Señora de la Candelaria, en Ingenio. Gaspar Santana trabajó como encargado en la finca del exportador Leonard H. Pilcher, en Llanos Prieto, y construyó la casa familiar en Cruce de Arinaga. «Quien murió hace unos años fue el maestro Eugenio, quien estuvo en la construcción y era muy conocido», afirma Santana Caballero.

Por su parte, el teldense Antonio Monzón, de 73 años, que reside en Cruce de Arinaga, fue quien cuidó al sacerdote Ángel Suárez, especialmente en su última etapa, cuando el cura enfermó y se le amputó las dos piernas por una enfermedad. «Sí, sé que mucha gente trabajó y ayudó en esas obras, pero es muy difícil concretar o saber quiénes están vivos o no, casi sesenta años después de acabadas las obras de la iglesia. De muchos no hemos sabido por dónde han seguido sus vidas».

Otra persona que conoce muy bien todo lo que ha transcurrido en la iglesia de San José Obrero es Dámaso Suárez, que desde niño es el sacristán y comenzó siendo aún el párroco, antes de retirarse, Ángel Suárez, y lo ha sido con todos los sacerdotes que oficiaron en esta parroquia.

«Te puedo decir con seguridad que la gente de aquí es muy buena. Es una parroquia fácil y para nada conflictiva. Durante todos los años que llevo aquí, pues gozo con mi implicación por esta iglesia y por los demás, y con todo en lo que puedo participar», opina Dámaso Suárez.

«Mi fe cristiana me ha ayudado a superar la dureza de la vida. Que me quiten lo bailado»

'Panchito' Guedes - Vecino del Cruce de Arinaga

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El vecino del Cruce de Arinaga, Francisco Guedes López, conocido y llamado como Panchito Guedes, es uno de los últimos que queda con vida de los que trabajaron en la construcción de este templo. Panchito Guedes cumplió ayer sábado 90 años. «Me encuentro como un chiquillo de 90 años», manifiesta entre risas.

«No lo sé, igual soy el último de los que construimos o participamos en esa construcción, o igual queda alguno más. Quizás sea Antonio González, hermano de Cándido», señala Francisco Guedes, quien muestra tener buena memoria, aunque alguna ocasión también duda o se queda en blanco, como es normal.

Este nonagenario se encargó a partir de marzo de 1960 de hacer los cimientos del edificio, que «está bien firme, que en algunas partes tienen tres metros de profundidad», asegura. Trabajó casi dos meses en esta labor, con el horario de siete de la mañana a siete de la tarde y el cura, durante la jornada laboral le llevaba, como a los demás trabajadores, bizcocho, queso y ron, entre otros. Guedes López recibía la remuneración de 50 pesetas cada día.

Vecinos, empresarios y cines donaron el dinero en metálico, cal o madera, o prestaban obreros para las obras

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«Yo trabajaba con el pico de aire, que pesaba quince kilos, y necesitaba a tres hombres para que fueran apartando la tierra en cada momento. Que yo sepa no hubo accidentes durante todo el tiempo que duraron las obras», recuerda Francisco Guedes, quien fue por primera vez al Cruce de Arinaga en 1949, y vivió en Cadenas de la Virgen, también en el municipio de Agüimes, ya que allí estuvo trabajando medio siglo como maquinista en el pozo de la Luna, que tiene 170 metros de profundidad. Guedes López ha contraído matrimonio con Josefa Galván Hernández, que tiene 80 años. Los hijos de ambos son: José Manuel, Francisca y Josefa Guedes Galván.

A parte de trabajar en los cimientos en 1960, más tarde también lo hizo en relación a una de las torres del templo religioso. «La de la izquierda, según se mira al edificio, en esa trabajé», precisa.

Vida dura

Panchito Guedes, muy conocido por todos los vecinos del barrio, es bien apreciado y querido. Para muchos su familia y él son ejemplos de haber pasado «una vida dura y de haber salido adelante», declaran varios vecinos que desearon quedar en el anonimato.

«Sí, mi fe cristiana me ha ayudado a superar muchas situaciones y la dureza de la vida. Lo he pasado mal. Ya he tenido cinco operaciones, he superado dos neumonías y he pasado lo mío. Sin embargo, que me quiten lo bailado», aclara con rotundidad.

Francisco Guedes, nacido el 8 de mayo de 1931 en el barranco de Guayadeque, fue el mayor de los doce hijos que tuvieron Antonio Guedes López e Isabel López López. Son hermanos, que están todos vivos son: Diego. Juana, Antonio, Manuel, Isabel, Bartolo, Fidel, Antonia, Julio, Julia del Carmen y Juan Guedes López.

«Nuestra infancia fue muy dura, con muchas carencias. Pasamos frío, miseria e íbamos descalzos casi siempre y sin comer lo que se quería. Fui analfabeto porque no pude ir a la escuela a estudiar, sino a trabajar desde niño. Ahora, no puedo acostarme sin leer algo, lo que sea, como puede ser en la enciclopedia o relacionado con la geografía o la historia, que me gustan mucho», confiesa, al tiempo que un momento después relata qué los trabajos que realizó en su vida: «hice de todo. Trabajé la tierra, planté en los tomateros y en los pozos, que fue a lo que más me dediqué, cincuenta años. Mi padre era pastor, e insistía para yo lo fuera también, pero a mí no me gustaba. Yo era incorregible».

Además, fue el primer fotógrafo de Cruce de Arinaga. «Fue en 1954 y sólo por unos meses. No llegué al año. Me daba vergüenza cobrar tres pesetas por dos fotos, que es lo que valía, y lo dejé. En el servicio militar, que hice en Ifni, en el que llegué hasta cabo, pues aprendí a usar las cámaras de fotos. Aquí hacía fotos de encargo de familias, bautizos y bodas. Luego un hermano siguió en este oficio», rememora Guedes López.

Los párrocos

Muchos vecinos, y no sólo los feligreses de la parroquia, han conocido o habrán oído hablar de cada uno de los sacerdotes que han oficiado en esta iglesia. Los párrocos principales que trabajaron en dicha iglesia fueron, por orden cronológico: Ángel Suárez; José Cirilo Díaz; Carlos Jesús Rivero; Jesús Vega; Juan María Mena y Santiago Quintana, que estuvieron ambos a penas un año; y Francisco Cruz, el actual.

Todos, dejaron su huella y recuerdos según el tiempo que estuvieron, y en mayor o menor medida. Los más longevos bien recuerdan a Ángel Suárez, quien fue el primero de esta iglesia y un dinamizador social y cultural. «Era muy activo. Trabajaba también los domingos, después de la misa, ya que ayudaba por ejemplo en echar un techo de la casa de cualquier vecino que lo necesitara», comenta Francisco Guedes López, quien agrega que «igual mandaba a alguien al carajo o trataba a todos como una familia. Era muy buena persona, y también lo es Jesús Vega. Los dos hicieron mucho por esta iglesia. Al actual párroco no lo conozco. Voy todos los días a la iglesia por las mañanas, pero no a las misas, no puedo».

«Los vecinos de Arinaga son dinámicos, emprendedores y participativos»

Jesús Vega - Párroco

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«Cercanos»

El ingeniense Jesús Vega Mesa, también llamado por amigos y vecinos Suso Vega, es el actual párroco de las iglesias de Nuestra Señora de la Candelaria y Santo Cristo, ambas en Ingenio. Antes, ofició en el templo de Cruce de Arinaga durante diez años, entre 2008 y 2018, al tiempo que también lo hacía en Nuestra Señora del Pino de Playa de Arinaga. «Los vecinos de Arinaga son muy cercanos y cariñosos, además de muy participativos, dinámicos, emprendedores y solidarios. Colaboraban mucho con Cáritas y con distintos proyectos», alaba Jesús Vega.

«De las distintas iglesias en las que he trabajado, puedo decir que en la de San José Obrero es una en las que más a gusto he estado por la cercanía de la gente. Me he sentido muy integrado y bien acogido durante todo el tiempo que he estado», manifiesta Vega Mesa, quien en su trayectoria laboral también estuvo en la iglesia de Nuestra Señora de Candelaria, de Tías (Lanzarote), y la de San Antonio Abad de Tamaraceite, en Las Palmas de Gran Canaria.

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