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El acróbata que trasquila

Pablo de Rada se reinventa en las gallanías tras el parón de los espectáculos | Entre su compañero y él pelan 150 ovejas en un día

Pablo de Rada. LP/DLP

La emblemática quesería de Altos de Moya está de trasquilada con esquiladora y con una técnica de Australia y Nueva Zelanda en la que lleva trajinando desde el pasado año el acróbata de circo Pablo De Rada, que tras el parón de 2020 se ha reinventado en las gallanías de las islas.

Son las once del mediodía en donde la quesería de Paca y Félix, Altos de Moya, en Fontanales, con sus 150 cabezas de ganado. Y hay una oveja privada de su juicio recibiendo su anual tratamiento capilar con las tetas al oreo, con mirar embelesado y una sonrisa más de jacuzzi zen que de gallanía en medianías. La afortunada oveja está en manos de Pablo de Rada Moniz, nacido un 30 de enero de 1983 y de profesión, acróbata, y como tal titulado universitario en Danza y Circo por la Universidad Técnica de DOCH, en Estocolmo.

De Rada también es escalador, y como tal llegó a grado 8b+, lo que ya es. De Gran Canaria ha escalado todas sus paredes, pero también emblemas de la disciplina como el Naranjo de Bulnes. A lo que se añade, como grado superior de Animación y Acondicionamiento del Deporte, su geito como monitor de campamento, actividades de montaña y guía de senderismo.

El asunto en que desde pequeño tenía dos fijaciones, el circo, a cuenta de la visita a la isla de un circo chino cuando era pequeño, y la naturaleza.

Para cumplir con lo primero se lanza a Barcelona, a la Escuela Preparatoria Rogelio Rivell, donde asimila circo, acrobacia, música, teatro y danza. Con 25 años se va a Estocolmo a completar sus estudios, que finaliza con dos laureados en 2012, distinguido como uno de los jóvenes talentos del circo de Europa. Su disciplina enlaza con lo que vio de chico. El mástil chino. Una barra vertical cubierta de goma en la que realiza mortales, piruetas, saltos, banderas, equilibrios de manos, rueda alemana, que viene a ser la misma que la del hámster, y acrobacia de suelo. “Son muchas horas de entrenamiento”, dice dándole macho a la esquiladora, “y con las ovejas me mantengo en forma”.

Tras titularse, De Rada forma una compañía que funciona hasta 2016 para dejar con la boca abierta a espectadores de todo el mundo, desde Brasil a Reunión, codeándose con figuras y nombres de la especialidad como Dimitris Papaioannous, Circus Cirkör o la Tanz Company, hasta que se vuelve trece años después a Canarias con un elenco de idiomas que abarca el sueco, el inglés, el francés, el italiano y el portugués.

“Dejé de actuar por una pequeña dicotomía. Me preguntaba que por qué lo hacía, si por la fama o por la necesidad de expresarme, algo que solvento con el tiempo. Actuaba por expresarme, así que creo otra compañía con un venezolano y un canario, Ashes, con la que recorre Europa en 2017.

Pablo y equipo reciben una subvención del Temudas Fest de creación en el ámbito canario y actúa en el festival en 2018. Repite al año siguiente, ya en solitario, con el espectáculo Harhuy, “en lengua aborigen, cuero o curtir”, en el que fusiona las artes circenses con las mañas de la tierra. Lo siguiente fue 2020. El covid, que le obliga a cancelar varios espectáculos por España y Europa. “Me reinvento”.

Viven Guía, por debajo de Montaña Alta. “Y tengo vecinos que son pastores, que hacen la trasquila, pero las juntas, como la de Caidero, también se han anulado”. En esas juntas se reúnen decenas de peladores a tijeras que durante el día dejan de revista a cientos de ovejas. Así que ahora no queda otra, que pasarlas por la máquina, aparte de que ya menos personas dominan el arte.

El caso es “que me fui a ayudar a un pastor, Carmelo Moreno y ahí estaba pelando Germán, un catalán del Pirineo que lleva años yendo y viniendo. Eso fue en mayo. Comencé arrimando ovejas y viendo lo que hacía, que es una técnica de Australia y Nueva Zelanda de más de cien años que no amarra a la oveja. Y con el bagaje del movimiento de la corporalidad entendí lo que estaba pasando. Un mes después comencé a trasquilar”. Y sí, tiene mucho de circo: “Es como una danza. Estás tú, la oveja y la esquiadora y tienes que hacer que fluyan los tres, acompasando el animal con tus movimientos para que la máquina entre, porque si te pones a bruto, ella lo es más que tú”.

El día de autos entre los dos pelaron a 150 animales en doce horas de trabajo. Ahora estarán pelando dos meses en Gran Canaria y Fuerteventura y para julio dejan los tres rebaños más grandes de la isla, de 900 animales cada uno. Asegura que con este trajín, “estoy gestando un espectáculo nuevo”, pero asevera que lo que más le llena, “además del contacto con la naturaleza, con los animales, y el viajar por la isla, es el trato con los pastores, personas emblemáticas de las que aprendes estando con ellos por su capacidad de observación y su amor por los animales, y que te impregnan de sabiduría”.

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