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Ingenio

Rumbo a Australia con 82 años

Linda Valenti, que reside en Ingenio desde 1965, decide ir a vivir con su hijo y su familia en Oceanía

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Linda Valenti, austriaca que lleva 56 años en Ingenio Andrés Cruz

La vida de Linda Valenti tiene muchos ingredientes que le han empujado de un lado a otro: el dolor, frío, lucha, hijos y calor. Nació en Austria y apuesta por irse a vivir a Australia con su hijo.

«Me siento mucho más canaria que austriaca. Llevo 56 años viviendo en Lomo Hospital, en Ingenio. La mejor época de mi vida, tras pasar por etapas muy difíciles, ha sido a partir de mi jubilación en 1998 hasta hoy», asegura Linda Valenti, que nació en 1938 en Wolfsberg, población en el sur de Austria. Ahora, ha decidido ir a vivir con uno de sus dos hijos, con Arturo, quien reside con su mujer e hija en Australia desde hace más de 30 años.

Linda Valenti descubrió Gran Canaria en 1963 con su marido, Ernest, y con el coche con el que recorrieron Europa hasta llegar a Cádiz, subirlo con grúa y malla al barco, y luego desembarcar en la Isla. Fueron unas vacaciones de tres meses. El Hotel Reina Isabel comenzaba a construirse ese año.

Volvieron a la Isla en 1965 para quedarse con los dos hijos, Alicia, de tres años, y Arturo, de seis meses.

Años antes, Ernest, que era constructor, le había pedido a ella casarse con la condición de salir de Austria e ir a vivir a un lugar cálido. Ella respondió con rotundidad que sí. Contrajeron matrimonio en el pueblo natal de los dos, Wolfsberg, en 1961. Ella tenía 22 años.

La vida de Linda Valenti está llena de alegrías, tristezas, casualidades, anécdotas y razones para seguir viviendo. Su historia podría ser el argumento de una novela.

El padre biológico de Linda fue Tomas Valenti, quien era un italiano que vivía en Austria, y que falleció en 1939 durante la II Guerra Mundial.

La madre de Linda, Amalia, se casó el mismo año con Rudolf Plach. «Ella era muy guapa. La sexta de seis hermanos. Era la única mujer y la más joven», recuerda Linda Valenti. «Rudolf fue el mejor hombre que conocí. Era muy bueno», afirma ella sobre su padrastro. «Me hacía regalos impensables cuando no había nada en Austria desde el final de la guerra. En Navidad de 1944, me regaló un piano de 2,2 metros. El año anterior, me entregó una bicicleta hecha con distintas piezas». Rudolf Plach murió en febrero de 1945. Amalia decidió quedarse viuda el resto de su vida.

Otra decisión que marcó a Linda fue que su hija, que con diez años, fuese al internado de un convento de monjas. Tenía 16 cuando salió. «Fue horrible. Las monjas me educaron bien. Aprendí a comportarme, a rezar, a ser ordenada, pero pasé mucho frío y desconsuelo con la comida. Comíamos sopa, papas con remolacha y ensaladas. Poco más», comenta Valenti, que durante los inviernos soportaba diez grados centígrados bajo cero dentro del edificio. «Siempre estábamos con los abrigos puestos y veías el hielo en la ventana. Nos obligaban a lavarnos con agua fría. Cada dos meses veía a mi madre», agrega.

Tiempo después de salir del internado, fue al Reino Unido, para trabajar como au pair a las afueras de Londres. Resulta que se trataba de la familia Miller, y uno de sus miembros era el cónsul británico en Las Palmas de Gran Canaria. Entonces, ella había recibido mucha información y comentarios sobre el Archipiélago canario, además de ver fotos.

Cuando ya estaban casados y sin decidir a dónde se iban a vivir, Linda Valenti le regaló a su marido un libro sobre Canarias. En 1962, Ernest viajó a Gran Canaria, donde hizo amistades y conoció sus posibilidades de trabajar en la construcción.

De las vacaciones en 1963, Linda Valenti destaca que «íbamos a todas partes con el coche. Teníamos la tienda de campaña. Estuvimos en una pensión en Arguineguín y en otra en Arucas. En Playa de Inglés, pagamos 25 pesetas para acceder a la playa tras atravesar todas las plantaciones de tomates. No había nada construido».

Cuando llegaron en 1965, se instalaron en un apartamento en la zona de Alcaravaneras, en la capital grancanaria. «Yo sabía hablar alemán, inglés y francés, pero nada de español. Iba a comprar a las tiendas con el diccionario. Aprendí el español yo sola, con lo que oía y leía», afirma.

Ernest descubrió en 1966 unos terrenos en Lomo Hospital. Allí construyó ocho casas de una planta que formaban una urbanización. Se quedaron con una y vendieron las restantes a extranjeros.

A la hora de responder a por qué eligieron en 1966 Lomo Hospital para vivir, Linda contesta que «uno de los motivos principales, y que nos atrajo, fue que aquí podíamos tener cinco cabras y así contar con leche fresca para los biberones para nuestra hija, Alicia».

«Al principio, fue duro porque no había electricidad, ni suministro de agua. Estuve 27 años sin nevera. El motor daba luz, sí para la lavadora, pero no para otros electrodomésticos», manifiesta Linda Valenti, quien matriculó a los hijos en el colegio alemán de Las Palmas de Gran Canaria.

Relaciones públicas

En 1980, ella comenzó a vivir sola con los vástagos y logró trabajar en el Sur como relaciones públicas, y lo hizo en hoteles de Maspalomas, como el Oasis o el Palme Beach. Ese mismo año, la hija se fue a Alemania a estudiar y acabó trabajando como azafata de la compañía aérea Lufthansa. Reside cerca de la ciudad de Frankfurt.

Arturo Valenti se trasladó en 1984 a Austria, donde se formó como cocinero y volvió a la Isla en 1987 para trabajar en la hostelería. Y se marchó a Gold Coast, en el Estado australiano de Queensland, donde lleva más de 30 años.

«He hecho muchos amigos y fiestas con ellos en el patio de mi casa, rodeado de plantas y árboles que yo he plantado y he visto crecer, como dragos, olivos, higueras y limoneros. Cuando vinimos aquí en 1966 no había tampoco nada de vegetación», describe Linda Valenti, quien ya viajó cuatro veces a Australia a ver a la familia, como a su nieta, ahora de 18 años, y que estuvo un mes con 14 años en Gran Canaria.

Arturo volvió a Gran Canaria de vacaciones en 2017 y se reencontró con los amigos de su juventud. Ahora, Linda Valenti cogerá las maletas dentro de unos meses para fijar su residencia en Australia con su hijo. «Tendré siempre a Canarias en mi corazón. Gran Canaria ha sido mi hogar», asegura.

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