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Mogán

Sara y Pino cierran los libros

Mogán reconoce a las directoras de los colegios de Motor Grande y de Cercados de Espino al jubilarse tras más de 30 años en la docencia

Alcaldesa Bueno en el centro de la imagen, inspector a su derecha. Sara Ruano a su izquierda y Pino Pérez junto al inspector Ayuntamiento de Mogán

Sara Ruano y Pino Pérez cierran los libros después de más de 30 años de trayectoria profesional como docentes en distintos colegios públicos de Gran Canaria. El curso escolar que acaba de concluir ha sido el último para estas dos mujeres, que se han jubilado siendo las directoras del colegio de Cercados de Espino, en San Bartolomé de Tirajana, la primera, y del CEO Motor Grande, en Puerto Rico, la segunda. Se van a disfrutar de la vida con la satisfacción del trabajo bien hecho con los cientos de alumnos que han pasado por sus aulas durante todos estos años y con el reconocimiento del Ayuntamiento de Mogán por su labor con los estudiantes del municipio.

Pino y Sara han sido maestras por vocación, de esas para las que la docencia ha sido su vida y sin la enseñanza no habrían sabido hacer otra cosa. Ambas arrancaron su carrera profesional a finales de la década de los años 80 y hoy, más de tres décadas después, abandonan la escuela pero con el rabillo del ojo acechando por si todavía pudieran aportar su granito de arena.

Sara Ruano ha dedicado a la docencia 35 años y 10 meses de su vida y ahora, con 60, se jubila. Empezó a dar clases en 1986 en el colegio de Bañaderos, en Arucas, y posteriormente lo hizo en dos escuelas de Santa Lucía de Tirajana hasta que en 1991 la destinaron a Cercados de Espino. A su llegada, el centro actual no estaba aún construido y el que había tenía sus instalaciones dispersas por el pueblo. «Había aulas en un edificio cedido por el Obispado, también en el teleclub, el patio era la calle de entrada al centro, la secretaría era un baño acondicionado y la sala de profesores era una mesa colocada a la entrada del colegio», recuerda, «aquello no reunía las condiciones para ser un colegio». Pero el pueblo de unió y en 1994 se levantó la nueva escuela.

«Ostentar todos los cargos suponía una ventaja: lo controlaba todo y bien», dice Sara

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Sara proviene de una saga de directoras de colegios: su madre lo fue durante muchos años del centro de Aldea Blanca, su hermana dirige el colegio de El Matorral y una de sus tías también fue maestra. «Recuerdo mi primera día como profesora con mucha ilusión, porque además tuve la suerte de tener siempre buenos alumnos», relata.

A Cercados de Espino llegó como profesora de Ciencias Sociales en EGB, y en 1996 fue cuando accedió a la dirección del centro. «Era para cuatro años y terminé en 2021», cuenta con humor. Y casi le da «un ataque» cuando le dijeron que este sería un destino, ya que vive en Las Palmas de Gran Canaria. «Por aquel entonces el pueblo estaba muy lejos y había que ir por la antigua carretera comarcal GC-500, y la vía de acceso hasta el barrio tampoco era buena, estaba llena de baches», rememora, «no es como hoy en día; antes tardaba dos horas en llegar». A pesar de todo, confiesa que «merecía la pena» y allí se plantaba todos los días a las 07.20 horas de la mañana.

Control absoluto

El colegio de Cercados de Espino es un centro pequeño, con apenas 74 alumnos, siete profesores fijos y cuatro compartidos con otros centros. «Venía de colegios más grandes y fue chocante encontrarme en una escuela tan pequeña», señala. Y tan pequeña es que Sara era una todoterreno: aparte de su labor como directora ostentaba también los cargos de telefonista, secretaria y administrativa. «Tener todos los cargos era una desventaja, pero también una ventaja: que lo controlaba todo y bien, desde la vertiente pedagógica hasta la programación el centro», añade.

Sara Ruano se lleva el cariño y la implicación de todos los compañeros que la han acompañado durante sus años de profesión, sobre todo de Rosa Cardona, quien durante años ha sido su mano derecha. Ahora dedicará su tiempo a su familia y sobre todo a estudiar, pero sin agobios: aprenderá a utilizar el Photoshop.

Pino Pérez, la ya exdirectora del CEOMotor Grande, va más allá y ahora que se jubila se ha matriculado para el próximo curso en el ciclo superior de Relaciones Laborales. «Estoy acostumbrada a tener una vida rutinaria y no quiero abandonar eso, además me gusta aprender».

Pero pera llegar hasta ahí, Pino inició su vida laboral hace 32 años, en 1989, en el CEIP Aragón de El Batán y luego pasó varios años por Lanzarote y Fuerteventura, hasta que llegó a Mogán en 2007, al colegio de Puerto Rico, que desapareció en 2013 cuando se construyó el CEO Motor Grande. En aquel colegio fue secretaria y jefa de estudios, y ocupó la dirección en el nuevo centro.

«Cuando arrancó el centro solo me dieron sillas y mesas, y apáñatelas como puedas», relata Pino

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Recuerda su primer día de clases en 1989 con «mucho miedo» porque era la primera vez que se enfrentaba a un aula completa, ya que hasta entonces solo había impartido clases particulares. «No sabía cómo iba a actuar con los niños, pero poco a poco y con ayuda de mis compañeros me fui haciendo con la clase», relata. Daba clases de matemáticas y conocimiento del medio.

La mayor satisfacción que se lleva es haber transformado un centro que «comenzó sin nada». «Cuando arrancamos, el centro no tenía nada, me lo dieron con sillas y mesas y apáñatelas como puedas». «Pero lo peor ha sido la poca ayuda de la Administración, abrieron el centro y desaparecieron, yo misma tuve que contratar el agua y el internet», añade, «me dejaron sola».

Termina su vida laboral y Pino está más que contenta con todo lo que ha hecho en más de 30 años. «Sobre todo he ayudado a quien en podido en la medida de mis posibilidades, y con eso me quedo».

Pino y Sara cierran sus libros y abandonan las aulas. Aunque confiesan que no se desvincularán de todo por si los nuevos responsables necesitan que les echen una mano. Eso sí, ya sin responsabilidades.

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