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Medioambiente

El pinzón azul prospera en su nuevo hábitat de los pinares de la Cumbre

El Cabildo logra la introducción de la especie en peligro de extinción en un lugar alternativo a Inagua | La diversificación de áreas trata de garantizar su futuro

Ejemplar de pinzón azul macho en Las Brujas. | | VÍCTOR SUÁREZ

El pinar de la Cumbre de Gran Canaria se ha convertido en el segundo gran hábitat del pinzón azul, tras los esfuerzos del Cabildo iniciados en 2010 por ofrecer a la que es una de las aves más amenazadas de España otro refugio tanto para favorecer el crecimiento de su censo, como para sobrevivir como especie en caso de incendios u otros desastres.

Tras la brutal deforestación de los pinares durante siglos, la población cada vez más menguante de Fringilla polatzeki quedó reducida al área de Inagua, perdiéndose definitivamente las que existían en otros lugares como Tamadaba. Y de hecho su censo era tan reducido que conociéndose la existencia de su ‘primo’ de Tenerife, Fringilla teydea, no es hasta 1905 que fue descrita en Gran Canaria por Polatzek, tras lo cual se cataloga como una nueva subespecie, diferenciada del de la isla vecina, y no es hasta el cercano 2016 cuando pasa a ser especie por méritos propios tras determinarse su distancia genética, así como los rasgos morfológicos y acústicos, como ilustran Alejandro Delgado Gento, consultor ambiental, y Luis María Carrascal de la Puente, profesor de investigación del CSID en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, que firman un artículo titulado Avatares del pinzón azul de Gran Canaria, publicado este mes de julio en la revista Quercus.

En el trabajo refleja cómo tras el «devastador incendio» sufrido en Inagua en el año 2007 se redujo la población del endemismo grancanario a la mitad, y que, desde la traslocación de ejemplares llevada a cabo por el Cabildo al cercano pinar de la Cumbre, orientado más al norte y con más altura sobre el nivel del mar, «ha hecho posible que se establezca una segunda población y que la especie aumente en un 16 por ciento».

Para contextualizar esas cifras, Pascual Calabuig, responsable de la reintroducción del pinzón azul, biólogo, veterinario y director del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre del Cabildo, apunta que una «sexta parte de la población mundial del pinzón azul de Gran Canaria ya prospera en el nuevo hábitat», de un censo global que no llega a los 500 ejemplares, sumados con los de Inagua, y que «si nos dejaran, el Cabildo tendría capacidad para repoblar nuevas zonas, como ocurre en la Caldera de Los Marteles, donde algunas pocas parejas están intentando restablecerse pero están sufriendo las adversidades del efecto Allee, que se produce cuando los ejemplares no tienen competencia entre ellos, perdiendo así su capacidad reproductora por los problemas propios de la endogamia».

Tras el incendio de 2007 se perdió casi la mitad del censo, que hoy se acerca a los 500 individuos

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El pinzón azul, al igual que los pinares, sufría su propio infierno durante el siglo pasado, como recuerdan los dos autores del artículo, con la «colecta indiscriminada para los museos de historia natural», en el que destacó la «captura de 76 ejemplares realizada en 1909 por Rudolf von Thanner en tan solo cuatro meses».

Con la llegada del siglo XXI su devenir no pudo entrar con peor pie, con cuatro grandes incendios que afectaron «al pinar ocupado por la especie», así como «otros pinares potenciales para ser colonizados». De hecho, el peor, para la especie, fue el ya mencionado que afectó a Inagua en 2007, y que era donde «subsistía toda la población de pinzón azul», a los que se sumaron los de 2017, 2019 y 2020, de ahí la necesidad de ofrecerle otras alternativas.

Cambio climático

Entre otros motivos, porque en 2008, tras la resaca de Inagua, la población quedó reducida casi a la mitad, para irse recuperando, gracias a las labores de reintroducción progresivamente «hasta alcanzar la densidad más alta registrada en 2019, con 17,8 aves por kilómetro cuadrado, lo que equivale a un incremento anual medio del 23,7 por ciento», y que a criterio de los dos especialistas, «pone de manifiesto la resistencia impresionante de la especie ante las catástrofes». Una de sus habilidades consiste precisamente en la búsqueda de otros lugares, dado que en ese 2008 «fueron localizados criando con éxito en los pinares de la Cumbre, en la parte más alta de la isla, a unos dos o tres kilómetros de distancia de Inagua».

Ese fue el principal motivo para que en 2010 esa ubicación fuera «el lugar elegido para desarrollar un programa de traslocación con el objeto de establecer una segunda población viable de la especie», señalan Delgado y Carrascal.

Calabuig destaca que este éxito podría ser replicado en todos los pinares con orientación norte, como paliativo a los efectos del cambio climático, en zonas como Pinos de Gáldar, Montañón Negro, las zonas altas de Tenteniguada, Roque Saucillo, Camaretas o Siete Fuentes, «pero nos encontramos bloqueados por los trámites administrativos del Gobierno de Canaria, que hasta la fecha no nos han permitido liberar nuevas parejas, de forma que estamos tirando una inversión millonaria a la basura porque no nos dan los permisos».

Calabuig celebra su expansión «a pesar del bloqueo» al proyecto por parte del Gobierno canario

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El biólogo responsable de la reintroducción del pinzón azul en Gran Canaria asegura que se trata de un «bloqueo institucional que se lleva produciendo desde hace más de una década por parte de la Viceconsejería de Medio Ambiente, en la que dos técnicos que en su momento fracasaron con la cría en cautividad en el centro de Tafira llegaron a la conclusión de que no se podía criar. Pero a pesar de todo ello», sustancia, «hemos logrado mantener no solo en Inagua los valores de siempre, sino que en la Cumbre su expansión va a toda vela, ya que desde que ayudas un poquito a los ejemplares la especie avanza, crece como la espuma, y no es una elucubración, es una realidad». Calabuig asevera por último que «este año no nos queda más remedio que criar con parejas envejecidas, con un resultado desastroso», y que si se les permitiera criar en condiciones podrían generarse hasta «50 ejemplares por año para repoblar nuevos pinares».

El vuelo de ‘fringuilla’

Al nuevo destino: 194 pájaros

  • Entre 2010 y 2019, según el estudio de los dos investigadores, se han liberado 194 pinzones azules en la Cumbre a principios de otoño, «de los cuales 114 han nacido en cautividad y los restantes 80 son provenientes de la población salvaje de Inagua». 

Selectivo: En ocho kilómetros

  • El pinzón azul es extremadamente selectivo con su hábitat según se desprende de la distribución de su censo, ya que sólo unos ocho kilómetros cuadrados del pinar de Inagua son favorables para su existencia, al preferir los pinares de arbolado maduro y poco densos, situados a más de 1.200 metros de altitud.

Nuevos aires: Aumento del censo

  • En 2019 se censaron 70 pájaros en la Cumbre, lo que supone que su contribución a los 360 ejemplares estimados en Inagua supone el 16 por ciento de todos los que tienen la especie. 

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