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Santa Brígida

Tres mil toneladas de mamotreto

La villa recupera parte de las vistas que le robó una planta de la mole del centro comercial hace dicienueve años | Los escombros se llevan a una planta de reciclado

Vista de uno de los laterales del mamotreto ya demolido con el Ayuntamiento de Santa Brígida al fondo. | | JUAN CASTRO

El mamotreto de Santa Brígida ya es algo más ligero. Con el derribo de toda la planta alta y de unos siete metros de los dos laterales, hasta se ha logrado recuperar las vistas no sólo el entorno del casco sino hasta los alrededores. Unas 3.000 toneladas de escombros ha arrojado la demolición de este centro comercial que fue levantado hace diecinueve años, en el mismo corazón del municipio, superando lo permitido en el proyecto, pese a estar a las mismas puertas del Ayuntamiento y tratarse de una concesión por un suelo municipal.

José Santana, a la izquierda, y Abián Granero, a la derecha, entre los escombros . | | JUAN CASTRO

Para resolver esas ilegalidades urbanísticas, resueltas en sentencias judiciales, ha habido que meter máquinas que de forma precisa han mordido poco a poco el hormigón y lo han ido echando abajo. Tras dos meses de trabajos, los restos de bloques, piedras de cemento, tela asfáltica y amasijos de hierro se acumulan en el suelo del que iba a ser un centro comercial, aunque ya buena parte han sido trasladados a una planta de tratamiento de residuos, que se encuentra en el polígono industrial de El Goro, en Telde.

La demolición está casi concluida y tan sólo esos días se terminan de recortar los hierros que sobresalen de los techos y paredes. Un trabajo de precisión que se realiza con un disco, que colocado sobre un eje, va dejando a su paso los techos sin las varillas que sobresalen de la estructura de hormigón.

José Santana, jefe de obras de Bernegal Construcciones, y Abián Granero, dueño de Excavaciones Graval S.L., empresas a las que les adjudicó el Ayuntamiento de Santa Brígida por 500.000 euros estos trabajos, han seguido cada día estos dos meses cómo se iba derruyendo la edificación.

Aunque están acostumbrados a trabajar en el derribo de inmuebles, señalan que, en la mayoría de los casos, se trata de edificaciones que se encuentran en mal estado, mientras que con el mamotreto ocurría todo lo contrario, ya que ni siquiera se llegó a terminar. «Las casas viejas son más complicadas porque hay que tener cuidado ya que puede haber complicaciones», apunta Abián. No obstante, matiza que la demolición del mamotreto, pese a ser obra nueva , tenía su complejidad porque se trata de un derribo parcial y había que hacer todo con precisión.

Hasta dos robots demoledores, modelo Brokk 200, que ahora son los únicos que hay en Canarias, se han comprado en Alemania expresamente para esta obra. Se trata de máquinas que se manejan con mando a distancia, que pesan dos toneladas, y sin embargo, rinden como una de 22 toneladas, con la diferencia de que al ser más ligeras ofrece más garantías para trabajar en los techos.

Con mando a distancia

Si bien Graval ya contaba con otros dos robots, incluso de menor peso, de unas 1,2 toneladas, el hecho de que los brazos sean más cortos y tengan menos potencia no los hacían como los más idóneos. «Estos nuevos robots ofrecen seguridad porque no está el maquinista dentro, son eléctricos, no hacen ruido y hasta producen menos polvo», remarca el responsable de la empresa.

Un total de cinco demoledoras se han utilizado para estos trabajos. Junto a estos dos robots punteros con los que se fueron mordiendo todo el techo de la parte alta, una superficie de unos 1.800 metros cuadrados, se emplearon los otros dos, también con mando a distancia, para recortar los laterales y los pilares. Además se ha contado para estas labores con la máquina tradicional, «la de goma», que es giratoria y que sí lleva a bordo al maquinista. Entre las dos empresas, para las tareas de derribo y retirada de escombros, se han empleado a fondo unos doce trabajadores, de los que hay muchos que conocen la historia del mamotreto porque residen en Santa Brígida.

La expectación y el seguimiento que hicieron los vecinos en el arranque de la obra provocó que se comentara en los cafés y las tertulias de la villa, cuando se supo que por fin se empezaba a echar abajo el mamotreto, que no se veían los avances. Y es que los vecinos de esta localidad no terminaban de creerse de que algún día las modernas picaretas aminoraran este armatoste de cemento, que muchos pensaban que se iba a quedar casi como un emblema.

Explica José Santana que ese aparente poco ritmo de los inicios se debió a que primero tuvieron que reforzar con puntales y cimbra todas las plantas de los sótanos, que son dos, y la de locales, que es la baja. También hubo que desmontar todas las instalaciones eléctricas y las de saneamiento de la primera planta y los laterales. «Hecho esto, todo iba ya con un tiro», destaca. Tal es así, que señala que los trabajos debían estar hechos en tres meses y medio y en apenas dos, que se cumplen el próximo 3 de agosto, ya está prácticamente concluidos.

Incluso da por hecho que, en apenas una semana más, hayan terminado de retirar todos los escombros que quedan por trasladar hasta la planta de El Goro, que gestiona Graval. Allí, pasan primero por una machacadora, y después por una cribadora que separa cada los materiales porque buena parte de estos áridos vuelven a reutilizarse para los rellenos de aceras y de carreteras.

Pero el hecho de que acabe el martilleo y el polvo en este inmueble no significa que se haya resuelto el destino del mamotreto. Simplemente se ha dado cumplimiento a una sentencia de 2018 que declaró nulo el contrato de la UTE encabezada la empresa FCC y el Ayuntamiento.

La pelota vuelve a estar en manos del grupo de gobierno, propietario del suelo, que debe redactar el proyecto para que finalmente este inmueble sea algo más que una mole. Parece que la intención del alcalde, Miguel Jorge, es que ese suelo a ras de calle quede coronado por una plaza pública, y que los locales de la planta baja den cobijo a un mercado y también la idea es disponer de espacio para un auditorio. Pero, de momento, se sigue conociendo como el mamotreto.

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Así continúa el derribo del mamotreto de Santa Brígida Juan Carlos Castro

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