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El Gobierno investiga una nueva plaga de la mosca de la fruta

Los técnicos lo confirman en una finca de Mogán, lo indagan en otra de Santa Lucía de Tirajana y lo estudiarán en otra de Ingenio

Tres calabacines -dos amarillentos y otro marrón-, infectados de la plaga de la mosca de la fruta en una finca de El Burrero.

El departamento de Sanidad Vegetal de la consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Aguas del Gobierno de Canarias trabaja, centrada en Gran Canaria, en la existencia de una posible nueva plaga de la mosca de la fruta en el Sureste y Sur de la Isla, siendo concretamente la protagonista esta vez la mosca Dacus Frontalis, la cual daña al dejar los huevos tras la cúpula los frutos de las plantas cucurbitáceas, que son el calabacín, la calabaza, el melón, el pepino y la sandía, entre otras.

Sanidad Vegetal sostiene, en un principio, que no se confirma la existencia de esta plaga en la Isla. Eso sí, los técnicos de la empresa pública GMR Canarias indagan en una finca en los Altos de Arguineguín, en el municipio de Mogán. Además, sondean en otro terreno situado cerca de Vecindario, en Santa Lucía de Tirajana. Y no se descarta la presencia de esta mosca en Ingenio.

Esta tercera propiedad en la que se indagará se encuentra en El Burrero. Se trata de una finca de tres hectáreas de superficie y está dividida en huertos que están dedicados a una multitud de plantas. En uno de los invernaderos, la mosca ha dañado desde la primavera decenas de frutos de calabacines, pepinos y calabazas, como indicaron los usuarios de dichas huertas. A las plantas no.

Fuentes consultadas de la Agencia de Extensión Agraria del Cabildo de Gran Canaria no confirman o niegan la existencia de la supuesta planta. «Asesoramos a los agricultores que nos han planteado sobre la posible presencia de esa mosca, y les hemos indicado medidas», señalaron dichas fuentes.

La especial característica de esta nueva plaga es que se trata de la mosca Dacus Frontalis, como alertaron en El Burrero. Se trata de un insecto muy similar a otras especies, como la mosca Bactrocera cucurbitae o Dacus ciliatus, que también afectan a las plantas de la familia cucurbitáceas.

Según los técnicos consultados, las diferencias son pocas entre cada una de estas tres especies dentro del grupo conocido como mosca de la fruta, y se centran en los colores y el tamaño de las alas. El comportamiento distinto del macho de la Dacus Frontalis permite diferenciarlo de los otros.

Por otra parte, en el supuesto de que se constatase de que se trata de una plaga por la mosca Dacus Frontalis, desde Sanidad Vegetal se admite que los «daños podrían ser importantes». En cambio, desde este departamento del Ejecutivo canario se asegura que «no provocaría la desaparición en la Isla de los monocultivos de sandías, melones o pepinos, por ejemplo, porque existen herramientas y medidas agrícolas, ecológicas y culturales, que lo evitaría».

Sanidad Vegetal destaca que no causará la pérdida de los cultivos de sandías o calabazas

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Como ejemplo de la no desaparición, la fuente consultada de Sanidad Vegetal expuso que «tenemos la polilla del tomate [Tuta Absoluta], que ha hecho grandes daños a la explotación de las tomateras, pero, con las medidas tomadas, no ha provocado la desaparición del cultivo de esta fruta».

Eso sí, admite que se podrían producir otras consecuencias por esta plaga, «que se mermase la producción» de las plantas cucurbitáceas y que sería «más costoso» por tener que aplicar esas herramientas.

Por otro lado, el agricultor Aitor Ruano, con propiedad en El Burrero, manifestó que «la plaga de la Dacus Frontalis ya se había extendido en Lanzarote durante 2018, y en Fuerteventura, en 2019. De momento, sólo está en la provincia oriental canaria. No nos constan ningún caso en Tenerife».

Aitor Ruano resalta la necesidad de que «no se tire a la basura un pepino o calabaza infectada, por ejemplo, porque acabará en los vertederos y finalmente se favorecería la extensión por el Archipiélago de esta mosca», señaló.

Como medidas para eliminar el fruto infectado, como un calabacín que tiene una parte arrugada, o una sustancia amarilla pegada, o simplemente se encuentra de color amarillo, Aitor Ruano aconseja al productor o consumidor: enterrarlo a unos 40 centímetros de profundidad, con cal, como recomiendan desde el Cabildo; o poner ese fruto con agua hirviendo; y crear trampas para las moscas con botella de plástico, con fosfato de diamónico, un litro de agua y un colorante alimenticio».

Antonio García Santana, de 21 años, vecino de Carrizal (Ingenio), comenzará en septiembre el 4º curso de Ingeniería Agrícola y del Medio Ambiente, la cual estudia en la Universidad de La Laguna, en Tenerife (ULL). Tiene un huerto desde hace cinco años en El Burrero. «Estoy aprendiendo mucho. Tengo esta huerta para plantar y producir hortalizas y frutas que luego doy a la familia», comenta este joven estudiante, quien, respecto a esta posible plaga, apunta que «sospecho de que se trata de Dacus Frontalis. Es verdad que es difícil distinguir al tipo de mosca. Los técnicos son los que podrán precisar».

Respecto a su futuro laboral, acabada la formación universitaria, Antonio García declaró: «aún no lo sé. Hay tiempo. No sé aún en qué especializarme. Lo que de momento me interesa más es la sanidad vegetal, que trata las plantas y enfermedades de los cultivos. En Canarias, las plagas están y afectan todo el año. Hay mucho trabajo sobre ello».

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