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Guía

La imagen de la Virgen de Guía se intituló como De Candelaria

Genovesa, como lo eran sus donantes, la familia Riverol, estaba situada en un

altar propio de la ermita levantada por el fundador Sancho de Vargas en 1505

La Virgen de Guía, enmarcada en el trono de plata que estrenó en 1955. La Provincia

Celebramos en el próximo 15 de agosto la festividad de la Virgen del Guía patrona de la localidad norteña del mismo nombre, efemérides que ha impulsado al cronista a resumir en unos pocos folios algunos de los datos localizados que se refieren a la historia de la primitiva talla colocada por el fundador de la entonces villa y a la actual imagen.

Nada se sabe de la imagen que colocó, presumiblemente, el fundador de la ermita en su altar principal bajo la advocación bajo la advocación de Santa María de Guía. Se supone que representaba a la Virgen con un niño en brazos. Advocación que, según el tiempo, cambió a «Nuestra Señora de Guía» algunas veces.

Se hace preciso desterrar ya definitivamente la vieja leyenda que habla de cómo llegó a Guía la imagen de su patrona. Es aquella relación que, incluso, recogió en un informe enviado al obispo don Baltasar José Rodríguez Déniz, en el siglo XVIII, y que habla de un misterioso y voluminoso cajón que arribó por la mar a las costas norteñas, en la zona de Gáldar, y una vez abierto dejó ver una bellísima imagen de la Virgen María, la que quisieron llevar hacia la ciudad-capital de la isla.

Para ello la colocaron en un carruaje tirado por una yunta de bueyes que al llegar a un determinado lugar, en las afueras de Guía, fue imposible hacer seguir a causa del súbito aumento de peso. Vuelto el carruaje hacia la localidad, se hizo tan liviano que los vecinos creyeron ver en este hecho una advertencia milagrosa de que la Virgen quería quedarse en la localidad. Por esa razón, concluye la leyenda, al lugar se le llama «el Albercón de la Virgen», porque había allí un albercón, topónimo que aún perdura.

Nada más lejos de la realidad. Ni la Virgen llegó por este conducto ni el albercón mencionado tomó su nombre por este hecho que nunca existió. La primera referencia documental encontrada por el cronista sobre la mareta o alberca está fechada en 13 de agosto de 1772. Consiste en una alusión del obispo, Fray Juan Bautista Cervera, en su visita pastoral, al señalar que «teniéndose noticia de ciertas diligencias que se hallan colocadas en el Libro Primero de esta Cofradía [de Ntra. Sra. de Guía], que los herederos de las Aguas del Palmital han destinado para el culto de Nuestra Señora una cuarta de agua que normalmente les va perdida y no se puede aprovechar por no haber estanque para recogerla».

Y al no tener dicha cofradía dinero suficiente para su fabricación, el obispo manda al mayordomo que lo obtenga de los devotos del pueblo. Dos años después de este mandato ya se están realizando los trabajos para su construcción pues aparecen anotados «siete reales y medios, un día a dos peones y medio día a tres, para abrir el foso del albercón» , trabajo que en principio se vio obstaculizado por la aparición de arena. La cuarta de agua que tenia la Virgen para su culto se vendió más tarde pasando a manos particulares pero el albercón consolidó el topónimo.

La primera noticia -documentada- que vemos de la primitiva imagen, la supuestamente puesta por el conquistador, la encontramos en un inventario fechado en 1602, Libro Primero de su Fábrica Parroquial y es aquella que dice: «primeramente está en el altar mayor un retablo de madera en que está de bulto (léase de talla) la presentación, dorada con un Niño Jesús en sus brazos». Podría ser la colocada por el fundador a principios del siglo XVI. En el mismo inventario y refiriéndose a la visita del prelado a los altares se dice que «luego visito S.I. el altar de María Santísima de Candelaria, con un niño en sus brazos. Ella tiene una corona y los vestidos están en poder de Isabel de Vargas».

Hay que suponer que todavía en 1602 se venera en el altar mayor de la iglesia la imagen puesta por Sancho, y en otro altar -el hoy conocido por el de Las Mercedes, pero en la pared que da a la calle de San José-, aún estaba bajo la advocación de Candelaria la Virgen de vestir traída desde Génova por la familia de Riverol.

Cuatro años más tarde, en 1606, en otro inventario de las imágenes de la parroquia averiguamos que «primeramente está en el altar mayor un retablo y la figura de busto (léase, de vestir) de Candelaria», mientras que se reseña que «está en un tabernáculo, una imagen pequeña dorada y de bulto (entiéndase, de talla) de María Santísima». Adviértase que es la misma que en 1602 sitúa el prelado que hace la visita pastoral, en el altar mayor, según puede colegirse.

Algún tiempo después, en 1621 y al hacer relación o inventario de nuevo, se dice que «en el altar de Nuestra Señora esta la imagen de la Virgen de busto, vestida». Y como por «altar de Nuestra Señora» ha de entenderse, por antonomasia, el altar de la Virgen patrona, es lógico presumir que mientras en 1602 el prelado ve en el altar mayor la imagen pequeña y de talla, posiblemente la puesta por el fundador, en 1606 y posteriormente en 1621 ya se venera en dicho altar la Virgen vestida que habría tenido la advocación de Candelaria.

El cura Francisco Quintana tuvo la peregrina hazaña de enterrar en un osario un lote de imágenes antiguas y convertir unos cuadros en paños de cocina

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¿Qué pasó entre uno y otro tiempo? La respuesta ha de encontrarse en el manuscrito Relación Genealógica de fray Juan Suárez de Quintana, quien al hacer el estudio genealógico de la familia Merino al referirse a Blas recoge lo siguiente:

«El cual Blas Merino manda en su testamento sepultarse en una de las sepulturas de su sobrino Roque Merino, que tiene delante del altar de Nuestra Señora de Guía, de donde se convence, con otras noticias más, que la imagen de Nuestra Señora de Guía que hoy está en el altar mayor fue de la familia de los Riveroles, quienes la tenían en su altar propio, el cual estaba pegado al arco de la capilla de Nuestra Señora del Rosario, la cual Santísima imagen se llamó e intituló en lo antiguo de Candelaria, a quien, y en cuyo culto dejaron los dichos Riveroles muchas memorias; y después que dieron dicha Santísima imagen para colocarla en el altar mayor se desapareció dicho altar».

Descendientes de esta familia genovesa que tanta importancia tuvo su presencia en las islas, principalmente en la nuestra inmediatamente después de la Conquista, son los actuales Riveroles grancanarios, algunos de cuyos miembros protagonizaron a mediados del pasado siglo una laboriosa actividad profesional en el ramo de la relojería. Uno de los Cruz Riverol a que nos referimos fue Victorio, jugador del Marino en los años treinta conocido futbolísticamente como El Bala, fichado por el Barcelona donde sufrió una leve lesión que le obligo a dejar el club aunque después se incorporó a la plantilla del Granada de aquellos años donde permaneció tres temporadas. La guerra del 36 paralizó su actividad deportiva.

La actual imagen de la patrona de Guía es de procedencia genovesa, como la familia que la entronizó y donó, y en verdad que tiene factura de Virgen de Candelaria, pues una de sus manos, aquella que no sostiene al Niño-Dios, tiene dispuestos sus dedos para la colocación de la candela o vela que justifica dicha advocación.

Es de tamaño casi natural y tiene un rostro en proporción al cuerpo, con unos grandes ojos que miran dulcemente hacia abajo y parece, a quien se fije en ella, que su vista está clavada en quien la contemple; por el contrario si se la mira desde lejos parecerá que tiene los ojos cerrados. Es, efectivamente, de vestir, pero no de talla completa como ocurre con la de la patrona de Gran Canaria, Nuestra Señora del Pino; la Virgen de Guía tiene una armazón formando el cuerpo, y tallados sólo la cabeza y las manos.

Su fiesta principal es el 15 de agosto aunque en septiembre tiene lugar una bonita celebración votiva, la de Las Marías, para cuya solemnidad se le viste con un manto color verde; fiesta que se instauró en 1811 con ocasión de la invasión de una plaga de langosta en la que los vecinos, implorando a la patrona, prometieron, sobre todo los de las medianías, sacarla cada año en procesión si les libraba de aquélla, como así ocurrió.

Desde 1793 rodea su figura un sol de plata que estrenó en su fiesta principal del 15 de agosto comprado por el precio de 5.926 reales de vellón siendo beneficiado de Guía Lorenzo Montesdeoca. La media luna también de plata fue colocada antes del inventario de 17 de diciembre 1731 realizado con motivo de la toma de posesión del beneficiado Baltasar José Rodríguez Déniz de Quintana y desde 1955 se enmarca su imagen en un trono de plata inaugurado en 1955 siendo párroco Bruno Quintana.

En opinión de Francisco Pérez Navarro, en el siglo XVI se mantuvo en Guía de forma preeminente e incluso con duplicidad de imagen, la Dedicación y Conmemoración de la Purificación, la fiesta más antigua de la Virgen en toda la liturgia, con la que antaño se cerraba el tiempo de Epifanía.

Según el mismo autor, la iglesia tenía ya en el siglo XVI numerosos retablos con pequeñas imágenes y lienzos pintados y tres altares, el mayor y dos colaterales. En el mayor, creemos, era donde estaba la primitiva imagen, patrona de la villa y que, aunque el mencionado investigador opinó en su día que representaba a la Virgen en la Presentación en el Templo y con un Niño, formando grupo con San José y San Simón, para los vecinos personificaba la titular de la iglesia. Posiblemente, a la primera imagen colocada por el fundador, con el tiempo se le fueron agregando otras hasta formar el grupo citado que representaba, litúrgicamente, la Presentación en el Templo.

La Virgen de Guía, con la representación iconográfica que tuvo siempre. | | LP/DLP Pedro González-Sosa

La razón de la advocación mariana de Santa María de Guía (o de la Guía), que siempre tuvo la patrona guiense ha de encontrarse en la casi indiscutible presencia del fundador Sancho de Vargas en la zona andaluza-extremeña, de donde partió para la conquista de las islas, aunque ya hemos referido incluso en una publicación que procedía de la localidad de Vargas en Cantabria.

En la zona sur de la Península existen muchas iglesias y ermitas con imágenes bajo la advocación de Santa María de Guía. Y como simple indicación al respecto, digamos que en la catedral de Córdoba existe un cuadro en la capilla de Nuestra Señora del Mayor Dolor, en el muro Norte, que representa a la Virgen de Guía y que data, dicen, del siglo XVI, pintura mural que fue arrancada del Palacio episcopal en 1842 y colocada allí. También en la misma capital cordobesa está una escultura -se señala que la mejor legada del célebre escultor Gómez de Sandoval-, que representa a la Virgen de la Guía. Se halla en el altar colateral de la iglesia de Santa Marina.

En Sevilla hay dos imágenes bajo la advocación de la Virgen de Guía. Una, en la iglesia San Martín y que pertenece a la Cofradía de la Sagrada Lanzada, que sale el miércoles Santo acompañada de otras imágenes, y que es una Virgen Dolorosa de vestir. La otra, de gran devoción en ésta y en otras zonas andaluzas, se ubica en una ermita a la entrada del pueblo en la localidad de Castilleja de la Cuesta. También es de vestir y tiene un Niño Jesús en sus brazos. Esta imagen, antiquísima, estuvo algún tiempo en la iglesia parroquial de Santiago hasta tanto se restauró su ermita titular.

En Badajoz, nos dicen, no se conoce ninguna iglesia o ermita bajo la advocación de Santa María de Guía o Nuestra Señora de Guía, así como tampoco en Cádiz, Jerez y Cáceres. En Plasencia, existe una imagen, esculpida en piedra y que está colocada en una hornacina exterior en la fachada de su catedral, mirando a la carretera nacional N-630, de veneración muy antigua, bajo la advocación de Santa María de Guía.

En Huelva y en la iglesia parroquial de la localidad de Palma del Condado existe una imagen de Nuestra Señora de Guía, pero no es la primitiva, sino una que se mandó esculpir después de 1936 en que se quemó aquella.

La Virgen de Guía de Palma del Condado fue desde siempre patrona de la localidad hasta principios del siglo XVIII, en que, con motivo de una epidemia de cólera los vecinos sacaron en procesión a la Virgen del Valle a cuya intervención se atribuyó la desaparición de la enfermedad. A partir de ese momento creció la devoción hacia la Virgen del Valle, que se convirtió en patrona y así fue designada, incluso, canónicamente. La antigua imagen también era de vestir y tenía un niño en sus brazos; la iglesia data del siglo XIV.

¿Qué fue de aquella primitiva imagen de bulto, dorada y pequeña, presumiblemente la que pusiera Sancho de Vargas? Quién sabe si una de las víctimas de la peregrina hazaña de un cura-coadjutor que tuvo la parroquia de Guía a principios del siglo XIX llamado don Francisco Quintana Amaral, quien por mor de aliviar de trastos y antiguallas las dependencias parroquiales, enterró en un osario cercano a la iglesia una porción de imágenes, cogiendo para paños de cocina algunos cuadros que también tenía arrinconados el templo .

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