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Medioambiente

Los tótems que velan por los pinares

El Proyecto Fénix logra gracias a la participación ciudadana reflejar en imágenes la recuperación de las áreas afectadas por los grandes incendios de agosto de 2019

Un móvil retrata la caldera de Tejeda apoyado en uno de los 16 tótems del Proyecto Fénix. La Provincia

El sábado 17 de agosto de 2019 se iniciaba en el municipio de Valleseco, muy cerca de Cueva Corcho, el que sería uno de los incendios más catastróficos que viviera la historia reciente de la isla de Gran Canaria.

Imagen de Montaña de Los Moriscos quemada. | | LP/DLP

Llovía sobre mojado, porque a esas alturas del mes, los grancanarios ya se habían levantado con el sobresalto del que siete días antes se provocaba por una negligencia en Las Arbejas, con el uso de maquinaria eléctrica que dio mecha a un fuego que terminaría afectando a cinco municipios, sacando de su casas a los residentes de Tejeda y de los pagos más altos del municipio de Gáldar, todo ello con unos vientos superiores a los 80 kilómetros por hora. A eso se sumaba, cuando aún no se habían apaciguado las llamas del primero, un segundo en la parte alta de Guayadeque que obliga a distraer medios a larga distancia para abordar ese segundo frente, también provocado por el hombre.

Montaña de Los Moriscos, en la actualidad. | | LP/DLP

Pero todo esto no era más que un entrante para lo que estaba por venir pocas horas después.

Aspecto en el que quedaron Las Hoyas, en el macizo de Tamadaba. | | LP/DLP

Arrancaba la mitad de agosto con avisos por altas temperaturas, con valores situados en torno a los 40 grados centígrados e incluso superiores en las medianías viradas al sur cuando pasadas las cuatro de la tarde del 17 de agosto un tendido eléctrico en mal estado, según un informe de la Brigada de Investigación de Incendios Forestales del Cabildo de Gran Canaria, y del que la fiscalía acusa a la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas, hacía prender la masa arbolada de su entorno.

Imagen de los pinos foráneos de Montaña Pajarito.. | | LP/DLP

La propagación del fuego era un nunca visto en el archipiélago. Al día siguiente, domingo, las columnas de humo se podían observar desde los cuatro puntos cardinales de Gran Canaria, devorando el trabajo de más de medio siglo de reforestación en las cumbres de la isla. Durante semanas, el gran incendio monopolizó la vida de los isleños, que casi hicieron de la familia a Federico Grillo, director de Emergencias de la Corporación insular, y que junto con los presidentes insular y regional ofrecía a diario un parte de guerra. También se jaleaba a los hidroaviones en las tomas de agua realizadas en la capital y que formaban parte de una escuadra aérea de combate de casi una veintena de aparatos, sobre todo helicópteros, y se llegaron a dominar términos como incendios de sexta generación, zonas de hombre muerto, e incluso el más inquietante de todos, el pirocúmulo, una suerte de explosión de fuego capaz de crear su propio microclima y que se materializaba como una bomba nuclear sobre Tamadaba bajo una especie de hongo de dimensiones espectaculares.

La misma zona de Las Hoyas en agosto de 2019. | | LP/DLP

A finales de mes se anotaban 10.000 hectáreas quemadas, más de 9.000 personas desalojadas en distintas olas y en diferentes puntos y ocho municipios bajo estado de emergencia, dejando tras de sí daños millonarios en infraestructuras y la pérdida de frutales, animales y en ocasiones, viviendas. Un auténtico GIF, acrónimo de Gran Incendio Forestal, que hacía presagiar décadas de retroceso para el medioambiente insular, no en balde un 30 por ciento de Tamadaba quedaba en negro.

Foto de Montaña Pajarito tras la tala de los ejemplares irrecuperables después del incendio. | | LP/DLP

La sociedad isleña quedó en estado de shock tras dos semanas asistiendo a los evacuados, bajo el zumbido de los aparatos aéreos y con el seguimiento al minuto de las tareas de extinción, y es así cuando surgen numerosas iniciativas para afrontar el daño, entre ellas Proyecto Fénix, una de las más exitosas y consistentes en el tiempo que nace de la propuesta de los especialistas forestales Roberto Castro y Juan Guzmán y que junto con Alba Quadrado, al mando de las redes sociales, han logrado ubicar 16 totems de madera en otros tantos puntos estratégicos que cubre un 75 por ciento de la zona afectada. Estos pósters e tienen la particularidad de hacer de soporte para un móvil desde el que tomar una misma imagen que va retratando, tantas veces como usuarios tenga, el más de las veces asombroso progreso de la vegetación.

Un móvil retrata la caldera de Tejeda apoyado en uno de los 16 tótems del Proyecto Fénix. | | LP/DLP

Sus promotores, a los que se sumaron instituciones y firmas como Fred. Olsen, Ayagaures y el Cabildo de Gran Canaria, sostienen que «en paralelo al incendio, se prendía otra llama aún más complicada de gestionar: el incendio social y en las redes, donde se cruzaban impactantes imágenes, múltiples opiniones y bulos, aunque también mensajes de ánimo y solidaridad hacia los combatientes y la población evacuada. Tras siglos de deforestación en la isla, a partir de los 50 se produjo una labor titánica de reforestación, un proceso de recuperación del que han sido testigo hasta dos generaciones de isleños, creando una vinculación especial y un símbolo de orgullo para los isleños».

Cueva corcho recuperado. | | LP/DLP

Esto motivó algún conato de movilización general en el que incluso se llegó a invitar por parte de entusiastas espontáneos a subir con semillas que se tuvieran en casa, lo que supondría un gran problema, entre otros motivos, porque «las reforestaciones no deben realizarse de manera extensiva, dado que una repoblación realizada en un bosque que finalmente se recuperará -y el bosque canario tiene ese particularidad-, puede darse por perdida al no poder desarrollarse bajo la sombra de los árboles adultos rebrotados», por no hablar de la introducción de especies totalmente ajenas al medio que las acoge.

Por ese motivo, Proyecto Fénix nace «como una iniciativa ciudadana en la que se invita a la población a participar en la conservación de los bosques de la isla, basado en tres pilares: la libertad y responsabilidad individual; conocer para prevenir y conservar; y acercar a la ciudadanía al bosque.

El resultado es una postal secuenciada que ofrece muy gráficamente cómo evolucionan los ejemplares a través del tiempo y según las distintas especies. Como en Cueva Caballero, cuyo tótem revela cómo prospera la zona que había recibido tratamiento preventivo antes del incendio frente a a otra que no y las diferentes respuestas del pinar ante el fuego. La zona tratada se recuperó casi por completo al año del incendio mientras que la segunda es lenta aunque vigorosa por tratarse de ejemplares de más de 25 años.

Imagen de los pinos foráneos de Montaña Pajarito. | | LP/DLP

Este tipo de análisis se realizan con los otros quince puestos, convirtiendo así a los visitantes en agentes activos no solo del cuidado de los montes, sino en recabadores de información de primer orden.

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