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ANÁLISIS

Hace cincuenta años de la huelga de los coches de hora

Los trabajadores de Aicasa arrastraban tres meses de retraso en el cobro de sus salarios y todo derivó, dos años después, en la creación de Salcai y Utinsa

Hace cincuenta años de la huelga de los coches de hora

El 13 de agosto de 1971 los trabajadores de la empresa Autobuses Interurbanos Canarios S.A. (Aicasa), concesionaria del servicio de transporte interurbano de pasajeros de la isla de Gran Canaria, se declararon en huelga. Se les adeudaban tres meses de salario y la situación era insostenible.

La huelga tuvo unas características que la hacían especial: afectaba a un servicio esencial (el transporte de viajeros) y se llevaba a cabo bajo un régimen político, el franquismo, que no solo no reconocía el derecho de huelga sino que penalizaba su realización. Y, además… ¡se prolongó durante cuarenta y cinco días!... Pero resultó decisiva para conseguir mucho más de lo que se pretendía inicialmente.

La empresa, en aquellas fechas, se encontraba en una situación límite: tenía un parque de vehículos insuficiente, anticuado y en mal estado; arrastraba importantes deudas económicas y su gestión y organización presentaba graves deficiencias; y sufría una atroz competencia por parte de unos microbuses ligeros (los denominados ‘piratas’) que, con licencia para actuar únicamente como taxis o como servicio discrecional, prestaban servicios regulares y habían logrado ir haciéndose con una parte muy importante del mercado de transporte de pasajeros.

La situación de los trabajadores que arrastraban tres meses de retraso en el cobro de sus salarios era una situación extrema. Dada su gravedad la huelga se limitó, en sus comienzos, a exigir el pago de las deudas salariales atrasadas. Pero muy pronto se evidenció que éste no era el principal problema. El verdadero problema era el futuro de la entidad y, en consecuencia, el futuro de los propios trabajadores. Y éste debía ser el objetivo de la huelga. Éste y conseguir sanear y reordenar el sector del transporte de tal forma que se garantizase que, en el futuro, no se pudiesen reproducir las irregularidades y anomalías que le habían llevado a la caótica situación en la que se encontraba el mismo.

Y lo que parecía imposible se acabó alcanzando. Con muchos esfuerzos, con muchos sacrificios… y con importantes apoyos: la visita del obispo Infantes Florido a los trabajadores en huelga en el parque de San Telmo el 27 de agosto marcó un hito. Y el paso de los días hizo aumentar los apoyos sociales, políticos… a los trabajadores en huelga.

La huelga fue larga y dura. Con altibajos. Con propuestas y contrapropuestas. Con ilusiones, esperanzas y decepciones. A finales de septiembre los trabajadores decidieron la vuelta al trabajo. Sin haber cobrado los atrasos, pero con unas nuevas perspectivas: Aicasa había sido intervenida y un administrador judicial se había hecho cargo de su gestión, y se había creado una nueva sociedad laboral (Salca) con el fin de hacerse cargo de la explotación del servicio.

Todavía hubo que recorrer un largo camino y salvar muchos problemas. Transcurrieron muchos meses de preocupaciones, tensiones, angustias, desánimos, cambios, soluciones que no acababan de llegar…

Hasta más de un año después no se publicó el Decreto Ley que dividía la isla en dos zonas y asignaba el transporte de viajeros en una de ellas a la sociedad promovida por los antiguos trabajadores de Aicasa. Y hasta el 6 de octubre de 1973 no iniciaron sus nuevos servicios esta sociedad (Salcai) y Utinsa, la empresa formada por las cooperativas de transporte ligero (los ‘piratas’).

Al cumplirse los cincuenta años del inicio de aquella huelga, que consiguió mucho más de lo que al principio se proponía y logró cambiar radicalmente el panorama del transporte de viajeros en Gran Canaria, parece oportuno, como merecido homenaje, dedicar un recuerdo a aquellos cientos de trabajadores (y a sus familias, a su líderes, a sus asesores…) que con su paro, su lucha y su constancia lograron dar un auténtico vuelco a la situación y abrir unas nuevas perspectivas. Fue mucho más que una huelga.

*Administrador judicial de Aicasa y sus empresas filiales desde noviembre de 1971 

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