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San Bartolomé de Tirajana

El secreto mejor guardado de El Pajar

Vestigios aborígenes se esconden bajo el actual barrio sin que se hayan delimitado ni recuperado | La población cree que puede ser un atractivo más para la localidad

Yacimiento en El Pajar

Yacimiento en El Pajar Juan Castro

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Yacimiento en El Pajar Christian Afonso

La desembocadura del barranco de Arguineguín albergaba en época prehispánica uno de los poblamientos aborígenes más importantes de la costa insular, que según numerosas crónicas -incluidas las francesas de ‘Le Canarien’- recibía ya en ese momento el nombre actual. Unos vestigios que constituyen uno de los secretos mejor guardados de El Pajar, escondidos bajo tierra y sin que mucha gente sepa que están ahí.  

Bajo el barrio de El Pajar y gran parte de la bahía de Santa Águeda se esconden los restos de un importante poblado prehispánico, el de Arguineguín, que según expertos y en base a numerosas crónicas históricas, podría haber albergado varios centenares de casas, convirtiéndolo en uno de los núcleos costeros aborígenes más importantes de la Isla. Sin embargo, continúan enterrados y solo en un par de ocasiones se ha excavado en las entrañas de la localidad para descubrir algunos de sus secretos mejor guardados. De hecho, el primero de estos trabajos arqueológicos se llevó a cabo en los años 70, después de que un vecino se topara con vasijas antiguas y una vivienda canaria cuando hacía un pozo negro en su jardín.

Paco Acosta, dueño de esa casa en el centro del núcleo de El Pajar, recuerda todavía con vívida nitidez cómo se sucedieron los acontecimientos en aquel año. «Hay historia para dar y regalar», asegura este veterano, que conoce al dedillo cada rincón de la zona y dónde aparecerían esos restos arqueológicos si «escarban un poquito». En la ladera que baja hacia la ermita de Santa Águeda, y antes de alcanzar la carretera general que pasa unos metros por encima de la localidad, se extendería todo ese yacimiento, y asevera: «Es una pena que no lo perimetren y afloren esos vestigios». 

Y es que en la actualidad, de toda la zona de Arguineguín, que alcanza hasta la playa de Las Carpinteras por la costa y asciende hasta San José barranco arriba, solo hay un pequeño reducto perimetrado y puesto a disposición del público en la zona conocida como El Llanillo o Llanos de los Militares. En la excavación de este reducto participó el arqueólogo Julio Cuenca, quien lamenta que ese espacio, en el que estuvieron casi un año trabajando, «haya quedado ahí, como si estuviera abandonado, según me han comentado». Pero más allá de este lugar, no hay nada, ni siquiera unos paneles informativos en los que se dé a conocer a visitantes que están pisando sobre un terreno que esconde restos de los antepasados canarios.

Según los expertos, el valor histórico de toda la bahía de Santa Águeda es «muy importante»

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Según Julio Cuenca, en su momento propusieron a las administraciones que se trasladara a los vecinos de las casas de autoconstrucción a las nuevas viviendas sociales que se erigieron en la localidad, no solo para dar un alojamiento «en condiciones» a los vecinos, sino también para «levantar todo El Pajar, porque hubiera aparecido el poblado aborigen debajo». Y así no se perdería el legado que esconden las entrañas del barrio tirajanero. En opinión del inspector de Patrimonio del Cabildo, José de León, «es verdad que en su momento (esta zona) fue Bien de Interés Cultural, incluso la ermita fue sitio histórico y la bahía de Santa Águeda tiene un valor muy importante como tal». Según el técnico insular, lo que se necesita es «ordenar» todo ese territorio, ya que la gente vive encima del yacimiento y para ello aboga por una colaboración entre administraciones para compatibilizar cualquier tipo de actuación que se quiera hacer sobre el lugar, como la de erigir complejos hoteleros.

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Yacimiento en El Pajar, Mogán Juan Carlos Castro

En este sentido, el portavoz de la plataforma vecinal Salvar la Bahía de Santa Águeda, Antonio Alonso, estima que sería «muy interesante» que se potenciase el carácter histórico que yace bajo las viviendas de El Pajar, «ya no solo frente a la especulación que está habiendo en la bahía y el cambio urbanístico que se está promoviendo, sino también por el legado de nuestros antepasados, como referente de cultura aborigen, tanto para el visitante internacional como para el local». En su opinión, el desarrollo turístico podría ir de la mano del conocimiento histórico y no del desarrollo urbanístico exacerbado, con lo que lograr un «equilibrio» entre el modelo turístico actual y otros que también resultan atractivos.

«Se puede desarrollar una economía paralela en forma de puestos de trabajo necesarios para poder divulgar el conocimiento, la cultura, y a partir de ahí ampliar ese concepto económico existente», agrega Alonso. Es una opinión parecida a la del descubridor de los primeros vestigios históricos en los años 70, quien muestra su preocupación por la preeminencia de la «especulación sobre la razón». Según su visión, se deben «conjugar muchas cosas, sobre todo en lo relacionado con la historia de nuestros ancestros». «No estoy en contra del progreso, pero siempre respetando los límites y la forma de vida de las personas en la zona», afirma.

La única protección sobre el lugar viene del Plan General del municipio, al perder el carácter de BIC

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Toda la desembocadura del barranco de Arguineguín, de la que El Pajar forma parte, es un importante centro histórico al aire libre. Se cree, además, que bajo la actual fábrica de cementos puede haber una necrópolis prehispánica. «Se han llevado a cabo investigaciones arqueológicas en el lugar, y sí es verdad que la primera generación de arqueólogos canarios lo tomaron como un referente de investigación», asegura José de León. Esta población aparece en las crónicas normandas de Le Canarien, que sitúan en este lugar la derrota que sufrieron Gadifer de la Salle y Jean de Bethencourt a manos de los aborígenes, en la que pudo haber perdido la vida el jefe indígena Artemi. Ya a mediados del siglo XIX, Sabin Berthelot y René Verneau habrían encontrado en esta zona casi 400 de las antiguas construcciones varios siglos después de la conquista española de la Isla.

El Museo Canario alberga en sus instalaciones hasta 375 fragmentos líticos, de cerámica, malacológicos y óseos rescatados de las excavaciones llevadas a cabo en El Pajar, tanto profesionales como casuales. Un material que, según indican desde el recinto, «es habitual encontrar en un contexto doméstico prehispánico».

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