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Ingenio

El lenguaje silbado, aún muy vivo

Davinia Estupiñán es la segunda mujer que es profesora de esta lengua en Gran Canaria | Este método de comunicación no sólo se conserva en La Gomera

Davinia Estupiñán silba en el patio de casa de sus padres en el casco de Ingenio.

Mientras los hábitos y nuevas formas de vida en la sociedad actual cambian de forma rápida, hay métodos que se mantienen, como el lenguaje silbado. Muchos piensan que sólo se conserva en La Gomera, y no es así, ya que se usa en todo el Archipiélago. Tampoco lo utilizan sólo los pastores y personas de avanzada edad. Davinia Estupiñán, de 33 años, es la segunda mujer que es profesora de esta lengua en Gran Canaria.

«Siempre he tenido interés por la cultura canaria y soy defensora de la canariedad. No rechazo el aceptar métodos o costumbres de fuera porque puede ser enriquecedor. Lo que quiero es que no se pierda lo nuestro, nuestras raíces. En el caso del lenguaje silbado no ha desaparecido, aunque sí se va perdiendo. No queremos que desaparezca, sino que se difunda más», afirma Davinia Estupiñán Hosse, de 33 años, quien es natural y vecina de Ingenio.

«No sabía para nada silbar», asegura esta joven ingeniense que en la actualidad es la segunda mujer que es profesora de este método de comunicación en Gran Canaria. «Aprendí hace dos años en la asociación cultural Atlas, en La Isleta, en la capital grancanaria. Mi profesor fue Rubén Jiménez Sánchez, quien es el presidente de Yo silbo, asociación cultural y de investigación de lenguajes silbados, que existe en toda Canarias y tiene la sede física en Agüimes. A esta asociación estoy muy vinculada», comenta Estupiñán Hosse.

Lo que ella tiene claro es que en la actualidad se mantienen ideas preconcebidas sobre el lenguaje silbado, algunas erróneas. «No sólo se silba en La Gomera, sino en todas las Islas. Tampoco era sólo un lenguaje masculino, porque algunas mujeres la utilizaban también para comunicarse, superando las distancias y la orografía. En la actualidad, son más las silbantes que ellos. Es cierto que los que más lo usaban antes eran los pastores. Hoy en día no son sólo ellos y las personas de avanzada edad las que silban, sino que nos sumamos muchos jóvenes. Y no es sólo para comunicarnos, sino como un entretenimiento y una forma de que no se pierda», insiste Davinia Estupiñán, que es educadora y animadora social y trabaja como coordinadora de un departamento de un centro de formación.

Se trata de ponerse

Respecto a aprender a silbar, la profesora afirma que «sólo hay que ponerse, no es tan complicado. Surge de forma natural entre las manos y la boca. Hay que buscar el punto en el que la lengua y los dedos conecten, y se pueda romper el silbo, es decir, empezar a silbar», indica. Otros aspectos son: se silba con los dedos, con cuatro, con el índice y el pulgar, o con todos a la vez; y también se puede hacer sin ellos, sólo con la lengua. Lo que se silba y se oye son las vocales de cada palabra. Existen varios métodos. Una forma sencilla de aprender es silbando las palabras de los colores, como los juegos, como el pañuelo, silbando el número y el color.

Entre octubre de 2020 y junio de 2021 ella impartió su primer curso, llamado San Borondón 1, que fue on line por el Covid-19. El alumnado lo formaba una veintena de personas, siendo algo más mujeres que hombres, y con edades entre 25 y 36 años, siendo de municipios como Gáldar, Ingenio y Telde, entre otros. Al primer curso que ella acudió era presencial, asistiendo unas 32 mujeres y tres hombres, y eran todos jóvenes, salvo un varón de 60 años.

Lo utilizan hoy en día jóvenes canarios como un entretenimiento, para difundirlo y para que no desaparezca

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Davinia es pionera en esta materia, y un ejemplo para su padre José Manuel Estupiñán Hernández y su madre María del Carmen Hosse González, conocida como Yuli. Tiene tres hermanas: Carmen Gloria, de 36 años; Virginia, 28; y María José Estupiñán Hosse, de 23. Virginia fue una de sus alumnas durante el primer curso de Davinia. «Me gusta silbar y admiro lo que hace mi hermana. Es enriquecedor saber hacerlo porque se va perdiendo, y en una gran parte de nosotros, los jóvenes. Entre mis amigos y mi en torno pues nadie ha seguido mis pasos para silbar, de momento», declara. «Ella tiene buena entendedera, que comprende bien el silbo, pero le cuesta la emisión [silbar]», señala Davinia. «Mi silbo es tímido, como yo», justifica entre risas Virginia.

Sorpresa

Entre sus anécdotas sobre el silbo, Davinia Estupiñán cuenta: «Fuimos mi amiga Belén Landauro y yo a Temisas [Agüimes] e íbamos a silbar. Ella tiene buena entendedera, pero le cuesta emitir. Estábamos bien separadas, a distancia. Lo máximo que se pueden separar los silbantes es de cinco kilómetros. Empecé yo con la frase: ‘buenas tardes. Me llamo Davinia’».

«Y, tras mi presentación, de repente oímos de entre las montañas contestar a un hombre, joven, que silbó, respondiendo ‘fiu’, que significa ‘qué’, ‘dime’. Y conversamos con él. Era vecino de Arinaga. Y todo ello sin vernos, sólo oyendo nuestros silbidos», añade.

A parte de ese encuentro fortuito, amigos y miembros de Yo silbo realizan otros para silbar en distintos y montañosos rincones de la Isla, como Acusa [en el municipio de Artenara], Guayadeque [Agüimes e Ingenio], Temisas y en Roque Saucillo [Vega de San Mateo]. Estupiñán Hosse fue también, como representante de la asociación Mojo de Caña, a colegios para silbar e impartir talleres.

Todavía se silba para comunicarse en lugares montañosos y vastos de Marruecos, Francia, Senegal, Brasil o Grecia

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David Díaz Reyes, del colectivo Yo silbo defiende que existen otros lenguajes silbados en muchos sitios. Él llevo a cabo varias investigaciones y estudios, y fue el primer canario en silbar en el Alto Atlas, en Marruecos. Existen aún hoy en día este tipo de lenguaje en otros lugares, además de entre los bereberes del Atlas; como entre los indígenas mazatecos, en México; en los Pirineos franceses, en el municipio de Laruns; en Kuskoy, en Turquía; en la etnia Diola, en Senegal; en Grecia; en Tailandia; y entre tribus del Amazonas, en Brasil, entre otros. Cada año hay encuentros internacionales. En 2020 fue on line.

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