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Mogán

Arguineguín se enrola al paddle surf

Ese deporte está en auge en Las Marañuelas, playa ligada a la pesca y a la Virgen del Carmen

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Playa de las Marañuelas, en Arguineguín Juan Castro

Ninguna playa es igual a otra, como distintas son las tres existentes en el pueblo de Arguineguín, en Mogán. El auge del paddle surf se ha sumado a la de Las Marañuelas tras el confinamiento. 

La playa de Las Marañuelas, la principal de la localidad marinera de Arguineguín, en el municipio grancanario de Mogán, tiene sus propias cualidades y es bien distinta a las otras dos: la playa Costa Alegre y Playa Callao. Las Marañuelas, que en su pasado era solo de callaos, cuenta con una forma de concha, tiene unos 400 metros de longitud, está junto al puerto pesquero, se encuentra protegida por uno de sus rompeolas y, al mismo tiempo, se halla abierta al mar. La arena es negra y sus aguas, por lo general, son tranquilas y cristalinas.

Para muchos vecinos y vecinas se trata de «su playa», y no sólo cuenta con los bañistas y usuarios locales, familias, jóvenes o personas individuales, que suelen ser todos ellos la mayoría, sino que se suma «mucha gente de fuera», de otros municipios de la Isla y extranjeros que llegan de manera discreta y en poco número.

Sin embargo, este verano de 2021 tan distinto y particular ha aumentado la presencia de un visitante no tan nuevo, antes más tímido: la práctica del paddle surf. Para muchos se ha disparado en esta playa tras el confinamiento y en la actual pandemia.

Se trata de un deporte que se puede practicar con o sin olas, con o sin viento, en una playa o una presa. En definitiva, en condiciones muy distintas y según como se presenten. Aunque se puede ejercitar en otras playas de Gran Canaria, como Maspalomas, Las Canteras o Pozo Izquierdo, sin fuerte viento, muchos apuestan ahora por esta de Arguineguín.

Dos empresas dedicadas a este deporte están instaladas en Las Marañuelas, una de ellas, Secondreef, desde 2009. Otras se apuntan de forma puntual, y otros practicantes acuden con sus tablas y remos de forma independiente.

Arraigo

Isabel Martínez, monitora de Secondreef, afirma que «este verano ha sido muy distinto. Llevamos aquí desde 2009, y tenemos también una escuela especializada en paddle surf. Trabajamos en otros sitios, como en Maspalomas. Sin embargo, aquí ha crecido bastante». «Quizás ha sido porque se han unido distintos elementos, como la tranquilidad de sus aguas, que no haya corrientes y las increíbles vistas que hay, especialmente por las tardes», agrega la monitora.

Esta empresa cuenta durante este verano con campamentos para niños, además de ofertas particulares como el SUP yoga, el cual aporta los beneficios del yoga y otros como la flexibilidad, coordinación y la resistencia al estar subidos en una tabla de paddle surf.

Sus aguas tranquilas y con pocas corrientes facilitan mantenerse en la tabla con bellas vistas al atardecer

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A la hora de indicar el número de personas que practican el paddle surf cada día en Las Marañuelas, Isabel Martínez comenta que «es muy difícil calcularlo porque depende de las franjas horarias, de los que vienen a través de las empresas o los que lo hacen por libre. Ha crecido bastante».

«Igual está la cifra entre 30 y 50 al día, aunque es muy aproximado», apunta. Esta empresa tiene también una escuela federada que funciona durante todo el año, en las categorías Sub-10, Sub-12 y Sub-18, con una decena de niños y niñas, y compiten a nivel nacional. Incluso durante la pandemia de Covid-19 compitieron el pasado mes de junio en la playa de Bayona, en el área metropolitana de Vigo, en la provincia gallega de Pontevedra.

Devoción

Aparte del citado deporte y de la práctica de otros y del ocio playero, Las Marañuelas está muy ligada a su historia y a su muy especial relación con la pesca, la vida marinera y a las procesiones marítimas de la Virgen del Carmen. También hay que contar que el pueblo es un atractivo turístico y de paso para cientos de turistas, locales y extranjeros.

Juan Álamo Álamo, conocido por todos como Aito, de 84 años, es un personaje muy popular en Arguineguín, su pueblo natal y donde ha residido toda su vida. Para muchos es un claro ejemplo de «gran devoción» por la Virgen del Carmen y de «gran amor» por las playas del pueblo. Aito y Amalia Cazorla Pérez, de 76 años, llevan 50 años casados y siempre viviendo en la misma casa que tiene más de cien años, que era de los suegros de ella, Manuel Álamo Suárez y Agustina Álamo Hernández.

La vivienda se encuentra en la calle Miguel Marrero Rodríguez, cerca de la esquina con la avenida del Muelle, y a menos de veinte metros de la playa de Las Marañuelas. Para muchos es «muy particular» y «un símbolo», pintada de blanco, amarillo y azul. En una de sus fachadas tiene un imagen de la Virgen de Carmen, bajo la cual hay un banco amplio. Aito pone en marcha, con el mando correspondiente, el toldo cuando pega mucho el sol. Es un lugar elegido por muchos para reunirse y conversar.

Encima de la casa, en un lateral, encontramos una barca, bien pintada y con los nombres de sus nietas escritos en su interior.

Este matrimonio, que ya ha cumplido las bodas de oro con el medio siglo que llevan los dos juntos, tienen tres hijos, que son por orden cronológico: Fátima, María Almudena y Juan Miguel Álamo Cazorla.

Respecto a qué se dedicó en su vida laboral, Aito Álamo señala que «fui jardinero durante muchos años, aunque también me dediqué a la pesca». «Sí, soy muy devoto de la Virgen. He participado en las procesiones marítimas al pueblo de Mogán y al barrio de Santa Águeda. Muchas veces llevaba la figura de la Virgen hasta la cofradía, y otras me ponía a un lado. Es verdad que he hecho varias promesas a la Virgen de Carmen en mi vida».

En relación a la playa principal del pueblo, Amalia Cazorla, que nació en la localidad de Cercados de Espino, en San Bartolomé de Tirajana, lo tiene muy claro: «Es la nuestra. Llevo viviendo aquí cincuenta años, en esta casa, pegada a la playa. La hemos visto crecer, formarse, cómo la han cuidado y cómo ha cambiado. Es como un miembro más de nuestras familias. Mientras en otros pueblos el lugar de encuentro y de conversación es una plaza, aquí es la playa de Las Marañuelas. En sus inicios era de callao, pero con las corrientes y demás se ha ido acumulando arena negra».

Entre sus virtudes, Cazorla Pérez destaca que «no tiene corrientes, es segura y tranquila para todos». Sin embargo, ella reconoce que hay un proyecto de transformación que le hace mucha ilusión: «Sí, y es en relación a la playa Callao. He oído y visto en distintos medios de comunicación que hay un proyecto de cambiar esta otra playa que tenemos en este pueblo, con más arena, porque es fundamentalmente de piedras, y con piscinas naturales. Esa playa tampoco es artificial, ni es peligrosa. Vamos a ver si se hace realidad esa transformación y cómo queda».

Amalia Cazorla presume de que entre sus amigas están las que viven en La Isleta, en Las Palmas de Gran Canaria, «y vienen muy a menudo a nuestra playa de Las Marañuelas, huyendo de la panza de burro, y porque casi siempre hace una buena temperatura».

Foráneos

Aunque el caso de las residentes de La Isleta sea un ejemplo, lo cierto es que muchos residentes de otros municipios escogen la citada playa para pasar el día, y no sólo en verano. «Sí, seguro, no sólo de la capital, sino que sé bien que vienen de Arucas, Gáldar, Moya, Agaete, Moya y Santa Brígida, entre otros», asegura Amalia Cazorla.

Las amigas Pino y Soledad, que prefieren no revelar sus apellidos, disfrutaban ayer de la playa, sobre la una de la tarde, a una temperatura de unos 25 grados centígrados. Pino nació y se crió en La Isleta, y reside en El Monte, en el término municipal de Santa Brígida, al tiempo que Pino reside en La Isleta. Las dos llevan eligiendo desde hace cuatro años esta playa de Arguineguín para pasar las vacaciones, al tiempo que se alojan en un apartamento de Patalavaca, también en el municipio de Mogán.

«Nos gusta mucho esta playa. Es especial, diferente. Un ejemplo, cuando hubo la oleada de calor de la semana pasada, estabas en Maspalomas o Playa del Inglés, y el aire ardía por las tan altas temperaturas, más de 40 grados centígrados. En cambio, aquí, en Arguineguín hacía calor, pero más soportable, y con más brisa», recuerdan.

Las dos aseguran que están encantadas cuando se encuentran en Mogán «por la calidad de vida», y por otros detalles, como que «la gente y muchos trabajadores son más respetuosos y más cumplidores de las normas y distancias» en relación al covid-19. Las dos amigas aplauden que hoy en día no sólo la playa principal tiene todas sus necesidades y servicios cubiertos, sino que el pueblo de Arguineguín cuenta «de todo, no falta de nada».

Aito Álamo y Amalia Cazorla llevan 50 años casados y viviendo en la misma casa, junto a «nuestra playa»

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A la hora de preguntar qué deficiencias o necesidades notan que tiene la mencionada playa, las dos se miran y les cuesta encontrar alguno. En cambio, Soledad lamenta que no pueda traer su perra de raza yorkshire.

«Es lo único que diría. Lo que me molesta es que hablen de limpieza y de higiene, cuando hay humanos que no lo son, y nosotras, las propietarias de los perros, somos mucho más limpios que ellos, que dejan sus colillas, latas u otras porquerías», afirma la bañista vecina de La Isleta.

«Pudiera haber alguna zona de esta playa de Las Marañuelas, que está más al sur, y que es más de piedra, que pudiera reservarse para uso de perros. Daríamos más ejemplo que muchos», comentan.

Pino lamenta que «en nuestra isla de Gran Canaria hay pocas playas en las que puedas llevar a tus perros. En la playa de Bocabarranco, en el municipio de Telde, y pegada al límite con Las Palmas de Gran Canaria, está permitido. Sin embargo, es peligrosa para los perros y para nosotros. Ahí se han ahogado perros y personas. Me han hablado muy bien de la playa de perros de Tres Pedos, junto a la playa de Vargas, en Agüimes. Iremos a verla».

El pasado migratorio

A la hora de hablar de la inmigración y de que el muele de Arguineguín fuera el de la vergüenza por las miles de personas sin papeles que llegaban en pateras y que luego vivían ahí al raso durante 2020, muchos vecinos evitan contestar. Unos se lamentan, otros se molestan y otros, simplemente, quieren creer que no han oído. «No, hablemos de la pandemia, del futuro, de las maravillosas playas que tenemos aquí», responde un pescador jubilado, que prefiere no identificarse. «Ojalá que pronto vengan tantos turistas como antes», afirma otro. «La verdad es que Arguineguín se llena los sábados y domingos, aunque muchos sean de la Isla. No hay donde aparcar», contesta un tercero. Los tres conversaban en la avenida del Muelle. | M. Á. M.


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