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ANÁLISIS

Descarbonización energética en Gran Canaria

Defender la tecnología renovable en la Isla se ha convertido en una «batalla continua» | «Hay que favorecer la entrada de parques flotantes eólicos y solares»

Descarbonización energética en Gran Canaria

El propósito de lucha contra el cambio climático tiene uno de sus frentes en la reducción del dióxido de carbono (CO2) de las centrales de energía convencional, o descarbonización.

Esto se realiza esencialmente con la entrada segura de renovables dentro del sistema eléctrico, y, en paralelo, acelerando la captura del CO2 de dichas plantas, ya sea antes de la combustión del fuel (hidrógeno), o después de la combustión mediante secuestración en el subsuelo, imposible por la región volcánica donde estamos, o transformando el CO2 en productos, como fertilizantes, cemento, gas para refrescos y otros productos.

En general, el camino comienza con un desplazamiento generacional, donde las renovables se convierten en fuente primaria de generación, mientras las convencionales se convertirán en respaldo.

Es decir, que si antes generaba primeramente una planta de diésel, ahora lo hace una turbina eólica, o una placa solar. Ambos tipos de energía deben coexistir para permitir un sistema eléctrico sólido y robusto, donde la electricidad sea continua y confiable.

Es difícil pensar en algún lugar de España, siendo nuestro país una potencia mundial en energía renovable, donde defender la instalación de tecnología eólica y solar como las mejores herramientas para reducir los costes del sistema eléctrico se convierta en una batalla continua.

Sin embargo, dicho lugar existe, y es nuestra isla, Gran Canaria.

El potencial de nuevos proyectos renovables en Gran Canaria estaría en torno a unos 400 MW libres. Este es el objetivo, en este sector de la economía para conseguir una descarbonización casi total.

Imagínese que esos 400 MW, de la noche a la mañana, se conviertan en 200 MW. Es decir, usted quiere abrir una tienda, una zapatería, un restaurante, y, de repente, la mitad de su clientela desaparece. En este escenario las opciones y condiciones de financiación serán limitadas y extremadamente rígidas.

El análisis se endurece mucho más cuando, tal y como he publicado, existe un binomio generador y operador en el mismo sistema eléctrico. En general, un mercado energético es liderado por la demanda y la generación, mientras que el rol del operador es establecer las reglas de juego. En Gran Canaria, una normativa desfasada con los avances tecnológicos del siglo XXI permite este tipo de situaciones, dejando a los futuros proyectos en una situación muy incómoda.

Como grancanario duele reconocer la falta de liderazgo histórico en el cumplimiento de los objetivos insulares, y, por ende, regionales, en la entrada de renovables en el sistema eléctrico. Pero, si nos atenemos a las declaraciones realizadas, tendría sentido designar nuestra isla como una zona de alto recurso natural con bajo o nulo interés por explotarlo, utilizando argumentos en contra de sobra conocido por la Industria.

Se empieza siempre dando un acento extremo a la intermitencia y fluctuación de las renovables. En este punto los algoritmos de previsión meteorológicos utilizados en las renovables dan siempre una precisión superior al 85%. Imagínese que en su teléfono puede ver el estado meteorológico de la próxima hora, pues lo mismo pasa con las plantas solares y eólicas. Se sabe cuándo estará nublado, cuándo habrá rachas de viento o carencia del mismo.

Además, las plantas tienen la responsabilidad de informar su generación al operador, así como la realización de sus mantenimientos preventivos y correctivos. El segundo es la gran complejidad de gestionar la energía renovable. Para solucionar este problema, las renovables cuentan con equipos de regulación de voltaje y frecuencia que permiten ser gestionadas de forma remota en tiempo real.

Otro de los puntos discutidos es la calidad de la energía, donde siempre se omite que las energías renovables cumplen con los parámetros eléctricos impuestos por la red. Otro argumento, singular en Canarias, es el mostrado en documento público indicando que las tecnologías renovables tienen una vida útil entre 5 y 10 años, cuando es ampliamente conocido que están por encima de los 25 años, y que, al tratarse de tecnologías escalables, su vida se puede extender mucho más allá gracias a los elementos.

«Un agricultor de Nebraska o uno de Argentina pueden tener turbinas eólicas, pero en Gran Canaria no puede tener acceso a este tipo de ingresos»

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Otro es que las renovables impactan muy negativamente sobre la fauna y el medioambiente local. Es ampliamente conocido que los proyectos renovables siguen las mismas estrictas normas de cumplimiento medioambiental que cualquier otro proyecto.

Asimismo, durante su proceso de planificación y diseño podrían cambiar su localización, con el fin de minimizar cualquier posible impacto identificado. La nota curiosa en este punto ha sido cómo en Gran Canaria se ha llegado a indicar que una batería eléctrica industrial contamina el medio ambiente.

Recordemos que todo este equipamiento eléctrico está dentro de un contenedor, como los almacenados en el Puerto de Las Palmas. Por lo que es muy improbable un escenario donde dicho contenedor explote o derrame su contenido por sí solo.

Es digno de mencionar por qué un agricultor de maíz en Nebraska, o uno de agave en Jalisco, o uno de soja en Argentina pueden tener turbinas eólicas plantadas en sus terrenos, y en Gran Canaria, con excedentes de plátanos, los agricultores no puedan tener acceso a este tipo de ingresos adicionales.

Mercado

Si seguimos todos los argumentos expresados, nos encontraremos con la solución técnica propuesta e informada. Un proyecto de 200MW, 400 millones de euros, a 2.000 euros/kW donde el operador ha comunicado que los costes de generación son superiores a los potenciales ingresos. Es decir, en este momento de pandemia, donde las discusiones sobre cómo mejorar los costes de la factura de la luz en España son diarias, es difícil entender por qué los grancanarios no podemos ser solidarios con el resto del país.

Durante los próximos 50 años un proyecto que no crea valor para los consumidores, será muy difícil de digerir. Y si sumamos que el propio operador informa de no contar con experiencia de construcción o gestión de activos de generación, nos podríamos encontrar con situaciones donde los niveles de CO2 podrían llegar a ser los mismos que los actuales, porque este tipo de centrales, cuando necesitan una reparación mayor, el tiempo de corrección es de meses.

Entonces, ¿cuáles son las tecnologías disponibles para permitir el florecimiento de un mercado renovable de 400 MW de unos 800 millones de euros? Lo normal sería seguir la tendencia global recogida por el IEA o IRENA, con proyectos híbridos entre plantas solares (1.300 euros/kW), eólicas (onshore 1.800 euros/kW), y baterías (1.200-1.900 euros/kW).

Globalmente, la tendencia es promover una red descentralizada de almacenamiento en baterías como servicios auxiliares de mantenimiento de la integridad de frecuencia y voltaje en la red.

Dichas baterías deberían estar conectadas directamente, en la medida de lo posible, a los hospitales, ambulatorios y escuelas de la isla, con el fin de soportar cualquier situación de emergencia. Esta inserción se debería hacer de forma escalonada, junto con la entrada de los proyectos renovables, o, en su caso, pedir a dichos proyectos que la integren, reembolsándoles los costes asociados. Sería interesante ver cómo el propio sistema eléctrico reacciona con unos 50 MW (20-25 contenedores, alrededor de 60 millones de euros).

Si alargamos nuestra visión dentro de unos 15 años, en situaciones donde haga falta la ayuda del hidrógeno verde, seria necesario aprovechar el vasto conocimiento meteoceánico recogido por el Plocan, e intentar favorecer en los próximos cinco años la entrada de parques flotantes tantos eólicos, como solares.

Todo lo anterior se consigue inicialmente actualizando los modelos eléctricos obsoletos utilizados hasta el momento. Tender la mano para recibir nuevos conceptos eléctricos. Es necesario también crear políticas fiscales que nos permitan competir con el resto de zonas en Europa. Tenemos que sobrepasar el sobrecoste del transporte, mediante la eliminación de cualquier tarifa aduanera o insular. Favorecer la emisión de créditos fiscales por cada MWh generado durante un periodo predeterminado. Obviamente, se debe establecer herramientas de control para la contratación y subcontratación local.

En Gran Canaria tenemos una alta cualificación de ingenieros y técnicos con experiencia en proyectos de energía. Igualmente, existen empresas con instalaciones de primer nivel en entrenamiento de seguridad, así como empresas de monitorio medioambiental.

Aunque estemos acostumbrados a obras civiles faraónicas, la sostenibilidad y la innovación, nos conducen a cambiar el chip, y a impactar nuestro entorno lo menos posible. Como ingeniero egresado de la ULPGC es importante unirnos al liderazgo de la ULL, con el fin de evitar perder una buena oportunidad de fortalecer un mejor currículo en energía en Canarias.

Debemos aprovechar nuestro rol en la lucha contra el cambio climático. Tenemos que pensar en ganar premios compitiendo, no con otras islas, sino a nivel global. No podremos innovar si seguimos pensando en replicar modelos herreños.

Debemos tener la visión de maximizar nuestros recursos eólicos, solares y marítimos, y poder crear la mayor fuente de generación de renovables de Europa, interconectar nuestras islas entre sí, y con la Península, con el fin de convertirnos en una fuente de energía confiable para el continente.

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