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Ingenio

Resistentes al viento

El pueblo de El Burrero se decanta por su playa pese al ventarrón que predomina en el verano

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Playa del Burrero en Ingenio Juan Castro

La playa de raíces pesqueras no deja de ser la favorita de los habitantes del pueblo costero y del municipio, quienes pese a sus rachas de viento estival rehúsan dejarla sola

Las fuertes rachas de viento son las protagonistas de la playa de El Burrero durante la época estival, pero ni eso impide a los residentes del pueblo costero ni del resto del municipio gozar de sus aguas cristalinas. Y es que para sus visitantes más fieles sus virtudes son superiores a sus defectos y en ella algunos reviven recuerdos de su infancia, otros los acumulan y el resto acuden a relajarse mientras toman el sol, pasean o ven a los más pequeños divertirse entre el mar, las piedras, las charcas y la arena que discurre desde el reciente mirador hasta el Océano Atlántico.

El amor de los habitantes de Ingenio por esta playa es tan grande que los lleva a catalogar a esta costa como una de las «mejores del mundo». Destacan la limpieza de El Burrero tanto de su arena como de sus aguas y es una de las virtudes que las han convertido en su favorita. Así la ve María Díaz, que acude casi diariamente a visitarla en compañía de su hija Daida Delgado y de su nieta de dos años María -que muy ilusionada dice que le «gusta bastante» este litoral-. «Para nosotras es la mejor de la Isla», cuentan al tiempo que señalan que es ideal para las familias por sus aguas «tranquilas» y su destacable «higiene».

Invierno

Sin embargo, para estas bañistas residentes en el municipio la mejor época para visitar este litoral es durante la despedida del verano y la llegada del otoño precisamente por sus ráfagas de viento. «Es una playa más de invierno que de verano, en especial porque las temperaturas de la zona suelen ser buenas en estas fechas», añade Daida, a la vez que recuerda que el sureste es cálido siempre, lo que les permite disfrutarla en todas las épocas del año. «Durante el verano hace mucho viento, mientras que en septiembre y octubre estos disminuyen», apunta la mujer.

Una opinión muy similar a la de los amigos Francisco Santana, Carmelo Monzón, Carmelo Ramírez y Antonio Milán, para quienes El Burrero es «un punto de encuentro» al que acuden tanto solos como en familia y como son constantes, suelen reunirse en esta joya. «Es la mejor de España y de Europa», sentencian, al tiempo que coinciden con María y su hija en que la mejor época para tomar el sol y bañarse en esta playa es «septiembre».

«Solemos venir tanto en verano como en invierno, incluso hasta en enero la frecuentamos porque son los días buenos», explica Carmelo Ramírez, a la vez que matiza que le gusta bañarse en esta costa porque «el yodo y la calidad» de la misma «es muy buena». «Todo el año tiene bandera azul -desde 2018-, si la quitan y le llegan a colocar otra, nosotros mismos la pintamos de nuevo», apostillan los vecinos de Ingenio entre risas.

La mayoría de los bañistas acuden a este litoral por la cercanía, no suele ser una playa a la que acudan en masa los turistas, según explican los vecinos. Una de las residentes que acude a El Burrero, aunque no con mucha frecuencia, es Ciba de la Guardia, una joven que lleva poco tiempo viviendo en el barrio costero pero aprovecha la oportunidad que le da el vivir tan cerca del mar para disfrutar de sus bondades pese a que no le suele gustar las playas que albergan piedras, tal y como lo es este litoral. «En dos años que tengo viviendo aquí he venido unas dos veces. También estuve residiendo en la zona durante 2017 y venía pocas veces», explica a la vez que resalta que El Burrero es «un encanto», destacando especialmente sus aguas «transparentes». Ciba -que suele acudir sola o acompañada de su pareja- narra que lo que más le gusta es tumbarse a tomar el sol en esta costa.

Mientras que Isabel, que normalmente acude con sus hijas a esta costa, destaca que uno de los motivos por los que es una bañista frecuente de El Burrero es que su vivienda queda cerca y además, se ha criado en el pueblo costero. Esto le ha llevado a ser un poco más crítica ya que considera que en antaño era «mucho mejor» que en la actualidad porque a su juicio «antes era más tranquila» y «todos» los que la visitaban se conocían debido a que solían ser los vecinos del barrio.

Recuerda con añoranza la época en la que la playa era de callaos y arena fina en la orilla. Pero para ella, la remodelación de El Burrero ha sido «un asco» porque ha cambiado de forma drástica el ecosistema de la costa y es que rememora que desde que trajeron la arena de Melenara fue deteriorándose. «Antes, cuando llegaba el final del mes de agosto el mar sacaba arena y cubría las piedras, pero ahora se traga la tierra», asevera a la vez que se queja de que no se halla escuchado la opinión de los vecinos que se rehusaban a cualquier remodelación de la playa. «Se luchó bastante para que no la cambiaran pero no hubo manera», ha lamentado la residente.

«Todo el año tiene bandera azul y si la cambian la pintamos nosotros», añaden los bañistas entre risas

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Pese a toda esta problemática para Isabel El Burrero sigue siendo una playa «maravillosa» en especial por la calidad de sus aguas que es lo que, al igual que el resto de bañista, cree que es lo más destacable del litoral y recalca que es ideal para ser visitada en otoño e invierno.

Otra de las personas que extraña a la playa de antes es Luisa Ramírez que es residente del municipio y admite que en la actualidad suele acudir con regularidad únicamente por la cercanía y es que se queja de la reforma hecha a la costa porque la «han dejado peor». Cuenta que «todos los años» solía acudir con su hijo y su nieta a El Burrero, pero lamenta que ahora se haga casi imposible acceder al agua para las personas de la tercera edad debido a los pedruscos que predominan en la entrada del mar. «Antes no existían estas piedras pero desde que pusieron el dique pasó esto», opina con tristeza Ramírez.

También hace alusión a los fuertes vientos que es uno de los contras que le ve y es que para ella ayer -cuando habían rachas de 37 kilómetros- por hora era un día bueno a comparación con el resto. Su hijo Agustino Ojeda por su parte, coincide con el resto de los vecinos del pueblo y del municipio en que es una playa «muy limpia» dotada con aguas «transparentes» en donde los más pequeños pueden nadar y divertirse tanto en la arena como dentro del mar, por lo que opta, en su tiempo libre, por llevar a su hija a la costa para entretenerse, disfrutar de la naturaleza e incluso explica que aprovecha a acudir antes de la hora de la comida porque eso les abre el apetito para disfrutar del almuerzo tras salir del baño.

Mari y su hija Emma Pérez acuden a este litoral que, también es ideal para practicar deportes de vela e incluso hay quienes les gusta hacer bodyboarding en sus aguas, señalan que acostumbran a echarse un chapuzón o tomar el sol en El Burrero debido a que viven cerca. También reseñan que les gusta acudir aunque sea a darse un paseo tanto por la playa como por el paseo marítimo.

De hecho, ya suman unos 20 años visitando esta costa y es por ello que coinciden con el resto en que el mejor mes para disfrutar de todas las bondades de esta playa es septiembre «porque si no el viento te come». Destacan asimismo que entre los atractivos de El Burrero se encuentra su «agua pura y limpia», incluso esta es la característica que más les atrae de este litoral.

Explican que las virtudes de El Burrero la hacen ideal para ser visitada por familias ya que su marea la hace perfecta para los más pequeños de la casa, sumado al Charco del Cura que es una piscina natural formada cerca de la formación rocosa de origen volcánico llamada El Roque -de unos diez metros de altura- presente en el litoral y que le añade diversión a los menores que acuden a echarse un chapuzón en esta zona costera y a jugar en el promontorio denominado Vista Alegre. Es por eso que, pese a las fuertes rachas de viento, esta playa sigue siendo la elegida por los habitantes del municipio y de la Isla. Para los lugareños no hay una mejor que su amada costa aunque muchos quisieran echar el tiempo atrás para deleitarse con sus virtudes de antaño y esperan que su voz sea escuchada a futuro para no afectar más su ecosistema.

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