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El orientador profesional Raúl Henriq durante la entrevista. | | JOSÉ CARLOS GUERRA

San Bartolomé de Tirajana

Filosofía para ayudar a las reclusas

El orientador Raúl Henriq lleva a Las Palmas II el Proyecto Boecio, pionero en Canarias, para fomentar el pensamiento crítico de las presas y se reconozcan personas

Un texto escrito por Epícteto o Séneca en el siglo I o por Marco Aurelio en el siglo II es capaz de transformar el pensamiento y la conducta de las reclusas del siglo XXI, casi 2.000 años después. Y de eso se están beneficiando las presidiarias de la cárcel de Las Palmas II, en Juan Grande, en San Bartolomé de Tirajana, a través del Proyecto Boecio, un proyecto pionero en Canarias que el orientador profesional Raúl Henriq ha acercado de forma voluntaria hasta este centro penitenciario para ayudar a un grupo de mujeres presas a sobrellevar su estancia en la prisión. «No estudiamos filosofía ni a los autores, se trata de filosofía estoica, práctica, se trata de que la vivan y la experimenten», afirma Henriq, «ayuda a que personas con altas dosis de desmotivación, inestables y con problemas de salud mental aprendan a gestionar sus emociones y a conocerse a sí mismas para controlar según qué situaciones dentro de la prisión».

El programa pretende acercar los beneficios del gobierno de las pasiones y del pensamiento crítico a las internas, además de que se reconozcan a sí mismas a través del resurgimiento del ser consciente. «Una vez aprenden a sobrellevar ciertas situaciones, las mujeres avanzan aunque les queden 20 años de condena», explica.

Este proyecto nace en la Universidad de Sevilla en 2015. Por entonces ya se realizaban los primeros talleres en cárceles hispalenses hasta que la institución decide presentar el programa a una convocatoria europea de proyectos de cooperación internacional y obtiene la máxima puntuación posible. Inicialmente el proyecto estaba enfocado a las prisiones de países latinoamericanos como Argentina, Colombia, México o Brasil, hasta que Henriq optó a participar y logró que en febrero de 2020 Boecio entrase por primera vez en una cárcel canaria.

«Al principio las mujeres llegaban con incertidumbre pensando que esto no serviría de nada y para pasar el rato y ahora el tiempo siempre es poco», reconoce el orientador. «Con este proyecto tratamos tres vertientes importantes: el gobierno de las pasiones, el resurgimiento del ser y el pensamiento crítico, y todo, para aprender a controlar las emociones y alcanzar la felicidad», relata, «por eso voy con la idea de ‘filogym’, porque es un entrenamiento, aprenden a gestionar el estrés y la ansiedad, y el cambio de actitud les ayuda a resistir».

La filosofía práctica ayuda a que estas mujeres, que han pasado parte de su vida discriminadas, ocultas, vinculadas a la delincuencia y finalmente han sido condenadas, se reencuentren, sean conscientes de su pasado, presente y futuro y aprendan a resignificar su vida. «Hay alumnas que simplemente se olvidaban de su vida personal y solo delinquían y sumaban condenas que ahora han terminado el proceso pensando en sus hijos», cuenta Raúl Henriq, «después del entrenamiento filosófico se reencuentran y empiezan a querer vivir de nuevo y comienzan a pensar».

Interpretación de textos

Durante el taller, orientador y alumnas analizan textos de filósofos estoicos e interpretan cómo aplicarlos a su vida y cómo les habría ido en su pasado si hubiesen sabido aplicar esas interpretaciones filosóficas. «La interpretación de un texto las ayuda a estar entrenadas para saber actuar ante situaciones futuras, como por ejemplo enfrentarse a una persona hostil dentro de la prisión», señala Henriq, «pero eso se debe practicar e incluso redactan un guión sobre cómo responder en según qué situación».

Tras los talleres de filosofía práctica cambia la impresión que el orientador tiene de las alumnas. «Están más calmadas y, sobre todo, veo mucho arrepentimiento después de haber aprendido a pensar en aquello que las condujo a la prisión», añade el profesional, «es entonces cuando la ira empieza a diluirse, se empiezan a querer a sí mismas y a querer salir cuanto antes del centro; gracias a este taller algunas han dado las gracias por haber pasado por la cárcel».

Estos talleres se imparten una vez a la semana durante seis meses y, explica Henriq, durante la pandemia ha sido el único profesional que ha mantenido estas sesiones en todo el mundo, ya que se suspendieron en el resto de países. El objetivo ahora es darle continuidad al proyecto una vez que el orientador concluya su intervención, y para eso se formará a reclusas para que sean ellas mismas quienes dirijan el taller. El proyecto contempla también la edición de dos libros donde se relatará esta experiencia y la dotación al centro penitenciario de fondos bibliográficos relacionados con la filosofía. Varias reclusas han mostrado su predisposición a seguir estudiando esta disciplina.

La idea de Henriq es que este proyecto se extienda y puedan encontrarse más voluntarios dispuestos a llevar estos talleres a otras cárceles. Este taller ha estado dirigido a presidiarias porque Henriq ha enfocado toda su carrera profesional sobre las mujeres, pero ahora también el proyecto incluirá a los hombres. «Eso es signo de que el proyecto funciona». Con este programa, el orientador anima a sus colegas a ponerse «retos sociales que nos hacen mejores y nos diferencian de los demás» y agradece al centro su sensibilidad con Boecio «Apostaron por él desde el primer momento», concluye.

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