La muerte es esa cita ineludible con la vida que siempre nos acaba golpeando sin compasión, sin miras y a destiempo. Los días se tornan de otro color cuando desaparecen los seres queridos. El duelo que se abre sin remisión requiere de un minucioso proceso de aceptación doloroso y una parte en nuestro interior también muere. Nunca se está preparado y el único consuelo es el abrazo de los que importan y el recuerdo de la amarga partida.
En este caso, la memoria de Isidra Melián Alemán (Isi), que el próximo 16 de diciembre cumpliría 73 años. Una madre maravillosa, sencilla, amable, con una mente privilegiada que se fue de una forma discreta, sin hacer ruido como era ella.
Su media naranja, Josele y sus hijos Anto, Bela y Juan serán los que cogerán ahora el difícil testigo y tendrán, como lo hacía Isi, las puertas de casa abiertas de par en par en el Puerto de las Nieves.
La cafetera humeante estará a punto para los que lleguen y detrás de cada lágrima que se vierta, de cada palabra, de cada silencio, de cada sonrisa, el recuerdo de una mujer excepcional. De esas personas hechas a mano como los buenos barcos de madera, con rumbo firme y que dan cobijo a sus tripulantes.
Una mujer de lujo, de serie limitada y que la vida te pone delante y que resulta ser un verdadero bálsamo para las heridas. Un ser único que estará muy presente en los corazones de la familia y amigos que no la olvidan.
Este sábado en la parroquia de Agaete a las 19.30 le darán un último adiós. Hasta siempre Isi.
