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Ingenio.

Un joven zapatero polivalente

Israel Mayor: «Hay trabajo con la copia de llaves y el cuero» | «Soy afortunado: pago las facturas»

Un joven zapatero polivalente

El zapatero Israel Mayor, de 33 años, comenzó a trabajar por cuenta propia poco antes del inicio de la pandemia del covid. Aguantó. Eso sí, trabaja más de 10 horas al día, y recibió tres créditos.

«Hoy en día, no se come sólo reparando los zapatos». Esta idea la tiene muy clara Israel Mayor Medina, de 33 años, quien nació en Telde y se crió en Carrizal, en la villa de Ingenio, donde ahora trabaja y tiene su zapatería, exactamente en la avenida Carlos V. Y por eso defiende ser un polivalente, además de su valentía y profesionalidad. Comenzó a trabajar como zapatero a los 21 años, y ya lleva doce. Y con la artesanía y la albañilería ya había empezado antes, a los 16 años.

«Nunca digo que no ante un posible trabajo que me propone un cliente o clienta. Miro, valoro y decido si lo hago o no», manifiesta el joven emprendedor, que a parte de arreglar zapatos, se dedica especialmente a la copia de llaves. «Da bastante trabajo lo relacionado con las llaves de coches y de casas, y los mandos de garajes. Eso nos salva», apunta.

Un joven zapatero polivalente

También se atreve con otros encargos, como por ejemplo los relacionados con el cuero, como es el caso de botas o chaquetas. Los grupos de clientes también suponen para él un reto, pero también representan una tabla de salvación. Mayor Medina tiene como clientes a cinco clubes de motoristas, entre los que están el club de moteros de Ingenio o Atis Tirma Asociación Motera, de Las Palmas de Gran Canaria. «Me encargan coser parches, emblemas o cremalleras en los chalecos o chaquetas, aumentar o arreglar chalecos y botas. Cuando vienen cinco encargos de golpe representa mucho trabajo, pero también es una salvación », afirma. «No es cuero todo lo que se vende por ahí como cuero», aclara.

A parte de las dificultades y responsabilidades a las que ya tenía que hacer frente Israel Mayor cuando decidió trabajar por cuenta propia y en un local alquilado de la avenida Carlos V, con el nombre El Hospital del calzado, y en el que sigue trabajando, resulta que se presentó un enemigo inesperado: el Covid-19. o la también llamada pandemia del coronavirus.

«Justo empecé a finales de enero de 2020 y ya todo se complicó durante meses a partir de mediados de marzo, con el cierre temporal de los negocios y casi todo el mundo metido en las casas», recuerda Mayor Medina. El Gobierno del presidente Pedro Sánchez decretó el estado de alerta el 14 de marzo de ese año 2020 para hacer frente a la gran expansión del coronavirus en el país y en Europa.

Un joven zapatero polivalente

«Fue bastante durillo el inicio de mi trabajo por cuenta propia. He salido adelante, en gran parte porque la gente me acogió bien y por la clientela fija que se ha formado en este poco más de un año. También he podido seguir por los tres créditos que tengo con el banco», revela Israel Mayor, quien trabaja solo y aclara que «no gano para hacerme rico, en absoluto. Eso sí, me considero afortunado por poder pagar todas mis facturas».

Dedicación

Respecto a cuánto tiempo es su jornada laboral, responde: «Suelen ser de entre diez y catorce horas al día. Muchas veces no me voy a almorzar, sino continúo trabajando mientras está el local cerrado al público entre la una y las cuatro de la tarde».

Su gran interés por la artesanía y la zapatería le surgió siendo bien joven porque «siempre me ha gustado hacer cosas las manos. Siempre me llamó la atención», señala.

No hay ningún referente a la zapatería en su familia que reside en La Breña, en el término municipal de Telde, si no que sus familiares más directos se dedican a otras profesiones muy distintas que no le han interesado. «Mi padre, Manuel Mayor, se dedica a la construcción; mi madre, Josefa de Jesús Medina, a la agricultura; y mi hermano Óscar [Mayor Medina], a la ganadería, que nunca me ha atraído».

Un joven zapatero polivalente

Israel Mayor, que es uno de los tres zapateros que aún quedan en la villa de Ingenio, siendo los otros Luis Betancor, en Carrizal, y José Villar, en Ingenio; aprendió su oficio de Demetrio Santana, hijo de Juan Santana, con quien el joven había trabajado antes en artesanía canaria tradicional. «A los otros zapateros y a la empresa multinacional que hay en este sector, no los veo como competencia. Lo ideal es llevarnos bien, para aconsejarnos en una situación concreta o prestarnos material cuando no llega a tiempo por parte del proveedor», aboga Mayor.

En cuanto a la cantidad de trabajo que tiene en relación a los zapatos, es decir, a reparar tapas, suelas o cremalleras, por ejemplo, Israel Mayor asegura que «ha bajado bastante. La persona que lo encarga es, por lo general, mujer mayor de 30 años que opta por más calidad en su calzado».

En relación a por qué se debe ese descenso del trabajo, Mayor afirma con rotundidad: «existe un mercado y un sector de zapatos baratos y de mala calidad, que tienen fecha de caducidad, ya que duran entre seis meses y dos años, como máximo. En cambio, uno de material de calidad, pues toda la vida o muchos años, según el trato». «Es triste que algunas marcas muy conocidas se suman al zapato sintético, durando un poco más que el más barato, pero lo cobran como si fuera de piel», concluye.

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