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Gáldar.

Surco y Arado va a la parranda con Hijos

La Agrupación celebra un espectáculo-aniversario que homenajea a un histórico grupo de Gáldar

Una foto antigua con los componentes de Hijos de la Noche; debajo, Pancho Saavedra y Manolo Ríos. | | LP/DLP

La Agrupación Cultural y Folclórica Surco y Arado echa la casa por la ventana para celebrar sus 30 años de historia. El grupo galdense presenta mañana su espectáculo-aniversario en el Centro Cultural Guaires (20 horas), que está dedicado a los Hijos de la Noche, un grupo local que abrió la senda a las últimas generaciones de la música tradicional de la comarca, animando innumerables bailes y serenatas a medidos del siglo pasado, y que fue la base también de Los Cebolleros. Y lo hará de la mano del histórico folclorista Víctor Batista (Los Gofiones), con la presentación de un disco que respeta sus arreglos musicales, un documental con mucha documentación sonora y oral de los Hijos, vídeos-relatos de sus últimos componentes con vida y una vestimenta sacada de fotos familiares en blanco y negro.

Una de las grabaciones realizadas para el aniversario por la Agrupación Surco y Arado con ropa de época, en el Casino de Gáldar, con Víctor Batista en el centro. | | LP/DLP

Surco y Arados está formada por 40 componentes (la menor tiene ocho años), con su cuerpo de baile y música, que además cuenta con su propia escuela. Pero que también organiza actividades durante el año, en el que no fallan los finaos, el belén de carozos de piñas en Navidad y carnavales.

Los orígenes se remontan al grupo Amigos de San Isidro, y ahora se cumplen sus tres décadas de historia, bajo la presidencia de Carmen Moreno; el director del cuerpo de baile, Yerobe Santana; el asesor de vestuario y su primer director de baile, Sergio García; y el director musical Víctor Batista (el histórico director de Los Gofiones), y otros muchos entusiastas.

En su 30º aniversario, durante hora y media la Agrupación Cultural y Folclórica de Gáldar echa una mirada a los años 40 del siglo pasado. Y, sobre todo, ponen en el altar a los Hijos de la Noche. No es solo un homenaje a este grupo galdense, sino que detrás hay una profunda labor de investigación sobre ellos, que quedará ahora para la historia.

La vestimenta, según Sergio García, se ha confeccionado gracias a fotografías antiguas familiares de sus componentes y del pueblo de Gáldar. Era su ropa de diario, como de domingos y paseos. En total se han cortado 60 trajes, ya que el cuerpo de baile hace algún cambio durante el espectáculo. «Han sido meses cosiendo las prendas y sus accesorios».

Al igual que la recopilación de la parte audiovisual, que se mostrará en el escenario este sábado, y que incluye palabras de familiares y los últimos componentes que quedaban de Los Hijos de la Noche: Pancho Saavedra, que fallecía hace unos días, y Manolo Ríos (que en foto de este reportaje aparecen siendo todavía niños). Precisamente, Batista avanza una de las anécdotas, ocurrida en una actuación, cuando el primero vio un cable pelado y provocó un cortocircuito, propio de una chiquillería. Nunca lo dijo, tal vez por las represalias.

Pero, ¿por qué es tan importante Los Hijos de la Noche, para que otro grupo aproveche su aniversario para ponerlo en el altar de la música tradicional? El documental constata que «a mediados del siglo pasado surgió en Gáldar un grupo de músicos de vocación que, sin estudios académicos, ni formación previa, fueron capaces de conformar un conjunto puntero que hizo las delicias de la juventud norteña durante décadas».

Víctor Batista piensa que es parte de la historia de la música canaria en la comarca. Es un grupo «espontáneo», como lo define, que dio muchas serenatas.

El repertorio musical del espectáculo con 15 temas se basa en dos grabaciones que aun se conservan de ellos. Una fue de un ensayo y la otra en un programa de radio.

La labor de Hijos de la Noche, casi sin pretenderlo, se prodigó en tres grandes líneas de actuación: recogieron el testigo de un enorme bagaje musical existente en la comarca que llega hasta finales del siglo pasado. Fueron asimilando aquellas canciones punteras de la época que escuchaban a través de radios y discos, para luego reproducirlas a su manera. Y destaca que su relevancia parte de dos figuras dispares entre sí, como son Antonio Martín y Juan Gutiérrez. «Eran unos talentos».

Antoñito, como se le conocía, era «un autodidacta del renacimiento», un respetado músico popular, autor de varias canciones, poemas y coplas de las que se nutrieron tanto Hijos de la Noche como grupos posteriores. “Del ingenio natural de Antoñito Martín y su larga trayectoria parrandera, provenía su capacidad para improvisar coplas, innovar temas y organizar la intendencia del grupo”, según el documental . Y Juan Gutiérrez era un músico vocacional, dotado de un notable talento que, sin estudios ni formación académica alguna, era capaz de retener en su memoria cientos de piezas, componer y versionar canciones, e interpretar con su mandolina las más complejas obras.

Hasta esa época tocaban por tradición oral, basada en temáticas del amor y la tierra. Pero hubo una novedad que les dio un salto de calidad: el disco. Y, a su manera, adaptaron a su manera con maestría esa música de principios del siglo pasado, recogiendo la influencia americana. Ahí llegaron los pasobles, boleros, pasacalles, las habaneras y el vals.

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