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Santa Brígida

Imágenes para salvar Bandama

Una exposición y un libro reclaman un centro de visitantes en el caserío | El Plan del Cabildo para recuperar ese patrimonio está ‘congelado’ desde 2018

Patio del Caserío de Bandama fotografiado entre 1925 y 1930 por el alemán Teodoro Maisch. | | ARCHIVO DEL MUSEO CANARIO

Una exposición que recorre actualmente varios municipios de la isla y un libro de próxima aparición son los nuevos argumentos para intentar recuperar el lagar de Bandama y convertir ese caserío en un centro de visitantes para que se den a conocer los espacios naturales de La Caldera y El Pico, así como los viñedos y las bodegas del Monte Lentiscal.

Tras el compromiso del Cabildo de Gran Canaria de adquirir el antiguo lagar comunal, aunque todo está aún pendiente de que la Consejería de Medio Ambiente decida qué se quiere hacer allí, el siguiente paso de la Asociación Sociocultural de Amigos de Bandama es convencer a las administraciones y a los viticultores de las ventajas de convertir una parte del actual caserío en un centro de interpretación del rico patrimonio histórico, etnográfico, medioambiental y turístico de la zona, desconocido incluso para muchos grancanarios.

Labores de elaboración del vino en la finca de los Pérez Galdós, en una imagen del archivo de la familia del escritor. | | FEDAC

Tras exponerse durante dos semanas en el Patio del Cabildo, la muestra fotográfica se encuentra ahora en Santa Brígida, con las 50 imágenes repartidas entre La Casa del Vino y la Biblioteca Municipal. De ahí pasará a Tunte, a partir del 17 de diciembre en la Casa Pancho Guerra, y en enero se podrá ver en la Casa de La Cultura de Arucas. Después recorrerá Telde, Gáldar y otras localidades.

Dos turistas acompañados por un policía municipal observan el fondo de la Caldera de Bandama. | | FEDAC

La intención es que la exposición, denominada El lagar comunal de las Casas de Bandama y los viñedos del Monte Lentiscal. Una mirada al patrimonio desde las demandas del presente, recale al menos en todos los municipios que tengan tradición vinícola, como San Mateo, Tejeda o Agüimes, según explican el presidente de este colectivo, Alex Hansen Machín, y el secretario, Juan Manuel Rodríguez Hernández, que estos días están explicando sus propuestas a los bodegueros del Monte y a cuantos estén interesados en recuperar el caserío.

Ambos son los autores de un libro, que publicará la Fundación para la Etnografía y Desarrollo de la Artesanía Canaria ( Fedac), con la historia y las características del lagar y el caserío, en el que se incluyen todas las imágenes de la exposición. En esa obra, ya en imprenta, se podrán apreciar desde fotos de la caldera de Bandama en el siglo XIX hasta retratos de la familia de Benito Pérez Galdós en su finca de Santa Brígida. Y desde un dibujo de la irlandesa Olivia Stone en el año 1887 hasta varias imágenes del fotógrafo alemán Teodoro Maisch en la década de 1920, pues ambos visitaron Bandama y el Monte Lentiscal en la época de mayor esplendor de sus bodegas.

Cada imagen se acompaña por una amplia explicación de la vida en las explotaciones vitivinícolas. Por ejemplo, en una foto de Maisch en la bodega de la familia Galdós se detalla que en el interior fresco y sombrío se encerraba el vino bajo la atenta mirada del dueño-vitivinicultor. Esta operación consistía en vaciar el mosto de los tercios (36 litros) sobre embudos de madera especialmente diseñados para apoyarse en los toneles (con capacidad de 18 a 24 tercios), bocoyes (15 a 18 tercios), y pipas (12/13 tercios), e introducirlo en ellos por su apertura superior o tapa. En estos contenedores se producirá la fermentación y vinificación de los mostos obteniéndose, tras varios meses de cuidado, el vino del Monte.

Además de las fotografías y los textos explicativos, la exposición incluye mapas, planos, ilustraciones y hasta un mosaico con imágenes aéreas y de satélite de las últimas décadas para localizar las bodegas existentes entre 1918 y 1956. Se calcula que en ese periodo hubo casi un centenar de lagares, de los que 80 son reconocibles. Según Hansen Machín, en esos 50 paneles «se reflejan de forma muy completa los paisajes del Monte y La Caldera vinculados a los lagares, al cultivo de la vid y el entorno medioambiental, desde 1880 hasta la década de 1960».

Recreación del lagar de Bandama en un dibujo de Manolo Cardona Sosa. | | LP/DLP

Patrimonio

La muestra está organizada en cuatro grandes bloques temáticos: la viticultura en el Monte Lentiscal; el paisaje agrícola histórico de la Caldera de Bandama; vendimiando y pisando en el lagar; y el caserío vitivinícola y el lagar comunal de las Casas de Bandama. A partir de estos dos últimos elementos, este colectivo sociocultural pretende «salvar» todo el rico patrimonio natural y etnográfico.

Solo una parte de Bandama no ha sucumbido al desarrollismo de los años 70 y 80, con construcciones que destruyeron o casi enterraron las casas típicas canarias y las tradiciones agrícolas, solo perpetuadas a través de vecinos como Agustín Hernández Torres, que hasta fechas recientes bajaba cada día hasta el fondo de la caldera para mantener los cultivos. Desde 1936 a 2020, ya con 93 años, recorría a diario el escarpado desnivel de 235 metros, lo que permitió conservar el paisaje agrícola que ahora observan los turistas desde el mirador del Pico de Bandama.

El homenaje del Cabildo a la labor de Agustinito y el anuncio del gobierno insular de que va a ejercer sus derechos en la subasta pública del lagar comunal han dado esperanzas a los Amigos de Bandama, pero ahora queda por concretar el plan que el propio Cabildo elaboró en 2018 y que desde entonces está congelado en la Consejería de Medio Ambiente.

El denominado Anteproyecto de Infraestructuras de Acceso y Acogida del Monumento Natural de Bandama, para la ordenación del Caserío, el Pico y la Caldera, detalla el deterioro de alguna de sus instalaciones y recomienda una serie de medidas para su conservación, entre ellas limitar el acceso de vehículos al mirador e instalar el centro de información de ese espacio protegido en el abandonado lagar del siglo XIX y en las casas tradicionales de los alrededores.

La propuesta del equipo redactor es «aunar las edificaciones para desarrollar un conjunto edificatorio de una sola planta baja, restaurando unas edificaciones, demoliendo parte de construcciones posteriores y organizando el conjunto a partir de un patio existente». Al recinto se accedería por el patio del lagar, para desde este espacio abierto organizar un recorrido por todas las instalaciones.

Valor etnográfico

«Tales edificaciones son la localización idónea para establecer un equipamiento de acogida de visitantes y gestión activa del uso público, que también contribuirá a conservar y poner en valor este significativo recurso cultural que suponen los inmuebles de valor etnográfico del Caserío de Bandama», sostiene el anteproyecto encargado por el anterior consejero de Medio Ambiente, Miguel Ángel Rodríguez.

Igualmente, la Asociación de Amigos considera que «la presencia de un Centro de Visitantes e Interpretación en Las Casas de Bandama es imprescindible, porque no se trata ya sólo del histórico lagar comunal, se trata de que éste es la llave y la clave para recuperar a su vez la arquitectura etnográfica y decimonónica del Caserío, revalorizando así su importancia como una pieza singular de la cultura vitivinícola de Gran Canaria.»

«Las construcciones que lo envuelven y el lagar comunal son en sí mismos la representación del Monte Lentiscal (Paisaje Protegido de Tafira) y del Monumento Natural de La Caldera y El Pico de Bandama. Estas construcciones de la etnografía del vino (antiguas bodegas y sus patios), constituyen «una oportunidad única, última e idónea, tanto para interpretar ambos paisajes protegidos como para potenciarlos y gestionarlos recuperando su patrimonio desde las necesidades que demanda e impone la sociedad del presente, que es la sociedad del siglo XXI».

Además de los importantes valores naturales, como el propio volcán de Bandama y la vegetación de matorrales xerófilos y bosques termófilos, «si algo hace particular a este complejo y rico paisaje grancanario es que desde finales del siglo XVIII comenzó un rápido proceso de transformación que lo llevó a convertirse a lo largo del siglo XIX y hasta la actualidad, en el paisaje del vino por excelencia de Gran Canaria»

Se trata, según se recoge en los paneles de la exposición, «de un paisaje de vides, viñedos, bodegas y lagares creciendo sobre el negro picón del más sobresaliente de los volcanes jóvenes de la geografía insular; así pues, se superpone en este territorio el interés etnográfico a su interés natural, motivado por el cultivo de la vid y sus tareas, con sus lagares y bodegas asociadas tanto a la arquitectura canaria tradicional como a la arquitectura rural moderna».

Un lagar comunal en espera de restauración



El conjunto del lagar está incluido en la Carta Etnográfica de la Fedac, con número de 9.082 y con nivel de protección máxima, y puede clasificarse como el más importante de su tipo de los que se conservan en la isla, en relación a la arquitectura del vino. Su restauración «sería fácil e imprescindible, siendo el lugar ideal y propuesto para que forme parte del Centro de Visitantes».

La exposición explica que el lagar comunal está situado en la primera construcción a la izquierda del Caserío de Bandama, en la calle del Camino a La Caldera. Aunque deteriorado por la vejez, conserva todos los elementos que lo constituyen en bastante buen estado, pese a no haberse usado como tal desde hace casi un siglo. Consta de dos piezas diferenciadas y complementarias, ambas dentro de un recinto cerrado por muros. Del lado noroeste, el lagar, situado bajo techo a dos aguas y cubierto con tejas árabes, con soporte de vigas de madera y tillas, y mortero de barro. Del lado sureste, el lagar está abierto dando a un patio de trabajo. La superficie total de la parcela es de unos 129 metros cuadrados, de los cuales unos 60 metros corresponden al lagar y 69 metros cuadrados al patio. Este patio permitía un fácil acceso de los jornaleros, vendimiadores y animales de carga, desde el caserío y hacia las bodegas, posibilitando y facilitando el trabajo cuando se realizaban las tareas de la pisada de la uva en los meses de la vendimia. | J.M.N.

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