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Ingenio

El agradecimiento, la mejor recompensa

Narciso Olivares Ramírez lleva 40 años como voluntario en Protección Civil, Cruz Roja y Cáritas

Narciso Olivares Ramírez, ante la sede de Cruz Roja en Ingenio. |

El trabajador municipal de Ingenio Narciso Olivares Ramírez ha dedicado más de 40 años de los 63 de su vida a la ayuda a los demás. «Es necesario fomentar el voluntariado», defiende.

«He sido pobre, como lo fue la familia de mis padres, y en el transcurso de mi vida muchos nos han ayudado desde que yo era niño, y el dedicarme durante más de cuarenta años como voluntario de distintas Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y organizaciones ha sido una forma de devolver lo que los demás han hecho por nosotros». Así argumenta su manera comprometida de actuar en la sociedad Narciso Olivares Ramírez, también conocido y llamado por muchos como Siso

Este trabajador municipal de 63 años, nacido en el casco de Ingenio, reconoce que «también he abandonado en ocasiones la atención de mi familia por el compromiso social que he tenido y tengo, y por la confianza de los demás en mí». «El agradecimiento de los demás ha sido la mejor y única recompensa. Es necesario el voluntariado, es imprescindible, para que construyamos ciudades humanas, no sólo de cemento, y para que no nos dejemos a nadie atrás», agrega.

«Yo no soy ejemplo, ni debo ser una referencia», apunta con humildad y sencillez, «si no que quiero que haya más voluntariado, sobre todo entre los jóvenes, y que no nos dejemos a nadie atrás y sin atender. Me refiero a los pobres, viejitos, desempleados, a los que tienen alguna discapacidad o simplemente a los que sufren una situación complicada».

Narciso Olivares comenzó a trabajar a los 14 años, y fue con el tomate, como muchos niños y niñas y adultos lo hicieron en el Sur y Sureste, y también procedentes del resto de la Isla antes y después de mediados del siglo pasado.

Comenzó su trabajo en el semillero y luego en el empaquetado en la empresa de Juliano Bonny. Sus padres son Narciso Olivares Castellano y María Candelaria Ramírez Caballero, que también eran naturales del casco de la Villa y que fallecieron cuando tenían 58 y 74 años de edad respectivamente. Olivares Castellano trabajó como peón y albañil, y en relación al tomate, como también esto último lo hizo su esposa, además de ser ama de casa. Ambos tuvieron ocho hijos, pero cinco fallecieron siendo pequeños y sobrevivieron tres, siendo el mayor Narciso. Los otros dos son Félix, con 60 años, y Sofía Olivares Ramírez, con 59 años.

El mayor de los Olivares Ramírez, que había dejado los estudios para empezar a trabajar desde tan joven, concluyó el graduado escolar a distancia años más tarde. Después de trabajar para Juliano Bonny, lo hizo como taxista.

Fue pobre, perdió a cinco hermanos siendo niños y es voluntario para devolver la ayuda que recibió su familia

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Desde 1987 es trabajador municipal, comenzando como conductor y cumpliendo funciones muy distintas durante estos más de treinta años en diferentes departamentos y Concejalías del Ayuntamiento. En la actualidad, trabaja como capataz y encargado del área de Medio Ambiente y Salud Pública.

Siso Olivares comenzó como voluntario de Cruz Roja, donde lo fue durante diez años; ha sido voluntario de Cáritas durante más de tres décadas; voluntario de Protección Civil de Ingenio durante unos 14 años, y sigue siéndolo (y fue coordinador jefe de Protección Civil durante ocho años); y siempre está predispuesto para ayudar en la parroquia de Nuestra Señora de la Candelaria. «No soy religioso, pero sí un cristiano comprometido», asegura.

También fue presidente de la Asociación de Madres y Padres de Alumnos (AMPA) del Centro de Educación de Infantil y Primaria (CEIP) Carlos Socas.

Uno de los aspectos en los que reconoce que está orgulloso es que sus tres hijos hayan sido voluntarios y deseosos de ayudar a los demás. Bernabé , de 40 años, y Ernesto Olivares Afonso, de 30, estudiaron la carrera de Emergencias, Control y Riesgo de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). El primero trabaja como técnico sanitario y el otro en relación a la preparación de planes de protección para una empresa, mientras que el otro hijo, Narciso Olivares Afonso, de 36, es el encargado de una ferretería. Otra de las alegrías de Siso Olivares son sus tres nietos.

Inicios

«Cuando comencé en Cruz Roja empecé a ver las grandes necesidades de los demás, que son muchas y ellos son más de lo que parecen», señala Narciso Olivares Ramírez, quien resalta que «la recompensa es siempre el agradecimiento de las personas a las que ayudas». «Estando en esta ONG muchas veces yo cogía el minibús, recogía a viejitos, nos íbamos a merendar y a dar una vuelta. Al regresar a sus casas o a la residencia, a algunos de ellos se les escapaban las lágrimas y me daban besos en las manos, agradecidos, por el paseo y la merienda que habíamos tenido, simplemente», recuerda.

En tantos años como voluntario, uno de los peores momentos que tuvo Siso Olivares, como miembro de Protección Civil, fue en el accidente ocurrido el 10 de marzo de 2014 de un microbús con 17 senderistas suizos en una curva cerrada y fuerte pendiente en la carretera GC-120, la que une La Pasadilla (Ingenio) con Cazadores (Telde). «Allí volcó el microbús. Fue impresionante. Sacamos a tantos heridos y a un fallecido. Fuimos los primeros en llegar y colaboramos con los otros efectivos de emergencia y seguridad».

A juicio de Olivares Ramírez, «las ayudas a los demás tienen que ser más prácticas y directas, y no tanta foto y pose». En varias ocasiones llevó alimentos aportados por Cáritas a familias que estaban en cuarentena por el covib, en una actuación coordinada por Servicios Sociales del Ayuntamiento.

Sobre la Navidad, Olivares Ramírez opina que «no hay sentimientos reales. Se desvirtúan o faltan valores humanos y la juventud no se compromete. El consumismo mata porque es superficial y no lleva a nada».

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