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Mogán
Juan Pedro Luzardo Armas Juez de Paz de Mogán

Juan Pedro Luzardo: «Fui el primer juez de paz de Mogán en casar a una pareja gay, fue histórico»

Juan Pedro Luzardo Armas, juez de paz de Mogán, en el jardín donde se celebran las bodas civiles en Mogán.

Juan Pedro Luzardo Armas (Las Palmas de Gran Canaria, 1952) nació en La Isleta pero desde hace años reside en Arguineguín, donde ejerce como juez de paz, cargo que ocupó también entre 2001 y 2007. Está contento por su labor y por eso se opone a la desaparición de esta figura. Tiene éxito, dice, en la mayoría de los juicios de conciliación, y también tiene claras las cualidades de un juez de paz: «ser cercano y transparente».

Está jubilado y ejerce como juez de paz de Mogán. ¿Cuál ha sido su trayectoria profesional antes de llegar a este juzgado?

Comencé trabajando en hostelería y agencias de viaje en Las Palmas de Gran Canaria. Pasé por la mili y al salir hice las oposiciones para trabajar en el antiguo Banco Central. Pero no me jubilé en ese puesto; dejé el banco y estuve años llevando la administración y la contabilidad de una ferretería. Pero de profesión soy administrador de fincas y perito judicial inmobiliario.

Ha ocupado el cargo en dos etapas, ¿por qué aceptó un puesto como este?

He sido juez de paz en dos etapas distintas. La primera fue desde el 2001 hasta 2007, cuando no quise continuar en el puesto y me marché. Pero en 2016 el Ayuntamiento de Mogán me invitó a volver nuevamente y aquí estoy. Realmente acepté el cargo porque tenía mucha cercanía con la clase política y ellos mismos me lo propusieron. Me quedé muy contento y se lo sigo agradeciendo mucho, porque me gusta.

Juan Pedro Luzardo Armas, en su despacho del juzgado de paz. Juan Castro

¿Y por qué cree que le eligieron a usted?

Quizá fue por la bondad, porque la gente siempre me ha conocido como una persona seria que no tiene conflictos con nadie jamás. Verá, a mi alguien me pide un favor y aunque no me guste se lo hago. De hecho, en Arguineguín cuando voy por la calle los vecinos me paran y me preguntan si puedo hacerles gestiones como sacarles una partida de nacimiento; y mire si soy cercano que yo a todo el mundo le doy mi número de teléfono y les digo que me lo envíen por Whatsapp e incluso luego se lo llevo a su casa para que no tengan que desplazarse. Soy muy dado a los demás.

¿Cómo ha sido su experiencia? ¿Nota alguna diferencia entre la primera y la segunda etapa?

Bueno, al inicio de la primera etapa me costó un poco porque los principios siempre cuestan, pero luego me adapté perfectamente. La labor de estos juzgados ha ido cambiando y ahora tenemos menos funciones; por ejemplo antes celebrábamos los juicios de faltas pero hace tiempo que los asumió el juzgado ordinario. De resto, los cambios han sido pocos, seguimos oficiando matrimonios, expidiendo certificaciones o celebrando juicios de conciliación. No obstante, sí que hubo un gran salto durante mi primera etapa cuando en 2005 se aprobó la ley de matrimonio de personas del mismo sexo. Me convertí en el primer juez de la historia del municipio que casó a parejas homosexuales. Recuerdo que fue una pareja de chicos que estaba esperando que se aprobase esta ley para venir a arreglar su documentación, que tardó dos meses en llegar. Yo estaba encantado de oficiar ese primer matrimonio en el municipio, fue un momento histórico.

«En una ocasión una pareja me dejó plantado y en otra los novios vinieron a casarse en chándal»

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Cada vez menos funciones. ¿Qué piensa del plan del Gobierno de acabar con la figura del juez de paz y qué consecuencias tiene para los ciudadanos?

Estoy muy en contra; el ciudadano paga sus impuestos y hay que mantener cerca estos juzgados para que no tengan que desplazarse lejos. Y el juzgado de paz de Mogán es clave para los vecinos de Veneguera o Barranquillo Andrés y Soria, los puntos más alejados. Además, eso supondrá la sobrecarga de los juzgados de Instrucción. Recuerdo que los vecinos más mayores me cuenta cómo en los años 50 iban en barquilla hasta el puerto de Mogán y de allí tenían que ir caminando hasta el pueblo a inscribir los nacimientos porque no había carreteras. Hoy afortunadamente tenemos buenas infraestructuras pero aún así no podemos cargar contra la ciudadanía. Esa es la importancia de este juzgado.

Juan Pedro Luzardo en el atril donde oficia las bodas. Juan Castro

Celebra juicios de conciliación, ¿qué tipo de casos se encuentra últimamente?

Lo que más veo son los pleitos por impagos de alquiler o cuotas de la comunidad de vecinos en los que hay que mediar para que haya entendimiento. Tal y como está la economía, muchas personas tienen dificultades para llegar a fin de meses y no van a dejar de comer para pagar la comunidad o el alquiler. En ese caso intento que ambas partes lleguen a un acuerdo. Muchas veces los propietarios entienden la situación de los arrendatarios y ofrecen facilidades. Pero cuando vemos que no hay solución, el secretario y yo decidimos enviarlo al juzgado de Instrucción para que se encargue de abril otro proceso judicial.

¿Qué es lo más complicado o duro que se ha encontrado en el desarrollo de su labor? ¿Se le ha atascado algún caso?

Para ser sincero, duro absolutamente nada. Soy una persona a la que le gusta mediar y si pones en una balanza las reclamaciones de una y otra parte siempre acabamos encontrando una salida. Y con buenos resultados. Son muy pocos los casos que tenemos que enviar al juzgado de Instrucción de San Bartolomé de Tirajana porque casi siempre encuentro una salida. Y eso es lo mejor porque evitas sobrecargar a la justicia ordinaria. Sí recuerdo el caso de una comunidad de vecinos grande con la cual fue imposible llegar a un acuerdo. De una y otra parte eran personas muy toscas y no me quedó más remedio que enviarlo a San Bartolomé de Tirajana para que lo resolviese. Pero ya le digo, normalmente se suele arreglar en el juzgado de paz.

«Un juez de paz debe ser transparente y muy dado a los vecinos»

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¿Cuántas bodas ha oficiado o nacimientos registrado?

Para que se haga una idea, en este juzgado tenemos dos bodas a la semana y a veces tres. Al año son 104 bodas, y si sumamos las dos etapas llevo ya oficiadas más de 1.000 bodas en 11 años. Con estos números hay anécdotas de todo tipo, desde novias que venían con trajes de cola como si fuesen a casarse por la Iglesia hasta gente que vino a casarse en chándal, otros que se olvidaron los anillos y hasta una pareja me dejó plantado y no vino a casarse y yo esperando enchaquetado. Otras veces las parejas vienen tan nerviosas que les hago bromas, les pregunto si están seguros de que quieren casarse o si quieren que les ponga la documentación del divorcio debajo ya preparada (risas). Mi único afán es hacerlos sonreír un rato.

Juan Pedro Luzardo. Juan Castro

Juan Pedro Luzardo es muy dado a los demás, pero ¿qué le ha aportado esta labor a usted?

Mucha experiencia en la vida y muchos conocimientos sobre asuntos jurídicos, sobre todo de un Registro Civil. Pero lo que más contento me tiene es que voy por la calle y todo el mundo me saluda, con mucha educación. Y como le dije yo soy de dar mi número de teléfono y hasta alcanzar la documentación al domicilio si puedo. Esa es una característica que siempre debe tener el juez de paz, ser cercano, pero también ser transparente.

¿Qué balance hace?

Yo estoy muy contento con lo que estoy haciendo y con los funcionarios con los que he compartido mis etapas. Aquí nadie se quiere marchar, y yo estaré al menos dos años y medio más hasta que cumpla el mandato de cuatro años, y si me renuevan a lo mejor me pienso continuar hasta que el cuerpo aguante, Pero hasta que ese momento llegue yo seguiré aquí, muy tranquilo, ayudando a los ciudadanos, que es lo que me gusta.

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