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San Bartolomé de Tirajana

Tunte despide a Juana Suárez, una de las últimas mujeres lavanderas del pueblo

Acudía casi a diario al lavadero El Rosal hasta hace 20 días, cuando empezó a sentirse mal

Juana lava su ropa en el lavadero El Rosal; al fondo, su amiga Mari.

Tunte ha perdido a una de las últimas mujeres que mantienen viva la tradición de lavar la ropa a mano en el lavadero El Rosal. La capital de San Bartolomé de Tirajana despide este viernes a Juana Suárez, quien falleció en la tarde del jueves a los 68 años después de una repentina enfermedad que la dejó sin fuezas durante los últimos 20 días y la mantuvo ingresada en un centro sanitario en la última semana de su vida. Nacida en Tejeda pero residente en Tunte desde que era muy pequeña, Juana estaba soltera, no tuvo hijos y de rodeaba de una gran familia pues formó parte de un equipo de nueve hermanos.

Juana cargaba son sus baldes de ropa desde el lavadero hasta su casa a pie. ANDRES CRUZ

Durante toda su vida se dedicó a los oficios artesanales y fue trabajadora de la Fedac hasta que se jubiló hace unos años. Pero aunque se desvinculó del mundo laboral ella nunca dejó de lado su pasión por la artesanía, el calado y la costura y durante las tardes abría el centro social de Tunte para transmitir esos conocimientos a otras mujeres mayores y no tan mayores del pueblo.

Mari Herrera, otra de las mujeres que forman ese grupo que aún mantiene viva la tradición del lavado a mano, recordó este viernes a Juana como una mujer «luchadora» y «activa». Vecina de Juana durante 51 años, ambas eran «compañeras de batalla», como retala la propia Mari, «la voy a extrañar mucho». Y no es para menos porque aparte de vecinas y amigas durante años fueron compañeras en el lavadero El Rosal de Tunte. «Vengo aquí desde que tengo uso de razón, recuerdo que me daban calcetines y el jabón y me ponía a lavar», explicó la propia Juana en un reportaje publicado por este periódico hace apenas siete meses, «en la lavadora solo echo la ropa gorda, pero la que «tiendo más a gusto es la que llevo desde aquí lavada a mano, es mi propia tradición».

Juana lava su ropa durante un reportaje para este periódico publicado en agosto de 2021. ANDRES CRUZ

Juana era una mujer con fuerza física y ella sola cargaba los baldes de ropa que lavaba a mano; y el lavadero era para ella su terapia. «Siento el agua igual que si estuviese en la playa y me ayuda a evadirme de mis problemas», relató entonces, «el mundo se puede estar cayendo en pedazos que yo vengo al lavadero y me relajo».

A sus 68 años, Juana todavía sorprendía a los peregrinos que caminan a Santiago. «Me preguntan si todavía aquí se lava. ¿Sabe qué les respondo? Claro, ¡todavía tenemos que vestirnos!», contó.

Tunte ha perdido a una vecina que mantenía vivas muchas tradiciones y El Rosal echará en falta una gran herramienta: las dos manos de Juana.

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