El Cabildo le ha otorgado el Can de Gran Canaria de las Artes, ¿lo esperaba?

No, en absoluto. Fue una agradable sorpresa. Cuando me llamó el presidente, me sorprendí y pensé que era para algo relacionado con alguna otra cuestión, no para notificarme que me habían otorgado el Can de las Artes.

¿Qué significa para usted este premio, tras otros que ha obtenido en el exterior, incluido un Grammy?

Es un añadido importante a mi vida profesional porque es un reconocimiento en tu tierra y por tu trabajo. Por eso nunca esperas nada. Yo me siento privilegiada porque hago lo que me gusta y eso, en sí mismo, ya es un premio en la vida. Además, los que me conocen saben que casi todos mis proyectos los ideo aquí en Gran Canaria, aunque en muchas ocasiones los realice fuera. Si se habla de inspiración, desde luego siempre la he tenido aquí y creo que en todo lo que hago siempre se ha visto este sello. 

Dania Dévora. ANDRES CRUZ

¿Cuándo y cómo llegó a este mundo de la producción artística?

Me vincule al mundo de la cultura, fundamentalmente a la industria del disco, por una necesidad económica familiar y luego de eso hice mi profesión. A partir de ahí es una larga historia. Muy joven, con 17 años, entré en la compañía multinacional CBS, estuve allí 11 años, y a partir de ahí he tocado todos los palos vinculados a la cultura y al ocio.

Ese era un tiempo en que el mundo de la industria cultural estaba casi vetado a las mujeres, ¿cómo se las arregló?

Sí, porque el cargo máximo al que aspiraba en aquel momento una mujer en cualquier empresa era ser secretaria. Yo estuve en lo que se llamaba la mesa de selección del producto que luego salía al mercado y eran once hombres y yo. En aquel momento me sorprendía de que estuviera ahí. Así que fui parte de la salida al mercado de artistas como Miguel Bosé, pero también de otros como Trébol [grupo español de los años 70].  

«Ahora son los artistas los que me dicen que quieren venir a actuar al Womad de Canarias»

Usted es reconocida, sobre todo, por organizar el festival Womad en Canarias. ¿Cómo surgió la idea?

Womad se inició en Inglaterra en el 1982. Yo estuve en el de 1986 y ya me pareció ya algo mágico, pero ahí se quedó esa curiosidad. No pasó nada más hasta 1992, que fui a Cáceres invitada y ahí ya vi el Womad en nuestro país. Me empeciné en que algo así se podía entender perfectamente en nuestra tierra y así fue como empezó todo.

El Womad ha funcionado siempre en las Islas, más allá de carteles de artistas, presupuestos o lugares de celebración. ¿A qué achaca ese éxito?

Hemos tenido un largo camino, no exento de problemas, pero en el primer momento se consiguió aglutinar muchas voluntades, a muchos agentes sociales. Hubo un hecho muy concreto, que se iba a inaugurar el Paseo de Las Canteras después de pasar muchos años en una situación un tanto caótica, con un perjuicio muy grande para comerciantes y vecinos. La preocupación del Ayuntamiento en reactivar esa zona hizo que Womad aterrizara en el año 1993 en la Playa de Las Canteras. Y eso marcó un antes y un después para entender que los festivales al aire libre funcionaban. Creo que Womad cubre una necesidad: hay grandes artistas desconocidos para el gran público y se los ponemos cerca de su casa. Esa es nuestra máxima, a veces no somos comprendidos por ello, pero eso es lo que defendemos. 

¿Pensó alguna vez en tirar la toalla cuando no encontró el respaldo político para celebrar el Womad y tuvo que cambiar la ubicación, primero de Las Palmas de Gran Canaria a Maspalomas, después a Fuerteventura, y finalmente volver otra vez a la capital grancanaria?

En todas las profesiones existe alguna vez ese sentimiento de tirar la toalla o bien echarte a correr. Pero, por otro lado, había muchas voluntades y la sociedad respondió. Por eso decidimos tirar hacia adelante. Si no, el festival se hubiese acabado hace años. El público respondió de una manera respetuosa, cívica, entiende el mensaje. Eso es lo que me hace insistir, a veces hasta la pesadez.

En el Womad de Canarias ha habido actuaciones memorables, inéditas en este territorio tan alejado de los circuitos internacionales de la música. ¿Cuál recuerda con más emoción?

Suena a tópico, pero en cada edición del festival en Canarias me sorprenden unos seis o siete artistas. Quizá porque antes los había conocido en otro contexto, o porque no los escuché en el concierto adecuado, y de repente los ves en el Womad de aquí y te hacen emocionar. Anécdotas hay muchísimas, pero siempre insisto en quedarme con lo que los artistas perciben cuando actúan aquí. Cuando Salif Keyta salió en Las Canteras y todo el público cantaba sus canciones, nos dijo: «Parece que soy los Beatles». O Youssou N'Dour, que al ver al público que tenía en Santa Catalina dejó a seis de los músicos fuera del concierto, en el banquillo, para tocar realmente desde sus raíces africanas. Eso es lo que hace que el festival sea especial. Al principio, cuando a los artistas del marco de Womad se les hablaba de venir a Canarias, no ponían pegas, pero tampoco mostraban mucho entusiasmo. Eso ha cambiado radicalmente. Ahora, cuando voy a festivales de otras ciudades o países y se enteran de que soy la directora, son ellos los que vienen a decirme que quieren venir al Womad de Canarias.  

Imagen de archivo de Dania Dévora durante el pregón de las Fiestas Fundaciones de 2019. Quique Curbelo

Seguro que también tendrá un artista de esos que pasaron desapercibidos y que a usted le interesó personalmente.

Sí, claro. Suelo fijarme mucho en los artistas emergentes y puedo hacer una lista de más de treinta que luego han sido grandes figuras de la música. Y hemos tenido hasta el valor de abrir con esos artistas desconocidos que hoy son cabeza de cartel en cualquier gran festival. Nosotros huimos de ese término porque cualquiera que sube a un escenario es en ese momento el cabeza de cartel. A veces hemos tenido que soportar las críticas. Salimos en el año 2018 con María José Llergo y hubo gente que me dijo que cómo se me ocurría hacer eso. O con el Niño de Elche, que alguien lo vio como una tomadura de pelo. O León Benavente, ahora un grupo importantísimo. O cuando vino Enrique Morente y Lagartija Nick a Maspalomas a presentar el disco Omega, que hay que ver ahora lo que ha significado esa obra en la historia de la música. Ese es el atrevimiento que no queremos perder y que es parte de nuestra responsabilidad.

En su carrera como productora también hubo momentos complicados, como aquella gala del Carnaval en que todo fue criticado y obligó a dimitir a la concejal responsable. ¿Cómo se levantó de aquel golpe?

Pues difícilmente. Pero de lo que sí estaba convencida es de que todos trabajamos para hacer el mejor de los proyectos. Fue fallido, en parte, porque estaba muy orquestado en que tenía que ser criticado y así fue. No se entendió y el público siempre tiene la razón, pero detrás de que no se entendiera había otras cosas que no voy a contar. La verdad es que lo sufrí más por mi familia y amigos que por mí misma.

«Apoyar a artistas emergentes es parte de nuestro trabajo y no vamos a perder ese atrevimiento»

¿Qué proyectos tiene ahora entre manos?

Estoy en el desarrollo de la quinta temporada del programa El mundo que viene, para la Televisión Canaria, que dirijo y produzco. También en plena organización del Festival Womad de Cáceres, que será del 5 al 8 de mayo. Y con la segunda edición en Las Palmas de Voces de Ella, el 1 y 2 de abril. Y haciendo también un cortometraje, con el que me estoy divirtiendo muchísimo.

¿Este premio le animará a emprender nuevas aventuras?

El premio es un reconocimiento personal, pero el trabajo es el trabajo. Y eso va en función de si creen en ti para hacerlo realidad. El premio es muy gratificante, mi hijo, mi familia, están encantados con eso. Me hace mucha gracia cuando te dicen eso de «ya tocaba», como a quien le toca la lotería. Es un orgullo recibirlo y que eso dé a conocer lo que hago, pero lo que influye es que interese lo que propongas y que confíen en ti.  

¿Volveremos a vivir la música, y el arte en general, como antes de la pandemia?

Estamos muchos luchando para que sea así. Y deseamos todos que sea una realidad porque la sociedad lo necesita. No solo la música, en general todas las artes. Aunque sea un tópico, un pueblo sin cultura es un pueblo sin luz, pero no solo sin luz, sino sin nada, por eso hay muchos profesionales empujando para volver a la normalidad.