Eduardo Bautista García, más conocido como Teddy Bautista, recibe el título de Hijo Adoptivo de Gran Canaria por su larga trayectoria musical tanto en el ámbito del estado español como en el internacional, también implicado en la defensa de los derechos de los artistas a través de la Sociedad General de Autores Españoles (SGAE). Será el portavoz de los premiados en el acto institucional del Cabildo de este jueves. 

Si se valoran sus méritos artísticos, cuesta imaginar que no tuviera ya este reconocimiento de Hijo Predilecto de Gran Canaria. ¿Qué significa para usted este premio y justo en este momento? 

Dicen que nunca es tarde si la dicha es buena. El Cabildo no había tenido oportunidad de otorgarme algún tipo de reconocimiento, como sí lo había tenido el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y la Comunidad Autónoma. Cuando me dijeron que fue un acuerdo unánime he expresado mi agradecimiento y celebro la generosidad de que desde todas las miradas políticas coincidan en que he hecho méritos a lo largo de una ya larga vida para ser Hijo Predilecto. Yo soy grancanario de nacimiento y siempre estuve muy al tanto del desarrollo social de la isla en el contexto del Archipiélago. Este vínculo es fuerte porque el resto mi familia vive aquí y mi apellido es de cuatro o cinco generaciones de canarios.

¿Cómo era la isla en aquellos primeros años de la década de 1960 en que usted empezó en el rock, la música moderna que le llamaban entonces?

Era una provincia periférica, pero justo por la distancia que nos separaba de la metrópoli y de la incardinación geográfica, Canarias era y sigue siendo un portaaviones estratégico en el Océano Atlántico. He estudiado mucha historia, porque me gusta y tenía intención de licenciarme en esa disciplina, y todas las grandes potencias intentaron conquistar el Archipiélago canario. En esos años sesenta, la isla, en sí misma, se podía medir por el termómetro de la ciudad de Las Palmas. Jugábamos al fútbol en Las Canteras porque toda la playa era para nosotros, pero de repente empezaron a aparecer unos rubios y unas rubias que se podían como cangrejos y entonces los guardias ya no nos dejaban jugar a la pelota. Esa es una imagen bastante buena de lo que fue aquella transición, de tener la playa para nosotros solos a compartirla con los que querían coger sol. Algunos hasta se enterraban en la arena caliente para resolver sus problemas musculares o de huesos. Recuerdo que uno de los que se enterraba en la arena era Gelu Barbu, el gran coreógrafo rumano, que se curó así y consiguió volver a bailar. Luego creó el Ballet de Las Palmas y de su academia salieron muchos grandes bailarines, como Óscar Millares o Lorenzo Godoy.

Visto con la perspectiva de los sesenta años que han transcurrido, ¿qué significaron para la música grupos como los Devil’s Rock, Los Ídolos y después ya el bombazo con Los Canarios. 

Al principio éramos unos críos de quince años y ni siquiera teníamos nombre. El primer concierto fue en Radio Las Palmas y conservo una foto muy divertida porque aparecemos junto a los dos grandes iconos de la época, Mary Sánchez y Néstor Álamo, el compositor en aquel tiempo de casi toda la música folclórica canaria. Éramos cuatro muchachos a los que nos gustaba el rock, en mi caso porque tenía un tío, hermano de mi padre, que vivía en Inglaterra y me traía discos. Pero no hay que olvidar que Gran Canaria, ya desde los años 50, tenía el intercambiador marítimo del Atlántico Sur y el Puerto de La Luz era un imán que convirtió a Las Palmas en una ciudad cosmopolita. Hacíamos una música que entonces no hacía nadie. 

¿Qué estaba de moda por aquí en aquel tiempo?

En aquella época lo que se llevaba eran grupos inspirados en los tríos de la música sudamericana, los tríos de Argentina, Chile, Perú y otros países. Pero nosotros hacíamos una música que no tenía nada que ver con eso. Nuestro público era el más joven, que ya empezaba a interesarse por estos sonidos trasatlánticos. Al principio nuestros seguidores cabían en un taxi y con el tiempo fuimos ampliando la huella hasta que pudimos tocar en el Teatro Pérez Gáldos y en sitios más grandes del aire libre, con un público fiel hasta llegar a Los Canarios.

Tampoco estábamos tan atrasados en la isla, hasta vino Cliff Richards al Club Flamingo y dicen que usted le ayudó a cantar una canción porque se había olvidado de la letra. 

La letra que se había olvidado era la de un tema titulado Traveling light, que se traduce por Viajando ligeramente, una balada muy bonita que tocábamos. Cliff cantó la primera estrofa y se quedó como en blanco, por lo que yo le fui soplando la letra desde atrás. Es cierto que había una intensa vida nocturna en Las Palmas y hay que tener en cuenta que Cliff Richards era en aquel momento uno de los cuatro o cinco artistas más importantes del mundo, en Europa el número uno sin duda. Esa vida nocturna la había generado el turismo y ya tenía un cierto peso en la economía de la ciudad. De hecho, nosotros estuvimos tocando en muchas fiestas de los suecos. El Flamingo se convirtió entonces en el templo de esta música que venía sonando en Inglaterra y en Estados Unidos, pero que aquí era un poco de marcianos. Después de una actuación en la radio, un familiar muy cercano me vio días después por la calle y me dijo que eso no era cantar, sino rebuznar. Supongo que el tiempo le habrá convencido de que en aquellas había algo. 

Como la mayoría de músicos y artistas tuvo que salir de la isla para poder desarrollar su carrera. ¿Cómo vivió aquella salida de Gran Canaria?

Fue diferente a la de otros músicos isleños. Habíamos ido a Madrid y a otros sitios de la Península, pero solo de vacaciones. Cuando realmente salimos con la intención de no volver fue a Estados Unidos. Y fue allí donde nos cambiaron el nombre. Salimos de Gran Canaria llamándonos Los Ídolos y al llegar a América ya éramos Los Canarios, porque los manager norteamericanos decidieron que ese nombre era mucho más comercial.

Luego ayudó a otros músicos canarios a triunfar fuera. Parece que eso está cambiando ahora con las nuevas tecnologías y las redes sociales. ¿Llegará un día en que los artistas isleños no tengan que emigrar?

Todos los artistas, sean canarios, catalanes o valencianos, son como un circo itinerante. No se viaja a descubrir mundo, sino a construir públicos, y el público se consigue con las actuaciones en directo. Es cierto que los discos ayudan mucho, pero cuando tú tienes un fan que te ha visto tocar y se ha interesado por tu propuesta, ya es para toda la vida. Yo tengo seguidores que ya están cercanos a los ochenta años o más. ¿Las redes sociales son un sustitutivo de la presencia física? Yo creo que no. Las redes cumplen una función de escaparate, pero si te gusta ese traje que ves en el escaparate te lo quieres poner. Las redes son un elemento complementario, pero el artista siempre pateará los caminos y, como decía Machado, paso a paso, golpe a golpe, verso a verso.

¿Cómo se le ocurrió hacer el disco Ciclos, que visto ahora parece una locura?

También fue una locura en aquellos momentos. Tenía esa idea desde hacía muchísimo tiempo, pero no podía hacerlo con la formación primitiva de Los Canarios porque era un grupo para tocar soul. Tuve que cambiar y buscar músicos más cercanos al leguaje de la música clásica. Cuando terminamos de grabar Ciclos, la compañía Ariola no sabía qué hacer con el disco. No había por dónde colocarlo porque era una época de etiquetas. Sin embargo, es uno de nuestros discos más vendidos y todavía se sigue vendiendo.  

Usted conoce la industria musical en todas sus vertientes, como músico, productor y finalmente como presidente de la SGAE. Ahora da la impresión de que la historia se ha acelerado y cada día hay una revolución. ¿Cuál cree que es el futuro de esa industria? 

Creo que la industria musical, como casi todos los estamentos de la cultura, está en transición, nadie sabe cómo será dentro de tres años. Se pueden hacer hipótesis y formular ideas, pero estamos ante una situación en la que quien manda es el público. Las compañías discográficas prácticamente ya ni deciden nada. Es más, lo que hacen es estar atentas a ver dónde se produce una cierta repercusión y entonces va y ficha al artista. Hoy en día, muchos músicos se fabrican a sí mismos. Mucho más que antes, cuando no tenías posibilidades de triunfar si no tenías una compañía de discos detrás. En eso sí se ha cambiado, el artista tiene una herramienta que no solo es tecnológica, sino también mediática. Hay gente que tiene la posibilidad de tener éxito en Apple Music o en Spotify, y hay otros que se promocionan ellos mismos a base de Youtube, de imaginación, de hacer vídeos interesantes. Por tanto, creo que es prematuro hacer un dictamen de hacia dónde irá la música, pero sí está claro que será más universal y más ecuménica. Es decir, que te puede gustar un grupo coreano aunque no hayas estado nunca en Corea ni tengas idea del idioma. 

¿Qué relación tiene ahora con la isla y con sus músicos?¿Le gusta volver?

Me encanta volver. Mi familia es isleña, aunque hay una parte importante en Lanzarote. He venido recientemente un par de veces por distinciones. Hace dos años, la Asociación de Músicos Canarios me otorgó el premio de honor. Tuve la oportunidad de oír a los nuevos grupos más representativos y me gustaron mucho. Tienen un punto de originalidad distinto. Hay gente canaria que vive en Madrid a la que sigo siempre, como Caco Senante, Rosana o Pedro Guerra, que también tienen mucho contacto con la música de las islas y cuando descubrimos algo nos llamamos. Hablo de Don Basilio o Cristina Ramos. Hay un grupo que me gusta mucho, que es Mestisay, y estoy al tanto de lo que hacen, la voz de Olga Cerpa es una maravilla.  

¿Está al día de las nuevas tendencias, el rap, el trap, R’B, el reguetón?

Sí. Me gustan muchos las nuevas tendencias. De hecho sacaré un disco dentro de poco y en ese trabajo se reflejarán algunas. 

¿Volveremos a disfrutar la música en vivo como antes de la pandemia? 

Sí, seguro que sí. La música ha ayudado muchísimo a soportar la pandemia, porque la soledad es un terreno abonado para el éxito de la música. Si tienes algo que oír, nunca estás solo.

¿Podrá perdonar algún día a los que cuestionaron su gestión en la SGAE y le hicieron pasar un calvario judicial?

Los he perdonado a todos, pero no he olvidado a ninguno.