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Agüimes
Abdon Fortuné Koumbla Narrador y comediante

«Los cuentos fueron mi terapia, al oírlos de mi padre tras perder a mi madre siendo niño»

Abdon Fortuné, en el casco de Agüimes, el pasado viernes. | JUAN CASTRO

El congoleño Abdon Fortuné Koumbla fue uno de los narradores de la 31 edición del Festival Internacional de Narración Oral, con cuentos tradicionales y con referencia al pueblo y a su abuela.

¿Por qué cuenta cuentos?

Mi madre falleció cuando yo tenía nueve años. No había televisión y nuestro padre nos narraba cuentos todas las noches, y eran cuentos tradicionales y de nuestro país. Entonces, los cuentos llegaron a mí como una terapia. Y los que narro, también son tradicionales o los que yo mismo escribo. Me inspiro en mi abuela, en el pueblo y la tradición de nuestro país. También los comparto y adapto según el tipo de público. La felicidad no está siempre lejos, como pensamos. Puede estar al lado, y no la vemos. Un pueblo es bonito, pero como estamos habituados ya no lo vemos bonito. Y si vamos lejos, nos damos cuenta que el pueblo sí es bonito.

¿Qué aportan los cuentos?

Como dice el proverbio, el que viene de fuera es el que trae lo que no tú sabes. A mí lo que me gusta son los encuentros, el escuchar al otro. Cuando escuchas al otro, tomas el tiempo para hacerlo, te olvidas de los prejuicios, y comprendes quién y cómo es. Cuando escuchamos nos olvidamos de pensar de que alguien es superior a otro. Todos somos seres humanos. Nadie es superior a los otros, ni ninguna cultura lo es respecto a las otras. Hay compartir, comprender al otro.

¿Es usted solo narrador?

Soy narrador, comediante y mettre en scène [quien se encarga de la puesta en escena] en teatro.

¿Trabaja solo en Francia?

Nací 1971 en la ciudad de Pointe Noire, la capital económica de la República del Congo. Resido y trabajo en la ciudad francesa de Tours [en la provincia de Indre y Loira]. También trabajo en mi país natal ya que dirijo la estructura cultural Espace Tiné en la ciudad congoleña de Dolisie. Allí dirijo un festival de teatro y organizamos un festival de narración. También he ido y participado en muchos festivales de muchos países,

¿Qué idiomas habla usted?

El francés, que es la lengua oficial del Congo, y las lenguas nacionales son el lingala y el kituba.

Cómo ha hecho para comunicarse con el público en sus narraciones durante el 31 Festival Internacional de Narración Oral de Agüimes

No hablo español. Cuento con el joven y dinámico Héctor Rodríguez, que no traduce al español, sino interpreta en español mis cuentos. Fue la organización del festival que me lo asignó y ha estado muy bien trabajar con él [ríe].

¿A qué público le gusta más narrar los cuentos?

A todos los públicos, me adapto al que me toque y todos me gustan. Los cuentos que narro son una mezcla y que adapto si es para los niños, los adultos o las familias. Como digo a menudo, en cada adulto sueña un niño o una niña. Hay un niño en cada adulto.

¿Va a desaparecer algún día la narración oral entre las personas, al imponerse y usarse tanto empleo de teléfonos móviles y ordenadores?

Mientras el ser humano vivirá, la palabra sobrevivirá porque tiene siempre la necesidad de decir las palabras y de contar historias, y lo que acontece. Si se abandona, seremos máquinas, pero no creo que estas nos sustituyan definitivamente. Es el ser humano el que las crea. Para que no se pierda la narración oral existe este Festival de Narración Oral de Agüimes. En mi país van desapareciendo poco a poco los festivales. Lo material se pierde cuando se comparte, pero lo inmaterial se multiplica cuando es compartido. No nos dejemos de hablar.

¿Qué le ha parecido este festival de narración de Agüimes?

Es un buen festival, como todos los narradores que han participado en esta 31 edición [Alicia Bululú, Aldo Méndez, Elena Castillo, Magda Labarga, Sherezade Bardají y Félix Albo]. El público de aquí es caluroso y participativo. Este festival debe continuar muchos años porque tenemos necesidad de narraciones. Hace falta saber de dónde venimos, para saber a dónde vamos. Los idiomas no son barreras porque hay formas de entendernos y comprendernos.

Su último trabajo en teatro es en relación a la migración, ¿no?

Sí, la última puesta en escena que he hecho ha sido de la obra titulada Rhapdosie [Rapdosia], escrita por Gael Octavia. Se interpretó en Francia y también en Las Palmas de Gran Canaria. Se trata de tres mujeres, refugiadas en un campamento, que cuentan cada una su historia. Podemos pensar que todas tienen la misma historia, y no es así, y entonces se puede comprender a cada una. No se deja un país por placer.

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