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Santa Brígida

‘Pepe Cañadulce’ como héroe infantil

José Javier Santana publica un cuento sobre la vida de este personaje de la historia de Gran Canaria en el que defiende valores como la tolerancia y la inclusión social

José Javier Santana, autor del libro Pepe Cañadulce, el hombre de acero inolvidable.

 ‘Pepe Cañadulce’ aparece en una de las ilustraciones del cuento infantil que ha escrito José Javier Santana como un héroe de comic. No es casual. Con este relato ha buscado no sólo narrar las andanzas de este pregonero de las fiestas de la isla, y anunciante de la cartelera de los cines, sino mostrar como venció las burlas de las que era objeto por su discapacidad. Una forma didáctica de enseñar valores a los niños.

«’Pepe Cañadulce’ es el héroe que supo sobrellevar el bullying, y vivir en un època en la que por su discapacidad mental fue objeto de burlas». José Santana Castro fue un personaje enigmático y popular, conocido en toda la isla en los años sesenta y setenta porque con su tambor y su bocina de latón llegaba para anunciar las fiestas o dar cuenta de la cartelera del cine. Era su peculiar forma de ganarse la vida. Seguido por la chiquillería supo sortear muchas gamberradas porque no sólo se reían de él, le llamaban 'Pepe el bobo' , sino que le tiraban huevos y hasta piedras. Pese a todo este hombre supo ganar el pulso a los que le hacían la vida imposible.

Una imagen de ‘Cañadulce’ tocnado el tambor en Taliarte. LP/DLP

 Esta es la historia que narra en un cuento para niños José Javier Santana Santana (Santa Brígida, 1964). Con 'Pepe Cañadulce el hombre de acero inolvidable' en la que se combinan historias reales con otras que no lo son , el autor aprovecha la vida de este personaje que perdura en la memoria histórica de la isla, como ocurre con 'Lolita Pluma' , para defender valores como la tolerancia, la inclusión, el respeto, y los derechos humanos, en especial de la infancia porque también denuncia la esclavitud infantil.

Se trata del segundo trabajo de Santana, pues hace ocho años publicó 'Senderos para amar', y ya adelanta que ya tiene avanzado el siguiente cuento, que se centra en la migración, una tarea a la que se dedica en los pocos ratos libres que le quedan cuando acaba su jornada como agente inmobilario o durante los fines de semana. «Esta es mi verdadera vocación, no fue la que elegí cuando estudié Administración de Empresas, pero no siempre se acierta cuando decides formarte», señala.  Por eso ahora encuentra hasta el tiempo para estudiar Filosofía yLetras en la Universidad a Distancia.

«No había fiestas sin ‘Cañadulce’. Recuerdo mi niñez en La Atalaya que al oir su tambor salía a su encuentro»

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«No había fiestas sin Cañadulce». Recuerdo que durante mi infancia en La Atalaya de Santa Brígida oir su tambor me movía a salir a su encuentro porque era el anuncio de que empezaban las fiestas». Siempre le llamó la atención su figura. Es por eso que decide ahondar en la vida de este hombre para escribir un relato con el que participa en el concurso de Cuentos Solidarios de la Fundación Mapfre y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Aunque su trabajo no resulta seleccionado consigue más tarde que la editorial infantil Gunis la publique. También ha contado con el apoyo del Ayuntamiento de Santa Brígida, de Galletas Bandama y Adigran.

José Javier Santana, autor del libro Pepe Cañadulce, el hombre de acero inolvidable. José Carlos Guerra

Para conocer los origenes del personaje se acercó hasta el barrio capitalino de San José, cerca de donde casualmente habían vivido sus abuelos, y a medida que se adentró en sus vivencias comprendió que tras el jolgorio que anunciaba con el bombo y la bocina existía un mundo en el que «los valores no se tenían en cuenta». Cada pueblo ha tenido un Pepe o un Antonio del que se han reído todos. De hecho, explica que la ilustradora del cuento, la argentina Teté Cirigliano, de la que dice que ha sabido captar a la perfección la entrañable historia de este personaje, le dijo que en su pueblo también había un ‘Cañadulce’ pero se llamaba ‘El Perejil’.

 Parece que el sobrenombre de ‘Cañadulce’ se lo ponen porque de pequeño era muy goloso, y se comía todo el azúcar que podía cuando la cargaba a pie desde el Puerto de la Luz hasta Vegueta. Hablaba de una manera fañosa, con mucho uso de la l, y lo tergiversaba todo, lo que era objeto de burla. Para ejercer como pregonero se hacía muchos kilómetros pues cada día cogía el coche de hora  o el pirata para regresar ya por la tarde a su casa.

«Reconocido a distancia por su flaca figura, con cara de ángel, simplón, dulce como el azúcar y duro como el acebuche, bembas que se le pegaban como chicles, babas que se escurrían hasta los zapatos, pantalones caídos hasta el trasero, con su inseparable tambor de la falange, sonrisa desconfiada, ojos a medio a abrir y su moquito de vela colgando en la cachimba». Tras ese retrato se escondía un hombre con coraje para salir adelante. Tal es así que al acabar su trabajo le pagaban lo acordado, pero si el dueño del cine o quien lo contrataba para el pregón no le daba lo comprometido entonces al día siguiente cambiaba su discurso. Su pregón era entonces otro: «No vayan al chine porque está lleno de pulgas y galapatas. La película es una mielda y el asesino es el balbelo». Y es que pese con el dinero, «las perras» como él mismo decía, andaba rápido.

«Si el dueño del cine o el que lo contrataba no le daba lo acordado entonces cambiaba su discurso»

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Y como los niños siempre le fueron fieles precisamente uno de los personajes con los que entabla muy buena relación  es con Joselito. Desde los cinco años sufría diabetes, y no supo entender porqué no podía comer las golosinas que le compraba su abuela y porqué se tenía que pinchar todos los días. En el colegio le daban por tonto por hablar tanto de su amigo, y pese a su corta edad sabía ponerse del lado de los desfavorecidos. Hasta decide crear un periódico escolar para que otros niños con discapacidad pudieran contar sus experiencias, y nombra como jefe editorial a  ‘Cañadulce’.

Y Joselito tiene otro amigo, Amanai, un niño congoleño, cuya familia tuvo que emigrar un día a Canarias, al que obligaron a trabajar en las minas de coltán. Un mineral con el que como se explica en este cuento, dirigido a un público infantil , se utiliza para fabricar la Play Station, los móviles, y otros artilugios tecnológicos pero que no se necesit para fabricar la bocina de latón del protagonista, el hombre de acero inolvidable.

Una pequeña historia cargada de muchos mensajes que aprovecha la gran historia de ‘Pepe Cañadulce’ a quien quizás sólo entendieron los niños, que ya ha logrado que algunos docentes la propongan por «su interés didáctico» para trabajar en las aulas con escolares de Quinto y Sexto de Primaria. Es el caso de Jerónimo Cabrera, psicopedagogo y profesor del Colegio de Educación Infantil Beñesmén (Cruce de Arinaga) que ha señalado que «como docente la recomendaría para trabajar en las aulas». Resalta como a través del protagonista se defiende la inclusión social, o como se aborda el dilema entre los juegos tecnológicos frente a los populares como el boliche, y además se recogen palabras de la cultura popular como bembas, simplón, o bochinche.

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