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Hidrógeno, la estrella energética

El ingeniero Alberto Seña asevera que la introducción del hidrógeno en Canarias podría suponer un ahorro de hasta 130 millones anuales

Alberto Ceña en un momento de su charla en el Seminario Internacional de Comarcas Sostenibles. Juan Castro

El Seminario Internacional de Comarcas Sostenibles llevó al teatro Víctor Jara de Vecindario al hidrógeno de la mano de Alberto Ceña, ingeniero aeronáutico y vinculado, entre otras entidades, a la Comisión Europea, donde ha ocupado distintas responsabilidades, así como en el Ministerio de Industria y Energía.

Ceña disertó sobre el hidrógeno como combustible alternativo en la descarbonización del sistema canario, y en este sentido, valoró su potencial futuro en unas islas cada vez menos dependientes de los combustibles fósiles, con altos picos de producción de energías alternativas en horas valle que podrían derivarse a la producción de hidrógeno verde, y cuya implantación en un futuro podría significar ahorros anuales de entre 100 y 130 millones de euros, con una gran parte de la factura a favor generada por prescindir del transporte hasta el archipiélago de combustibles fósiles.

El ingeniero no dudó en tildar al hidrógeno de «estrella del suministro energético para la transición ecológica, que conocemos desde hace muchísimos años, pero que es un combustible ignorado». Apeló a una situación geopolítica actual en la que el suministro ruso atenaza las economías centroeuropeas, lo que ha acelerado la sustitución del gas natural apostando por el hidrógeno, una situación que, antes o después, «se iba a presentar».

Subraya que una de sus grandes virtudes es la de su conversión en otros derivados, pero sobre todo su cualidad como vector de almacenamiento de energía durante largos periodos de tiempo. En este contexto situó el que denomina como el Plan Marshall del hidrógeno, con la apuesta europea por su desarrollo con la inyección de miles de millones de euros en un programa que, «dentro de diez años, sabremos si habrá tenido éxito o si hemos fracasado».

Precedentes de errores los hay. Ceña recuerda que ciudades como Soria o Madrid apostaron hace años por poner en funcionamiento en sus redes de transporte público vehículos con pilas de combustible de hidrógeno en un momento en el que la tecnología no estaba suficientemente madura, dando como resultado flotas abandonadas en apenas meses para advertir que una vez que se fracasa en este tipo de programas, levantarlos de nuevo se revela muy difícil.

Por eso destacó la necesidad de llevar a buen término los actuales planes de desarrollo, en un mundo, «el del hidrógeno, en el que todo se improvisa porque aún no dispone de certezas absolutas». Entre ellas sus costos de su producción, distinguiendo entre dos formas de lograrlo, a través de combustibles fósiles, o con  renovables, una situación que en condiciones normales de precios, sin las distorsiones que ahora mismo existen por la coyuntura internacional, el verde de momento «es más de cuatro o cinco veces más caro que el hidrógeno gris», algo que se podría revertir a medida que aumente la implantación de parques eólicos y fotovoltaicos.

Todos estos elementos tienen su potencial en un amplio abanico de usos, y uno de los más relevantes pasa por los planes institucionales para sustituir el gas natural por el hidrógeno en el transporte marítimo, y a más largo plazo el de pasajeros y mercancías, si bien con la tecnología actual es difícil implantarlo en turismos, dada las condiciones de almacenamiento que exige el que es el elemento químico de la tabla periódica más ligero que existe, y que pasa por comprimirlo a grandes presiones o, en el caso de licuarse, llevarlo a temperaturas extremas de −252,87 grados centígrados.

Canarias, además, tiene sus propios desafíos, como el hecho de que en su producción requiere de agua potabilizada, lo que supondría un coste en consumo eléctrico propio que, en cualquier caso, también podría resolverse mediante renovables, a lo que se añaden ejemplos como lo que ocurre en Fuerteventura con limitaciones en la demanda de electricidad de renovables de hasta el 15 por ciento en ocasiones, unas limitaciones que al contrario de la península no son retribuidas, pero que podrían tener su rentabilidad si ese pico se destinara a la producción del hidrógeno.

Esto en un momento en el que según afirmó, «la reducción del coste es clave para su futuro y en el que el precio actual de los combustibles fósiles y el verde están confluyendo». Por esto aseveró que «es importante arrancar con una experiencia piloto en Canarias», para, en caso de resultados óptimos, «seamos capaces de desarrollar una cadena de suministros vinculada al hidrógeno».

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