El Pleno de este mes se adelantó un día para que los consejeros puedan asistir este viernes a la inauguración de la feria gastronómica Gran Canaria Me Gusta. A priori, el interés estaba en volver a ver juntos a los 29 miembros de la corporación, algo que no ocurría desde finales de febrero de 2020, e incluso, al ver el orden del día, daba la sensación de que el gobierno y los grupos de la oposición vaciaron de contenido la sesión para tener unos debates sosegados.
Llevaban dos años hablándose por una pantalla y votando con los problemas típicos de las conexiones por internet, por lo que todos parecían felices de volver al salón de Plenos, tanto que el presidente Morales tuvo que mandarlos a callar en los primeros minutos porque aquello parecía un colegio de párvulos el primer día de clase. Incluso llamó la atención a Carmelo Ramírez y a Pedro Justo porque seguían de cháchara mientras Ángeles Batista intentaba hacerse escuchar.
Pronto se vio que el reencuentro no iba a ser completo. Faltaron Teodoro Sosa y Olaia Morán en la bancada del gobierno y Marco Aurelio Pérez y Auxiliadora Pérez en la oposición. Pero la ausencia que más se notó fue la del interventor general, José Juan Sánchez Arencibia, que ocupa un lugar preeminente al lado de presidente de la corporación. Su detención el miércoles ha creado en el Cabildo una situación «poco agradable», en palabras de Morales. Una actuación policial «desproporcionada», a juicio de Carmelo Ramírez. «Preocupante», según los opositores Miguel Jorge Blanco (PP), José Miguel Bravo de Laguna (UxGC) y Ruymán Santana (Ciudadanos), que no expresaron ni una mínima crítica a lo sucedido en la Consejería de Política Territorial. Por aquello de la presunción de inocencia, algo bastante volátil en el mundo de la política.
Escándalo y dimisiones
En otro ámbito, la detención de cinco personas por presuntos delitos de corrupción hubiera supuesto un escándalo mayúsculo y alguien estaría pidiendo dimisiones a gritos, basta observar lo que ha ocurrido en la Comunidad o en el Ayuntamiento de Madrid con las tramas de los comisionistas de las mascarillas.
En vez de eso, si los detenidos del Cabildo hubiesen aparecido por el salón, igual salen a hombros. Ocurre que el denunciante, Rafael Ramírez, no goza de las simpatías de los grupos políticos, entre otras cosas porque durante sus años de funcionario del Cabildo ha llevado a los tribunales a representantes de casi todas las formaciones, como se encargó de recordar el propio Morales, pues la batalla del funcionario rebelde empezó en el mandato del socialista José Miguel Pérez, continuó en la de Bravo de Laguna y sigue ahora en la de Morales.
El PP, principal grupo de la oposición en el Cabildo, suele pedir responsabilidades a la mínima, sobre todo si interviene Aurora del Rosario, pero en ausencia de Marco Aurelio Pérez fue el más moderado Miguel Jorge Blanco el encargado de anteponer la presunción de inocencia sobre la crítica partidista. Puede ser porque los populares ya están escaldados, pues cada vez que hablan de corrupción solo consiguen que Carmelo Ramírez saque la libreta en la que tiene apuntados los nombres de todos los detenidos del PP, desde el caso Naseiro a la Gürtel.
Paradójicamente, el interventor iba a tener su protagonismo en el Pleno porque su informe sobre los reparos iba a ser utilizado por la oposición para criticar la gestión del tripartito. Como cada año, Bravo de Laguna advirtió que el levantamiento de reparos por parte del presidente es una fórmula que solo se debe utilizar de forma excepcional, pero que en el Cabildo se ha convertido en una regla, lo que consideró «muy grave».
El año pasado, el consejero de Hacienda, Pedro Justo, le dijo que no es para alarmarse, pues solo representaba el 1% del Presupuesto anual del Cabildo. Ayer ni siquiera le respondió a Bravo, aunque ese porcentaje ha crecido en varios puntos.
Las detenciones también oscurecieron la despedida de Juan Ruiz como consejero insular, pues entregó el acta por Ciudadanos y se marcha a su casa para preparar el desembarco en Coalición Canaria (CC) posible cabeza de lista al Cabildo en las elecciones de 2023, aunque tiene una dura competencia por delante.
Ruiz ha estado tres años en la oposición al gobierno tripartito y no se le recuerda ningún debate subido de tono con nadie, por lo que ayer, muy emocionado, recibió el cariño y los aplausos de toda la corporación. En broma, Carmelo Ramírez pidió rebajar el agasajo porque dentro de un año le tendrán de adversario.